Estreno de Moisés y Aarón en el Teatro Real

Son muchos los grupos animalistas, tan sensibles en la actualidad por el trato que se inflinge a los animales en general, y por los toros en particular, que han levantado sus voces ante el “posible maltrato” que se pueda dar a Easy Reader. Pero pierdan cuidado estos fantásticos grupos que velan por el bienestar de los animales, porque en palabras del propio Ignacio García Belenger, director general del Teatro Real, el toro se encuentra en las mejores condiciones para participar en la obra. Asegura que el cuidado y el bienestar del animal son, en todo momento, extraordinarios y que nadie debe temer, como algunos han apuntado, que se le pueda drogar o administrar medicamentos específicos para mantenerlo tranquilo. Precisamente ha sido seleccionado por su buen carácter y por no presentar problemas, dado que se comporta siempre pacíficamente.

Por otra parte, la empresa Jacana Wildlife Studios ha cumplido con todos los requisitos burocráticos requeridos para el traslado del animal desde la región francesa de Cahrol, como también se cuenta con los certificados veterinarios correspondientes.

Como curiosidad, se le pasea durante una hora todos los días, se le alimenta y suministra el agua suficiente para su correcta hidratación y se le cambia la paja y el heno, del que se han adquirido 600 y 1000 kilos respectivamente.

Por supuesto, la presencia de Easy Reader en Moisés y Aarón, es esencial y para nada, decorativa, según el director de escena Romeo Castelluci, uno de los más brillantes creadores de las artes dramáticas, por eso le duele que se haya polemizado y especulado tanto por algo tan banal y al mismo tiempo tan imprescindible para esta ópera inacabada de Arnold Schönberg, como es la presencia del toro en el escenario.

Si nos remontamos a los orígenes de este pasaje de la historia sagrada, cuenta la Biblia hebrea, que el becerro de oro era un ídolo, un «falso dios» adorado por los israelitas. Cuando se abolió la esclavitud de los hebreos en Egipto y fueron guiados por Moisés hasta el monte Sinaí, éste lo escaló para hablar con Yahavé, pero al ver que transcurrían muchos días, el pueblo hebreo le pidió a Aarón, hermano de Moisés, que les hiciera dioses. Aarón accedió y con los aretes de oro que todos llevaban en sus orejas fundió un ídolo con forma de becerro para que los hebreos pudieran adorarle y ofrecerle sus sacrificios. Era el nuevo dios. Pasaron cuarenta días y Moisés bajó del monte Sinaí con las Tablas de la Ley donde están escritos los Diez Mandamientos. Pero Moisés que vio que los hebreos adoraban al becerro rompió las tablas de la ley. Después destruyó el becerro haciéndolo polvo que esparció en el agua y el oro emergió a la superficie. Los israelitas fueron castigados a beber el agua con el polvo de oro.

“Cómo podemos amar aquello que no podemos imaginar”, se planteó Arnold Schónberg como cuestión metafísica. Una trama que gira constantemente en torno al pueblo y a la religión; y al antagonismo que ambos representan.

Moisés y Aarón se gestó como ópera como respuesta a los movimientos antisemitas. Schönberg que se había convertido al protestantismo en 1898, indignado por el clima del momento contra los judíos, en 1933 se convirtió al judaísmo, al tiempo que Hitler tomaba el poder. En la producción participan unas 400 personas entre artistas y personal técnico.

El interés y la curiosidad por esta coproducción, al tiempo que por su dimensión histórica, están servidos.

Ópera en tres actos

Libreto del compositor, basado en el libro del Éxodo de la Biblia

Es una coproducción con la Ópera de París

Coro y Orquesta titulares del Teatro Real.

Se representarán los días 24 y 28 de Mayo

1,5,9,13 y 17 de junio

(*) Concha Pelayo es escritora y miembro de AECA