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Opinión: “Recuerdos De Mi Abuelita”

¿Vergüenza, inmoralidad, abuso, desprecio, prepotencia, o mal trato? Lo que usted quiera

Por Geral Aci (Madrid)

lunes 05 de septiembre de 2016, 15:16h
¿Vergüenza, inmoralidad, abuso, desprecio, prepotencia, o mal trato? Lo que usted quiera

05SEP16.- Mi abuela nos tenía prohibido acudir al estadio de Santa Laura, ubicado en Santiago de Chile, en una barriada obrera. Decía que aprendíamos “garabatos” o palabrotas si usted quiere. Pero igual acudíamos al fútbol, entrando gratis, al terminar el primer tiempo.

Recuerdo que el griterío era ensordecedor, el club Unión Española jugaba de local, ése era su campo. Representaba a la colonia española afincada en Santiago y a muchos chilenos admiradores de los conquistadores.

Era bonito, un gentío enorme, vendedores ambulantes, pitos, avisos por megafonía por un niño perdido o encontrado.

No olvido cuando se sacaba un “corner” o como dicen acá un tiro de esquina, si era en contra del equipo local; la gente con una silbatina estruendosa ponía nervioso a quien la ejecutaba. Lo mismo sucedía cuando el árbitro pitaba un “penal” o penalti en contra de la Unión Española, los gritos, insultos, amenazas y ruidos, para lograr que el jugador fallara el “penal” eran insoportables. Pero el encuentro tenía siempre un final feliz entre las barras. Todos quedaban amigos.

Si que eran tardes hermosas, la gente lo vivía, disfrutaba, ya que por algo habían pagado una entrada. Estas dos horas de ser uno mismo, gritar lo que se sentía, apoyar un club de fútbol, era el comentario obligado toda la semana, hasta la próxima “fecha” del campeonato.

Lo mismo sucedía con el boxeo, el básquetbol o baloncesto, ahora sonrío pensando, qué pensaría el jugador que tiraba una falta bajo la canasta a escasos cinco metros del aro, la mayoría de las veces acertaba, a pesar del griterío que al ser la cancha más pequeña se escuchaba con más fuerza.

Pobres jugadores. Pero daban la cara, luchaban contra “los elementos” o como diría un

Escribo esto porque desde hace muchos años me pregunto, ¿por qué algunas veces somos justicieros y en otras simples hipócritas? Los seres humanos en su mayoría somos falsos, miramos a otro lado cuando queremos ignorar un abuso o una injusticia. No existe ningún negocio, por mucha ganancia que produzca, que nos haga cómplices de algo injusto. Pero somos así, no “agarramos” nada de las inmensas ganancias, pero queremos ser parte, como si eso nos diera un estatus diferentes, aunque no tengamos dinero ni para pagar el metro, igual queremos ser parte de los abusadores.

¿Cuántos de ustedes no han presenciado un partido de tenis, en directo o por la televisión? Creo que casi todos lo hemos visto. Bien, entonces me gustaría saber qué opinan.

Los dos contendientes reciben tres o cuatro pelotas, las miran y tiran una o dos al suelo, nadie sabe qué buscan en ellas, ya que todas son iguales. Y viene el caso de las toallas, una chica o un chico le entrega una para secar el sudor y el educado, rico, culto y simpático señor tenista se la arroja en la cara, se la tira o sencillamente la arroja al suelo. La chica o el chico la recogen, la guardan, a los dos minutos nuevamente lo mismo, recibirla en el rostro, agacharse a cogerla o esquivarla disimuladamente. Eso es un abuso, es una falta de respeto, es humillar a una mujer joven o un hombre joven, que tal vez sueñan con ser famosos, millonarios, mal educados, y para ello tienen que soportar estas vejaciones. ¿Por qué no devolverla en la mano? ¿Por qué no poner una mesita y sobre ella tres o cuatro toallas? O por último, qué pasa si no hay toallitas, algunos usan una pulsera absorbente o se aguantan como en el fútbol, baloncesto y otras disciplinas deportivas. Los boxeadores, los jugadores de baloncesto o los futbolistas y ciclistas, no tienen un empleado que les seque el sudor, tienen que sudar hasta que acaba el partido o la carrera. Pero en tenis, pobrecitos, tal vez si no lo secan se enferman. Se han dado cuenta que termina un set y las niñas corren a poner una sombrilla, aunque ellas queden bajo un sofocante sol.

¿Dónde están los grupos feministas? Lo pregunto porque la actitud de los tenistas es un maltrato. ¿Porqué nadie protesta esta humillación? En el caso de las pelotas, me refiero a las del tenis, tiene que correr de un lado a otro cuando el “educado” la arroja lejos, sin que nadie sepa por qué.

¿Es un deporte o una expresión barata de un machismo brutal?

Estos centenares de jóvenes de ambos sexos, ya que están presentes en todas las canchas del mundo, ¿Tienen un contrato de trabajo? ¿Un seguro? ¿Una seguridad social? ¿Cómo les pagan, por horas? Porque yo y creo que todo el mundo, pensamos que les pagan, o los millones que el deporte produce es solo para los “mal educados” los dirigentes, los “apernados en un puesto bien pagado”. Si no les pagan, ¿quién podría interceder por ellos? ¿Y si algunos son menores de edad? ¿Se estaría cometiendo una ilegalidad?

Son niños y niñas ilusionados con ser famosos. Pero también son niños y niñas humillados públicamente. Y ¿qué opinan los padres de estos jóvenes trabajadores al ver cómo les tratan?

Desgraciadamente eso no es todo. Me quito el sombrero con los hinchas argentinos, cómo apoyan sus colores, sus jugadores, lo viven con euforia. Aunque los comentarios, de la multitud de “opinadores deportivos” que nacen cada semana hablan de “gente que no sabe comportarse” “fanáticos” y “desconocedores de los comportamientos tenísticos”

Pero en el tenis no se puede hablar como en el futbol, el boxeo, el baloncesto y otros deportes, no señor, a los “mal educados” les molesta si vuela una mosca, nadie puede toser, estornudar, peerse, reír o saludar, está prohibido porque desorienta a los jugadores.

No se puede llegar un segundo más tarde, no se puede poner de pie, quitarse la chaqueta, nada de nada, porque los señoritos dejan de jugar. Y si por desgracia suena el móvil, entonces debes abandonar el recinto. Es decir se paga una entrada, pero estás limitado, no hables ni digas nada, porque el estadio entero te mira con odio.

¡Cómo somos de imbéciles!

Es curiosa tanta parafernalia con estos señores, como si fueran dioses y sin querer ofender diré que varios o muchos han sido sorprendidos consumiendo sustancias prohibidas, digamos drogas, pero no son drogados, ellos dicen dopados. Pero siguen exhibiéndose, eso también es una falta de respeto al público en general.

Lo he dicho mayoritariamente criticando en género masculino, ya que la mayoría, no todas, de las jugadoras, no tiran la toalla al suelo, no arrojan lejos la pelota que no quieren usar y son más “bien educadas”

Se imaginan un combate de boxeo en silencio. Un partido de baloncesto sin que vuele una mosca. Un partido de fútbol sin pronunciar una palabra. No, nadie lo imagina. Pero en tenis sí, para no alterar o desorientar a los niñitos tenistas que se embolsan grandes cantidades de dinero, precisamente por la asistencia de público.

¡Cómo somos de imbéciles!

Si hasta en el tanatorio se puede hablar.

Espero que alguna asociación defensora del maltrato a las jóvenes, soportadoras de golpes con toallas, recogedoras de pelotas en la lejanía, defienda sus derechos y exijan respeto para estas personas. Aparte de un salario justo.

Estamos en el año 2016 hemos avanzado, pero aun persisten muchas formas de maltrato.

(Geral Aci, Madrid)

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