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Opinión: “La Columna de Primavera…”

Delincuencia “transversal”

(Para no quedarme “out” con la manoseada expresión)

Por Primavera Silva Monge (*)
miércoles 10 de agosto de 2016, 03:15h
Delincuencia “transversal”

Por Primavera Silva Monge – desde Santiago de Chile

10AGO16.- Desde hace bastante tiempo escucho decir a las autoridades gubernamentales chilenas, algo parecido a: “hay que combatir la delincuencia”. Luego, lo oigo venir también del exterior.

Vuelvo a oírlo acá… y allá… ¿Pero qué es esto? ¿Un juego de palabras? ¿Una adivinanza, un eslogan internacional o una oda a la postergación? Porque… ¿Cómo en tanto tiempo, no se le ha ocurrido a ninguna institución, algo mejor que poner rejas, alarmas y otras medidas tan estúpidas, que no han dado resultados para terminar con la miseria que empuja a delinquir? Tenemos las cárceles sobrepobladas de delincuentes. A menudo se sabe de nuevas construcciones de alta seguridad con unos costos tan altos, que con ese mismo dinero se habrían podido hacer unas cuantas poblaciones familiares y no carcelarias. ¡Más aún! Gratuitas. Tal vez con hogar, aquellos jefes de familia, hoy privados de libertad, no habrían tenido la indignidad ni la necesidad subhumana de faltar a la ley.

Si visualizamos la delincuencia como una enfermedad social…. Lacra, como le llaman… A mi modo de entender consideraría, que es deber de las autoridades hacer un estudio prolijo de las causas que la originan. No se trata de quitar la fiebre acallando los síntomas, tapar la boca de los afectados para no sentir sus quejidos lastimeros, ni darles un tiro de gracia frente a su agonía y clamor por calmantes más efectivos.

Pareciera que las malas costumbres de exterminio se están contaminando por el mundo entero. No entiendo de qué otra manera se puede “combatir” a otro ser humano, que tiene costumbres diferentes a las nuestras, que no es responsable de haber nacido en un mal ambiente, donde no sólo se les enseña desde niños a quebrantar las reglas de la buena convivencia, sino que se les exige dicha conducta dentro de la familia. Muchas veces, se llega al punto de hacer lucir los atroces cuentos de Dickens, como cuentitos de hadas.

Los delincuentes de escasos recursos económicos, como en las más primitivas de las tribus, se multiplican y culturizan según lo que sus precursores y líderes les inculcan. Son fieles seguidores a los modelos que se les ofrecen. Mientras, la clase social extrema se aparta más y más de los pobres, dejándolos marginados y sin acceso al conocimiento del buen vivir de sus propios compatriotas. Con dicha separación y escondite, no les dejan más chance que imitar al modelo externo de sociedad, que es donde están sumidos los de arriba, los del medio y los de abajo, que con menor cultura sólo atinan a actuar sus roles de excluidos, según se les indica a diario, gota a gota, a través de la pantalla chica.

¿Podrán creer las autoridades, que estos antisociales, como se los denomina absurdamente, sufren y, que entre otras cosas se sorprenden de ser aprehendidos y ser asesinados sin juicio si se los pilla delinquiendo in fraganti? Estos delincuentes lloran sus bajas que consideran injustas. No entienden “cómo fue a pasar aquello, si era tan buen niño, buen marido, alumno, etc.” Es su forma de vida, que no los convierte en ratas. Son compatriotas que tuvieron el infortunio de haber nacido con modelos familiares imperfectos para la armonía social. ¿Quién es responsable de que ni en sus escuelas ni hogares haya formación moral? Ni siquiera lo que se observa en los medios, es decir en la sociedad a su alcance, es decente. Por un lado, los crímenes cometidos por honorables gubernamentales, como son los fraudes fiscales y abusos sexuales entre otros, no contagia a sus correligionarios y es más, se mejoran rápidamente de sus males. Sin embargo, a sus pares poblacionales, por el hecho de carecer de cultura, dinero y fuero, se los estigmatiza con su población de origen, más toda el área que podría abarcar el eventual contagio de su mal.

Sumiéndome en la historia de mi país, he recordado el famoso eslogan de Pedro Aguirre Cerda, Presidente de Chile entre 1938 y 1941, quien se esmerara en introducir en la mentalidad nacional, que “Gobernar es educar”, aseverando que la educación es el más alto derecho de la población y que la función principal del Estado el otorgar las herramientas necesarias para alcanzarla. Sin embargo, hoy parece pretenderse que la población se eduque por sí misma en circunstancias, que si lo llegase a conseguir, como autodidactas tampoco serían respetados y, como en el juego del Metrópolis… “vuelve a la cárcel por dos vueltas más” (léase generaciones), quedando en las mismas condiciones con que entró al jueguito.

Para terminar, dejo para la reflexión algo que supe hace un tiempo y que hasta hoy me ha dejado boquiabierta: Ciertas Universidades de Ingeniería Comercial, donde se fabrican gerentes y empresarios, enseñan a sus pequeños alumnos (entre 18 y 22 añitos) que la cesantía prácticamente es un bien nacional, que es necesaria para el equilibrio social y que la carencia de oportunidades educacionales y consecuente falta de especialización de la población, permite mantener una mano de obra barata, sin obligar al Estado a importar mano de obra externa. Esto, debido al alto costo que alcanzaría la local en caso de ser educada y dignificada.

No logro comprender cómo se espera que una gran porción de la sociedad, amenazada de exterminio o encarcelación, se mantenga bajo deplorables condiciones de atención Estatal. Mucho menos logro atisbar con qué valores se pretende formar seres humanos justos y decentes, si no existen íconos dignos de imitar.

(Primavera Silva Monge. 10 de agosto de 2016 – Santiago de Chile)

GLOSARIO:

Out: fuera, fuera de onda

Delinquir: cometer actos de delincuentes

Lacra: conglomerado de delincuentes

Metrópolis: juego de salón, en que se compran propiedades y se cobra por el derecho a pasar por sus calles, hasta empobrecer a los adversarios, que pueden caer en un hospital o en la cárcel, si carece de habilidades o el dado no le dio los puntos necesarios.

Primavera Silva Monge (*)

(*) Primavera Silva Monge es una escritora chilena, traductora de japonés, ex alumna del prestigioso Instituto Nacional de Santiago de Chile, artesana y socióloga por afición. Sus escritos los redacta referidos principalmente a los temas cotidianos imprimiéndoles una dosis de frescura y cercanía que hacen muy fácil su lectura y comprensión. Su género literario favorito es la novela y el relato o cuento corto.

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