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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

Las puertas del paraíso

Por Germán Ubillos Orsolich

miércoles 01 de junio de 2016, 03:36h
Las puertas del paraíso

01JUN-16.- Según pasan los años y vas siendo testigo de como tus padres, alguno de tus hermanos o hermanas, amigos muy queridos, profesores y parientes emprenden ese viaje misterioso hacia ese mundo desconocido por no visto desde éste, y del que al decir de Antonio Machado del que nunca has de tornar.

Y según constatas que vas superando las diferentes dolencias mientras compruebas que los achaques van en aumento y que la carrocería se va haciendo herrumbrosa, mientras la mente, esa llama viva de lo que llaman el espíritu continúa “centinela alerta”, con esa especie de ansiedad generalizada que los galenos de bien diagnostican con esa bondad y precisión de la moderna medicina; más me da por pensar en la enorme dificultad que tenemos para atravesar lo podríamos llamar las “Puertas del Paraíso”, ese momento clave, inquietante y tremendo a la vez para poder penetrar en el oasis de paz que tanto anhelamos, y en el que poder contemplar el rostro luminoso y abrasador del Padre y como consecuencia los pequeños rostros apenas aún iluminados de tus padres, de tus amigos, de tus seres queridos que se van dejando ver lenta, muy lentamente deslumbrados como estaremos por la luz tremenda de la faz de Dios.

Creo que sobre todo las personas que han sido mimadas en esta vida por el Altísimo y que han hecho escasos méritos para responder a ese amor, lo van a pasar, lo vamos a pasar ciertamente muy mal. Pues el paso es estrecho y angosto, como lo es la senda de la salvación, y las faltas de omisión, nuestra indolencia o por mejor decir indiferencia hacia los sufrimientos ajenos, eso que se llama egoísmo o narcisismo y que hace mella en el doliente y miserable cuerpo humano y digo miserable no por mísero pues puede ser el templo del Espíritu Santo sino también el de todos los demonios y pecados capitales como gusta llamarles la Iglesia en la que hemos sido educados.

Últimamente este sentimiento se agudiza en mi conciencia al ver como desaparecen o se marchan gentes tan valiosas, tan buenas de forma tan poco comprensible. Y ese “Alguien” sin embargo me mantiene todavía a este lado de la frontera o del frontispicio.

Así, muy últimamente empiezo a intuir que quizá se trate de “una espera”. Sí, una espera como la de una estación de autobuses a la intemperie, bajo un techado metálico pero con mucho frío y mucha lluvia, que cae a plomo a pocos metros de nosotros de unas nubes negras y esponjosas que van derritiendo el cerebro mientras tus huesos te duelen y tus músculos tiritan.

El autobús no sabes cuándo va a llegar y lo peor del caso es que te sientes engañado y humillado en todo tu ser y te demuestran que no eres nada, que eres la nada, una masa informe y vieja que solo recuerda el pasado lejano de una infancia perdida para siempre, de unos seres que te querían y te valoraban sin pedirte a cambio nada.

O un frío pasillo que te recuerda un pasado tan noble mientras también esperas a que alguien termine de hablar, pues no te has atrevido a entrar ya que has llegado tarde por la indolencia, la invalidez o el consejo de quien queriendo hacerte el bien no te lo hace o te hace comprender que todo o casi todo lo que haces lo haces mal. Y es entonces cuando ese orgullo queda de nuevo por los suelos y esa autoestima vana, pues vana es la vida de los seres humanos, queda enfrentada y contrastada con la realidad de la nada, pues has quedado fuera y ni entras ni sales. Has llegado tarde por muy pocos minutos, quizá solo segundos, y eso es lo más terrible de haber perdido por ejemplo una “Copa de Europa” en los últimos instantes, o lo que es peor la vida eterna de no morir para siempre por culpa de un equívoco que anidaba en lo más profundo de tu ser. Y el Señor, que ha sido tan misericordioso después de ofrecerte una vida regalada, tan llena de títulos y de honores o de “Copas de la Uefa”, te tiene ahora sin embargo ahí precisamente a las puertas del paraíso esperando no se sabe el qué ni cuánto tiempo, pues la conferencia ha comenzado, quizá el Banquete del Reino y tú no estabas preparado ni listo, pero sí lo suficiente presto como para llegar con la lengua fuera hasta esas puertas, hasta las “Puertas del Paraíso”.

Sí, pienso lectores que consiste en eso. Han sido demasiadas las misericordias, perdones y regalos para haber sido tan poco correspondidos. Y todos los honores y el amor propio y el orgullo quedan en nada, pues has sido invitado por el Delegado de Curso o por el Portavoz o su Representante a la conferencia y lo peor del caso es que ante esa prueba que soportas tan mal, decides - tras haber esperado unas horas o unos siglos quizá a las puertas del Paraíso, ese Paraíso que soñabas en esos momentos de esperanza terrestres - poniéndote en pie para salvar los residuos de aquel orgullo personal no esperar más a ese autobús que no llega, a ese compañero que no termina de dar la conferencia y te das media vuelta y te pierdes así definitivamente, pues sigues buscándote a ti mismo en lugar de haber aguantado un poco más y haber comprendido que el Señor quería probar solamente tu pequeña paciencia, pero es ese orgullo, esa autoestima tan humana por un lado y tan torpe por el otro es la que te hace perder la posibilidad de alcanzar y atravesar el umbral de aquellas Puertas Celestiales. “Las Puertas del Paraíso” a las que el Señor aludió una vez más desde el tormento de la Cruz.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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