La pintura colorista figurativa al óleo de Àlvar Suñol (Mongat, 1935) se caracteriza por tener la figura humana como protagonista principal, con frecuencia en actitud ensimismada, contemplativa o reflexiva, lo que la hace misteriosa e inquietante en ocasiones. Pintura ambiguamente narrativa, literaria.
Montserrat Puertas, historiadora del arte escribe en el catálogo: “Es especialmente digna de mención la cualidad, que podríamos llamar “caleidoscópica” de las primeras pinturas de Àlvar Suñol, que hace que una imagen pintada se pueda percibir como un elemento parcial y singular, pero al mismo tiempo total”. Es decir si centramos la mirada en un fragmento pintado y lo aislamos, nos daremos cuenta de que este fragmento aislado es en sí mismo un todo tan expresivo, que podría convertirse en una nueva pintura. Esta cualidad es, a mi parecer, el resultado de la elaboración artesanal, lenta, pausada, mesurad y muy trabajada que caracteriza su forma de hacer”.
Suñol realizó recientemente otra exposición en el castillo de Benedormiens, titula “Àlvar, Belleza, interioridad y alma”. La pintura de Suñol acoge la pareja humana, niños, espacios interiores, simultaneidad de escenas, cuadros dentro del cuadro… Pintura llena, acumulativa, rica de contenidos y sugerencias. Una figuración que trasciende la realidad para ensimismarse en el arte.
El catálogo de la exposición en el castillo de Calonge cuenta con una buena biografía personal, de trayectoria artística y amplia bibliografía.