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Opinión: “Recuerdos de mi Abuelita…”

El Emporio

Por Geral Aci (Madrid)

viernes 12 de agosto de 2016, 03:28h
El Emporio

12AGO16.- Mi abuela, una buena madre para mi madre pero una pésima abuela para mí, tomaba mi mano en los años de mi infancia allá en Chile, mi lejano país y me decía: -¡Niño acompáñame al Emporio! Esta palabra se usaba para nombrar un gran almacén donde se vendía de todo, algo así como un Centro comercial para gente pobre de un país subdesarrollado o del Tercer mundo como dicen los misericordiosos. Nadie nunca dice… ¡saqueado!

Lo recuerdo porque los actuales súper son diferentes.

Comprábamos una Perlina, que era un paquetito con polvo jabonoso. Un cuarto litro de aceite, para ello llevábamos una botella con huellas aceitosas. Un Kolinos, pasta dental, no traía envase, por lo que veíamos cómo era. Una ampolleta o bombilla. Un cuarto kilo de queso de cabra (era el más barato) olía rico, era blanco y delicioso. 150 gramos de chancho, que era un embutido, también muy sabroso y barato. Medio kilo de porotos (judías) y de otras legumbres. Un kilo de azúcar negra, igualmente la de más bajo precio, (Ahora le llaman azúcar moreno) Es curioso yo he escuchado que algunos brutos llaman negras y negros a ciudadanos de África, sin embargo con el famoso azúcar son más respetuosos. Bueno, podría detalla muchos otros artículos, pero no quiero cansar.

Mi abuela ya no está y creo que es mejor, si le llevara a un supermercado de los modernos, le daría un infarto.

Lo cuento tal como lo he escrito; ya no hay Perlina, ahora tiene otro nombre, compré una caja de polvo jabonoso, medía medio metro de alto por casi veinte centímetros de ancho, y me pareció muy barato, pero al llegar a mi paupérrimo piso me di cuenta que traía menos de la mitad del dichoso polvo; fui a reclamar y el diálogo fue interesante: -“Señor, compré este polvo, pero la caja trae muy poquito”

-¡A mí que me dice, ¿no ha leído el envase?

-“No señor, es que no veo las letras pequeñas”

-¡Pues sabe lo que le digo, vaya al oculista!

Conclusión: es un engaño, una publicidad mal intencionada, un robo.

El que no puede comprar un litro de aceite, pues no lo consume, como diría el amable y educado empleado del súper ¡pues que se joda!

El envase de la pasta dental (Kolinos) es del mismo tamaño de las cajas que traen dentro una botella de vino, pero el tubo es pequeñito, con tres lavadas de dientes se termina, otra publicidad engañosa, otra estafa.

Pregunté por las bombillas (ampolletas) y mi sorpresa fue que tenía que comprar un Pak (no sé cómo se escribe) la cosa es que trae TRES unidades y otro diálogo:

-“Señor, yo quiero solo una bombilla, no tengo más dinero y además es sólo una la que está fundida”

- ¡Mire usted, hable con el encargado, yo no quiero saber nada-

Tuve que comprar tres, otra forma de obligar a consumir, pienso que es una nueva estafa.

Pregunté por el queso de cabra y me dieron un sobre de plástico y dentro unas lonchas blancas. Pensaba en un desayuno añorando los años de mi abuela, mi mano junto a la de ella y el olor agradable del recordado queso de cabra. Pero, ¡¡nada de nada!! No era queso, era un mezcla de algo traposo, sin ningún sabor; las lonchas pegadas, no olía a nada, y la composición hablaba de catorce componentes, pero ninguno decía Queso de Cabra. Nuevo diálogo:

-Señor el queso es desabrido.

-¡Joder tío, es que compras del más barato, ese es malísimo!

-¿Por qué venden cosas malísimas?

-¡A mí qué me dices!

El “chancho” o embutido lo mismo; entre plásticos, pegajoso, sin olor, asqueroso, otro plástico dentro de un estuche de plástico. Lo dejé sobre la mesa y ni las moscas se acercaron. ¿Alguien se preocupa de analizar con qué están fabricados mi añorado queso y mi inolvidable chancho? Temo comerlo.

Se podrían hacer muchos comentarios sobre la alimentación, quizás tengan alguna relación con una infección de estómago, alguna fiebre, obesidad, caída del pelo o problemas sexuales. No lo sé. Algunos me dicen ¡modernízate hombre! Yo quiero modernizarme, pero no quiero morirme por comer plástico. Quiero comprar sin que me engañen, o cualquier día tendré que comprar un carro con cuatro ruedas para traer el envase del polvo jabonoso y de la pasta dental.

A mi pobre abuela no la visito ni en el cementerio, temo que me pregunte ¿fuiste al Emporio, para comprar las cosas para la semana? Si le cuento todo preguntará: ¿Pero dónde están las autoridades?

(Geral Aci – 12 de agosto de 2016, Madrid)

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