La voz más bonita de España

Hace calor, es la hora de la siesta, agosto se alarga como un lagarto interminable, se diría un cuento de Tennessee Williams. Yo estoy también echado sobre la gran cama, yo también soy de la familia, vamos, pero yo soy ese pobre escritor de toda la vida, entre Pinto y Valdemoro, a quien Javier Lostalé en ese acto de benevolencia que es toda su vida define como el “escritor total”. Pero todos saben, todos sabemos en esta casa en la que nadie es nadie sí invade el cálido éter la voz de Lostalé. De Javier Lostalé, ese poeta, ese locutor de los ojos muy claros y sonrisa enramada entre pícara y soñadora, de la casa forrada de libros, a quien mi mujer idolatra inútilmente, porque Javier es “La Voz” como lo era Sinatra en América y él mismo sabe o intuye lo que ocurre cuando todos los mejores poetas de España parecen cuadrarse en formación y en silencio en la “Residencia de Estudiantes” para oír su voz recitando versos de “Azul Celeste”, y ella y yo, desde la última fila, contemplamos emocionados la grandeza de este locutor de radio amante de las ondas que, así, tímidamente, se erige en maestro de maestros.

Termina el acto, la Voz del poeta ilumina las sombras del crepúsculo entre pinos y abetos de la legendaria y famosa Residencia, el escritor observa a su esposa, sensible y frágil, como las espigas en un día ventoso, esboza una sonrisa. Sabe que ella es feliz, ha sido transportada, por un tiempo infinito, por esa voz inefable e irrepetible de ese Dios para ella que es Lostalé leyendo sus propios versos, una voz que será recordada por siempre y para siempre como “La voz más bonita de España”.

(*) Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.