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Opinión

Despropósitos a granel de los líderes políticos españoles

Por José Antonio de Yturriaga (*) y enviado por José Antonio Sierra (CCLAM)

sábado 06 de agosto de 2016, 04:05h

06AGO16.- Siete meses después de las elecciones generales del 20-D nos enfrentamos al grave riesgo de la celebración de unas terceras elecciones a finales de año, debido a la flagrante irresponsabilidad de los líderes políticos españoles, que carecen de sentido de Estado y no están a la altura de las circunstancias.

Quizás el menos incoherente haya sido Pablo Iglesias (PI), que es evidente que no tiene nada en común con el PP y ha anunciado su lógica oposición a un Gobierno de Mariano Rajoy (MR). Parece resignarse a que no se forme un Gobierno de izquierdas y ha tirado la toalla al respecto, aunque, pro forma, siga “tendiendo la mano” a Pablo Sánchez (PS) para que forme un Gobierno con el PSOE, Podemos (Ps) y sus confluencias, IU y los nacionalistas, de izquierdas o de derechas. Estima que es poco viable, sobre todo después de la reciente decisión del Parlament Catalán de iniciar la vía hacia la secesión de Cataluña de España. Vaticina que el PSOE se hará de rogar pero, a última ahora, optará por abstenerse y habrá un Gobierno minoritario de MR en Septiembre. ¡Inshallah!

Ambición y obstinación de Pedro Sánchez y del PSOE

PS sigue empecinado en su NO con mayúscula a un Gobierno del PP, incluso en minoría, y cierra la cuadratura del círculo asegurando con desparpajo que no habrá nuevas elecciones. Ya nos dirá cuál es su mágica solución. En sus manos está que se forme Gobierno sea del PP o de izquierdas. Acaba de decir por enésima vez que en ningún caso apoyará la formación de un Gobierno de MR, so pretexto de que no puede apoyar lo que quiere cambiar. Pero no se trata de que le dé su apoyo –que sería lo lógico en una democracia consolidada- sino que, mediante su abstención, no bloquee la formación de dicho Gobierno. Los barones y los veteranos dirigentes socialistas –incluido Felipe González- reafirman en público la decisión de voto negativa adoptada por la Ejecutiva Federal, pero se muestran en privado partidarios de la abstención. Sólo el Presidente extremeño Guillermo Fernández Vara ha tenido valor para decir en público lo que piensa privado, pero ha sido desautorizado por el PSOE y obligado a rectificar. La celebración del Congreso Federal está a la vuelta de la esquina y pronunciarse a favor de la abstención pasaría factura a los políticos responsables. PS tiene la desfachatez de exigir a MR que negocie con los partidos nacionalistas ideológicamente afines para que le den su apoyo, cuando sabe perfectamente que, en las circunstancias actuales, es imposible cualquier tipo de acuerdo con los nacionalistas catalanes y que su propio partido le ha prohibido. Nada más producirse un acercamiento entre PP y el Partit Demòcrat Catalá (PDC) –última reencarnación de CDC- con el vergonzante acuerdo para la formación de la Mesa del Congreso, ha sido el primero en atacar por ello a MR. PS aún alberga en su corazoncito la esperanza de presidir un Gobierno de izquierdas que algunos aún consideran posible. Aunque el portavoz del PSOE, Antonio Hernando, haya dicho que PS no contempla la posibilidad de intentar liderar una alternativa de izquierdas, éste –siguiendo una actitud de calculada ambigüedad- se niega a rechazar dicha posibilidad y acoge con complacencia los llamamientos de Ps y sus confluencias. PS desea que MR sea elegido Presidente con el apoyo de Ciudadanos (Cs) y de los nacionalistas conservadores para poder sentarse en la oposición de forma virginal y desplazar a Ps de esta labor. De ahí su resistencia a condescender con una abstención que permitiría a PI acusarle de connivencia con el PP y de constituir una oposición de pacotilla, frente a la real que Ps representa.

Contradicciones de Albert Rivera y ambigüedad de Ciudadanos

Albert Rivera está dando sobradas muestras de ingenuo buenismo, amateurismo, falta de experiencia y profesionalidad, tendencia a aplicar distintos estándares según los partidao y las circunstancias y, en definitiva, falta de responsabilidad . Son notorias sus ocurrencias y meteduras de pata, como pedir al Rey que influya sobre PS para que el PSOE se abstenga en la votación de investidura o su negativa a poyar a MR, aunque sí al PP si se librara de él. Resulta ridículo que el dirigente de un partido con 32 escaños exija la retirada del líder del partido que ganó las elecciones y cuenta con 137, como condición para prestarle su escuálida contribución. El mariposeo, la ambigüedad y la frivolidad AM no ayudan a que Cs acabe de lograr su identidad y se convierta en un partido asentado en el centro del tablero político, con posibilidades de oscilación hacia Levante y Poniente. Ha sobreactuado al tragicómico contubernio PP-PDC cuan novia ultrajada y ha decidido pasar de la “abstención técnica” al voto negativa. Dando pruebas de su recurso al doble estándar, Cs no ha seguido la tónica que adoptó meses atrás cuando el PSOE prestó un par de senadores al PDC para que pudiera tener grupo propio en el Senado y AR no rompió su acuerdo de investidura con aquél. Como ha observado Carlos Herrera, si AR se pone todo lo exquisito que no se puso cuando su pacto de investidura con PS, se puede encontrar con una suma inesperada a su izquierda que acabe consiguiendo formar Gobierno. Si no vota SÍ a la investidura de MR, otro Gobierno sería posible. Afirma que sólo hay dos alternativas: un Gobierno de consenso de los partidos constitucionales sin MR o un Gobierno en minoría del PP. La primera opción ha sido reiteradamente rechazada por el PSOE y para que se produjera la segunda no bastaría con la abstención de Cs. Sería necesario que apoyara la investidura para que, desde los 169 votos alcanzados, se pudiera ejercer una fuerte presión sobre el PSOE para que se abstuviera. No se trataría de un apoyo a las políticas del Gobierno de MR, sino de un acto de responsabilidad política que facilitaría la formación del Gobierno y le permitiría situarse en la oposición y colaborar con él tan sólo en las cuestiones fundamentales y en la adopción de Pactos de Estado. El voto negativo del PSOE y la abstención de Cs nos abocan inexorablemente a la repetición de las elecciones por tercera vez.

Objetivo primordial de la oposición: Que no gobierne el Partido Popular

Parece ser que el objetivo primordial de los partidos de la oposición –al que supeditan cualquier otro, por importante que fuere- es que no vuelva a gobernar el PP y, con esta preferencia en mente, están adoptando actitudes vergonzosas y preocupantes. Como ha señalado Raúl del Pozo, los partidos se están comportando como sectas del sol, especialmente el PSOE, sin recordar que llevan en sí mismos el principio de su propia destrucción. PS se niega a reconocer que llegó el período termidoriano. No hubo “sorpasso”, pero el apareamiento del bipartidismo trajo dos criaturas y una de ellas rompió el monopolio de la izquierda. Los partidos han confundido sus intereses con el interés general. Hemos llegado al entusiasmo sectario de las siglas, al patriotismo de partido y a la fe del carbonero, todo en razón inversa al interés general. Es casi seguro que no habrá terceras elecciones y que, al final, “el PSOE, con Pedro o sin él, apoyará un Gobierno del PP, tarde, mal y nunca”. Comparto el diagnóstico del prestigioso periodista, aunque no tanto su conclusión. Hasta ahora ningún partido se muestra dispuesto a ceder un ápice en pro del interés general de España y los números son testarudos: para formar Gobierno, el candidato –presumiblemente MR- debería recoger más votos positivos que negativos y ello sólo sería posible con la abstención del PSOE o de algunos de sus diputados. Pese al claro mandato del electorado, que por partida doble ha marcado una ruta transversal por la que deben transitar -si no en amor, al menos en compaña- partidos de distintas ideologías y ubicación en el tablero político, los partidos de la oposición han hecho caso omiso y mantenido hasta ahora sus posiciones intransigentes, pues –según Antonio Lucas- si no saben negociar con las ideas propias, aún menos lo podrán hacerlo con las contrarias. La solución –si es que llega- será expuesta en el último minuto, que es otra manera de exagerar la desgana e incluso de disimular los feos pactos para los que no les votamos. Es curioso que ni siquiera hayan esperado a celebrar unas negociaciones en las que exponer sus demandas y reivindicaciones –cuyo eventual rechazo podría justificar su actitud-, para adelantar su NO a cualquier posible colaboración. La diputada de Coalición Canaria Ana Oramas –que ha sugerido una original solución de “abstención compartida” de toda la oposición que permita a MR la formación de un Gobierno en minoría- ha dicho que “se necesita más tiempo”. No estoy de acuerdo con esta afirmación porque lo que falta no es tiempo sino voluntad política. Por mucho tiempo que se conceda al candidato MR para negociar con otros partidos, especialmente PSOE y Cs -y la Constitución no fija un período tope para su comparecencia ante el Congreso para solicita la investidura-, si estos partidos no cambian el “chip”, será metafísicamente imposible que se llegue a un acuerdo, por muy de mínimos que sea.

Pusilaminidad de Mariano Rayoy e incongruencias del PP

Pasemos al otro lado de la cancha para examinar la conducta –o falta de ella- del otro jugador del partido, y contemplemos el catálogo de errores y de horrores del protagonista MR, ”last but not least”. Ya cuenta en su debe con un ataque de miedo escénico que le llevó a hacer mutis por el foro tras el 20-D y dejar las candilejas al galán contrincante PS. Pese a sus intentos de justificación basados en que carecía de sentido meterse en la cueva de los leones del Congreso sin contar con los votos necesarios para su investidura., su “espantá” –en el mejor estilo de Curro Romero- ha sido un acto de cobardía, egoísmo y autodefensa personal. Las bofetadas que recibió el sobresaliente de espadas no fueron tantas y su arrojo al solicitar una investidura imposible le sirvió para mejorar su decaída imagen, mientras empeoraba la del “maestro”, supuesto líder de la lidia. Ahora, tras su segunda oportunidad, no ha rechazado el encargo de Felipe VI de solicitar la investidura, aunque parece haberla aceptado a beneficio de inventario. Con su habitual lenguaje de Oráculo de Delfos en versión galaica, ha dicho que acepta el encargo pese a no contar con los apoyos suficientes, y que haría todo lo que pudiera aunque no dependiera de él. “Si consigo los apoyos, puede pasar una cosa y si no los consigo pueden pasar dos”. ¿Está claro? En roman paladino, parece indicar que si obtuviera el respaldo suficiente se presentaría a la investidura y, en caso contrario, podría presentarse o no. Genio y figura, MR no parece haber aprendido el Catecismo del Padre Ripalda que exhortaba a decir Sí o No, como Cristo nos enseña. No se sabe si se trata de un Sí condicionado o de un Quizás. Me recuerda la letra del famoso bolero de Oswaldo Farrés, popularizado por Nat King Cole:

Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde.

tu siempre me respondes quizás, quizás, quizás.

Y así pasan los días y yo desesperando

Y tu, tu contestando quizás, quizás, quizás.

Estás perdiendo el tiempo pensando, pensando,

Por lo que tú mas quieras hasta cuándo, hasta cuándo.

Y así pasan los días…”

MR ya había tanteado el terreno haciendo decir al portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, que “sería absurdo ir a la investidura si no cuenta con los votos suficientes para ser investido”, sugiriendo una posible autodisolución consensuada de las Cortes tras su incomparecencia o insinuando que la aceptación del mandato real no suponía la obligación de comparecer ante el Congreso para someterse a la investidura. Esta última afirmación es difícilmente sostenible tanto desde el punto de vista jurídico y como del político. El encargo real es inequívoco y no se trata de un mero tanteo, sino de un encargo en toda regla: Vengo a proponer a MR “como candidato a la Presidencia del Gobierno”. Y según la Constitución, el candidato propuesto por el Rey “expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretenda formar y solicitará la confianza de la Cámara” (artículo 91). Aunque las normas jurídica sean interpretables y el derecho no sea una ciencia exacta, el texto de la disposición con el recurso al futuro perfecto y el contexto del mismo parecen indicar que, una vez que MR ha aceptado con mayor o menor entusiasmo su candidatura, deberá rendir cuentas ante el Congreso y solicitar su investidura como Presidente de Gobierno.

MR debería presentarse no sólo por respeto a las normas constitucionales, sino también por coherencia política. El líder del partido mayoritario debe intentar formar Gobierno –como ha reclamado el propio Rajoy- y negarse a comparecer por el temor a recibir los zarpazos o rasguños de la oposición -que está esperando a la víctima con vesania y regodeo- no son motivos suficientes para dar la “espantá”. Pese a su alta autoestima, MR no parece valorar que es un parlamentario experimentado, hábil y coriáceo, que podría llevarse a sus insignificantes contrincantes de pitón a pitón, con la excepción quizás de PI. La persona que pretende gobernar un país debe exponer y defender ante los representantes del pueblo los principios inspiradores de su política y su programa de Gobierno. Si los demás partidos rechazaran sus propuestas y le negaran la investidura, ellos serían los responsables ante la opinión pública de la celebración de unas terceras elecciones sin motivos que lo justifique, antes al contrario. Como ha señalado MR reiterando lo que es obvio, España necesita urgentemente un Gobierno que haga frente a los imponentes desafíos a los que se enfrenta el país. Demasiado bien le ha ido tras siete meses sin Gobierno –¿acaso hemos descubierto las bondades del “sistema belga”?-, pero no se puede ignorar los requerimientos inmediatos y urgentes de la fijación del techo del gasto público, la presentación de los presupuestos para 2017 y el cumplimiento de los compromisos con la Unión Europea, que ha perdonado a España la imposición de una sanción por incumplimiento de su obligación de reducir el déficit, aunque le haya dado un toque de aviso al congelar la disposición de los fondos estructurales adjudicados al país. La eventual incomparecencia de MR ante el Congreso produciría una situación inédita en la joven democracia española, podría en entredicho las leyes y las instituciones del Estado, y provocarían el descrédito de España a nivel internacional. Hay que reconocer que MR no lo tiene nada fácil y los líderes de los partidos constitucionales se resisten a “dar salida al toro”. Esperemos –la esperanza es lo último que se pierde- que PSOE y Cs reflexionen, modifiquen su actitud de bloqueo y permitan la formación de un Gobierno de PP en minoría. No sería tampoco para tirar cohetes, porque un Gobierno que sólo cuente con el respaldo de 137 diputados sería fácil rehén de la oposición y tendría una complicadísima andadura. Contando, sin embargo con los 32 votos de Cs, podría forzarse al PSOE a una abstención que permitiera la formación de Gobierno. En todo caso, más vale un Gobierno débil en mano que ciento volando.

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