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Opinión: “Recuerdos de Mi Abuelita…”

Elegancia

Por Geral Aci (Madrid)

jueves 08 de septiembre de 2016, 03:58h
Elegancia

08SEP16.- Ya le conté señor director, que cuando niño de la mano de mi abuela, comprábamos los alimentos desde años en el mismo emporio. Un día le pregunté a la abuela que por qué no cambiábamos de lugar donde comprar, ya era un poco latoso hacerlo siempre en el mismo sitio.

Ella respondió. El otro emporio es elegante, los empleados tienen uniforme, las estanterías son de aluminio, no venden azúcar por medio kilo y tampoco aceite por “cuarto” Eso sucede, me dijo, porque la elegancia la cobran, las reformas las paga el cliente y la propaganda aunque siempre engañosa, también la pagan los clientes.

Tenía razón: los lugares elegantes son caros y le cuento así resumido: cada mes cobraba mi sueldo en una imprenta de la calle Diez de Julio en Santiago; éramos cuatro empleados, todos solteros, por lo tanto lo gastábamos en lo que queríamos. La primera vez fuimos a un burdel de la calle Emiliano Figueroa, pero nos llevamos una amarga sorpresa, el dinero apenas nos alcanzó, para un vinito, una cumbia y nada más, de lo otro ni pensarlo.

Dijo un compañero: este lugar es caro, ¿no ven que son pitucos, esta gueá es p’a los ricos. Al mes siguiente fuimos a uno de la zona de Recoleta y ahí sí, nos fuimos de cumbias, cha-cha-chá, cuecas, vinito con duraznos, pisquito con coca-cola y una loquita pal`catre.

Estas anécdotas o vivencias las recordé hace una semana. Se lo cuento, aclarando que no insulto a nadie, ni una falta de respeto, es solo mí modesta versión, si fuera más “estudiado” quizás podría hacerlo de manera más académica.

Hacía mucho tiempo que no me acercaba por el consulado de Chile, tuve que hacerlo porque quiero viajar y mi pasaporte estaba a punto de vencerse. Me gustó, gente nueva, mucha amabilidad, un trato agradable, gente que sonríe y eso es bonito, es de agradecer. Las instalaciones de película, como una oficina bancaria en un barrio rico. Todo acristalado, más amplio, más luz, más deseos de hacer una consulta. Todo bien, me atendió un muchacho que por el acento creo que no es chileno, pero eso es igual, no hay diferencia entre las personas. Es lógico que tuviéramos un corto diálogo y pregunté:

-señor, ¿cuanto se tarda el trámite?

El muchacho se mordió el labio, miró a otro señor y dijo:

-entre quince y veinte días.

-¡Tanto! Dije yo.

-Sí, es lo que tarda

Me extrañó porque otros países latinos tardan menos.

-¿Tiene urgencia?

-No señor, puedo esperar.

-Señor, agregué, ¿Cuánto vale renovar?

- Ciento treinta y cuatro euros.

Yo hice una sonrisa, le enseñé mis amarillos dientes, creí que era una broma o que ya éramos amigos y nos reímos juntos. Pero no era una broma.

-¡Eso es muy caro!

-Es que esto lo gestiona una empresa privada y en el precio está incluida la cedula de identidad. Digamos el carnet.

Me quedé de piedra, sin moverme, no tenía tanto dinero. Lo que andaba trayendo era para unas medicinas, retirar los zapatos con tacos nuevos, comprar tallarines y otras cosas. Si renovaba quedaba pato.

Hice un último pataleo, como buen chileno:

-el carnet no me interesa, voy Chile y enseño el pasaporte, nunca he mostrado un carnet, no me sirve para nada que me den uno nuevo. Soñaba un descuento.

- No señor el reglamento es pasaporte y carnet. Todo o nada.

Esperé cinco minutos y me atendió una señorita, muy simpática, educada y me sentí bien.

-Siéntese por favor.

La foto, firmar un papel, sacar la “guita” del bolsillo, entregarla con dolor y sonreír.

Cuando el trámite finalizaba, le pregunté:

-¿Señorita puedo darle una opinión?

-¡Sí! Como no. Dígame.

-Lo que cobran es demasiado.

Guardó silencio por algunos segundos y respondió.

-Claro, pero la reclamación tiene que hacerla a Impuestos Internos en Santiago, nosotros ahí no tenemos nada que ver.

Me despedí, salí sin un euro, enojado y dije algunos garabatos.

He hablado con otros compatriotas y obtuve dos conocimientos nuevos para mi escasa cultura. La primera es que muchos, pero muchos compatriotas tienen el pasaporte vencido, no tienen dinero para renovarlo, algunos no pueden viajar o mejor dicho no pueden salir de España aunque se les presente un trabajo fuera. También escuché: sinvergüenzas, ladrones, abusivos, momios, gobierno de los ricos, nada ha cambiado desde los milicos, se creen país desarrollado y somos un país tercermundista, esa cantidad es una estafa y muchas otras frases, que yo no comparto totalmente.

Al final un compatriota muy tranquilo, calmado y culto el hombre dijo: Sabe compadre, nosotros estamos pagando las reformas, la pintura, los cristales y los asientos, ahora tenemos un consulado elegante, pero somos pobres, casi es preferible como estaba antes y renovar era mucho más barato.

Por eso mi abuelita tenía razón: no compremos en el emporio elegante ya que es más caro y los clientes pagan las reformas. Y también tenía razón mi compañero de trabajo:

--Los puticlubs pitucos son más caros, alguien tiene que pagar los espejos y las camas nuevas, aunque las “minas” no son nuevas.

GLOSARIO

Pitucos: Gente de clase alta

Gueá. Tontería

Cuecas: Baile nacional chileno

Duraznos: Melocotones

Pisquito: Diminutivo de “Pisco”, aguardiente de uva

Loquita pal`catre: Prostituta para la cama

Quedaba pato: Quedaba sin un céntimo

Guita: Dinero

Momios: Miembros de la derecha conservadora chilena

Milicos: Nombre peyorativo dado a los militares

Minas: mujeres

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