Y dos huevos (noticias) duros

En el primer caso unos energúmenos, que en teoría aficionados que asisten a una competición futbolística, se supone que a disfrutar del futbol, alteran el orden natural del su afición y se vuelven cafres arremetiendo contra la hachada de otros equipos y convierte lo que debería ser una sana competición deportiva en una batalla campal, dente florece la violencia con consecuencias graves por las lesiones que lleva la alteración del orden público.

La nieta hico lo que convenía al momento además siguiendo las instrucciones que le dieron creo que desde un centro hospitalario donde ella llamo, y en el que posteriormente atendieron a su abuelo.

El hombre moderno está muy desnortado, la necesidad enfermiza que a veces tienen , algunos lógicamente, de disfrute hedonista, se convierte en tendencia aditivas y compulsivas enfermiza y en vez de disfrutarlos racionalmente, sucede lo que sucede, por no estar “al loro” de la naturaleza de las situaciones y experiencia.

Cuando no se actúa con sentido de la realidad o cuando se hace de forma contraria a la naturaleza de los aconteceres, el devenir de las sensaciones de quien así actúa se le vuelve contra él y se troca en el caso del futbol por lo que debía ser placentero el disfrutar del futbol de su equipo, en impulsos aditivos, violentos y compulsivos que le lleva hacia actitudes violentas y enfermiza y sufre en lugar de disfrutar

. Por el contrario cuando uno se empapa de las situaciones como en el caso de la nieta, actúa como debe que es llamando a un centro hospitalario y llevada por el cariño a su abuelo le aplica los primeros auxilios en la forma que le aconsejan en ese centro el resultado de la combinación del sentido común con el amor que derrocha con su abuelo, la hace que tal vez haciendo de tripas corazón le aplica lo que le aconseja quien sabe, y el resultado es satisfactorio, no solo desde el punto de vista médico sino también desde, desde el moral y de conciencia de la nieta.

Vendemos nuestro espíritu “por un plato de lentejas” como en el correlato bíblico y trocamos nuestra primogenitura por unas lentejas, no solo perdiendo en el cambio sino que además esto nos produce hastió y frustración.

Les aconsejo y me aconsejo a mis mismo que por mucha hambre que tengamos no cambiemos Poe la inmediatez de la satisfacción de una necesidad nada menos que la primogenitura con las prerrogativas estupenda que esta tiene.

(*) Pedro José Rodríguez Iglesias, es escritor. Autor de “Ética para Políticos”, “Regeneración Política y Social”, “Independentismo, la gran estafa”….