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Opinión: “Recuerdos de mi Abuelita…”

Mi abuela me hizo creyente

Por Geral Aci (Madrid)

lunes 05 de septiembre de 2016, 15:20h
Mi abuela me hizo creyente

05SEP16.- Es complicado criarse con la abuela, soportándola durante el día y recibir consejos distintos durante las horas del atardecer, que era cuando llegaba mi madre, hasta que me iba a la cama. Pero la señora hizo algo bueno o por lo menos no tan malo. Una vez el profesor de mi humilde colegio, le dijo que mis estudios estaban más que malos, no era un buen estudiante, lo mejor era que creciera pronto y trabajara en lo que fuera.

Ese día hablé con la abuela y ella me escuchó, le dije que quería superarme, estaba seguro que servía para estudiar algo bueno. Ella me dijo: vamos el domingo a misa y le pediremos a Dios que te ayude. Yo salté: ¡No abuela, yo no creo en eso, son mentiras! ¿Acaso usted alguna vez ha visto a Jesús? Ella insistió, pero cambiando algo: Mira niño me dijo, vamos a hacer una cosa. Solamente creerás hasta que termine el año, después te olvidas, es decir si hace algo bueno, crees, si no lo hace, lo olvidas. Yo seguí su consejo. Quiero contarlo.

En Chile vivíamos tranquilos, no era un Edén, pero le faltaba poco. En el campo se incorporó la Reforma Agraria, no más terratenientes ladrones. La distribución de artículos de primera necesidad en manos de empresas del estado, todos comíamos, no nos faltaba nada. Subieron las prestaciones sociales, la atención médica era gratis, se abrieron escuelas para los que trabajábamos durante el día, escuelas nocturnas, ahí estudié yo mis últimos cursos. Carreteras, ferrocarriles, ambulatorios, centros de madres, trabajos voluntarios, los recursos naturales eran del pueblo chileno, no de las multinacionales ladronas de Norteamérica y de Europa. Pero como le cuento no era un Edén, Algunos sectores fueron nidos de traidores: Una parte de la iglesia, la del dinero del Vaticano, los colegios profesionales, algunos sindicatos, incluso gente de esa que llamaban clase media, se prestó para desprestigiar. Y un día cuatro borrachos ignorantes, representantes de las fuerzas prepotentes o fuerzas armadas, asesinaron al presidente, mataron cerca de cinco mil ciudadanos que no lo aceptaban, mataron a Víctor Jara y trescientos cantautores, poetas, artistas e intelectuales democráticos. Desaparecieron diez mil personas, detuvieron, torturaron, violaron, robaron a cerca de treinta mil ciudadanos. Cien mil tuvieron que escapar del país o quince mil se metieron en diversas embajadas. Ahí terminó el paraíso que los chilenos habíamos conquistado con un arma muy sencilla, un voto. No nos hizo falta bombardeos, pistolas, tanques, fusiles o granadas, no eso es de ignorantes, de brutos y imbéciles que no sirven para nada, salvo vestir un uniforme.

Pero mire usted señor director por donde me vino a la cabeza la historia de mi abuelita.

No habían pasado muchos años del genocidio y yo recuerdo que cada año para el día 11 de septiembre, lloro en silencio, recuerdo, pienso, busco razones y agacho la cabeza. Tanto era mi desmoralizamiento que un día dije: Si hubiera un Dios castigaría a los bandidos. ¿Sabe usted quiénes eran los verdaderos bandidos? Los norteamericanos, ellos financiaron la matanza, ellos dieron la idea y el dinero a los sindicatos traidores, a los milicos que nunca se borraran de la historia, los del norte dieron orden de matar al premio Nobel de Literatura Pablo Neruda, al ministro Letelier y al edecán del presidente de Chile y a tantos otros. Con un conocido delincuente internacional a la cabeza de nombre Henry y apellido Kissinger, llevaron a cabo el exterminio en Chile. Y mire usted por donde apareció un Jesús, sí, apareció e hizo un milagro, el mismo día del genocidio en Chile y casi a la misma hora, los malvados del norte quedaron sin torres, es que lo que de hace con violencia se responde con violencia. Murió gente inocente, igual que en Chile, causaron destrozos, igual que en Chile. Faltan pocos días para un nuevo aniversario y seguramente la totalidad de los comentaristas correspondientes lloraran lágrimas de cocodrilo lamentando la tragedia ocurrida un once de septiembre en Estados Unidos, solidaridad con el jefe o el patrón, periodistas inmorales, arrastrados.

Ahora las consecuencias para mí fueron cortas en tiempo, he seguido el consejo de mi abuelita, todos los años soy creyente durante una semana, entre el siete y el catorce de septiembre, después me olvido del Jesús y su grupo de acólitos, ya no los quiero…….. hasta el próximo año.

(Geral Aci – Madrid)

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