En la última, 'Avenida de los misterios' (Tusquets / Edicions 62), el norteamericano vuelve a poner en pie todos sus fantasmas: la infancia desvalida, la búsqueda del padre, las distintas opciones de la sexualidad, el mundo del circo, la fortaleza de las prostitutas; con un toque nuevo que quizá no guste mucho a Donald Trump, porque el protagonista es el niño mexicano Juan Diego (sí, como el niño indio al que se le apareció la Virgen de Guadalupe), crecido en un vertedero de Oaxaca, que acaba convirtiéndose en un próspero escritor estadounidense con problemas cardiacos. La novedad es el tono elegíaco de la historia
'Avenida de los misterios' no fue en su origen una novela sino un guión cinematográfico que John Irving arrastró durante años hasta reconvertirlo en lo que es, una novela sobre la infancia y la decrepitud. No la imaginó en México sino en la india, cuando vio las fotos de unos niños artistas de circo, cuya trayectoria investigó in situ, pero el proyecto no prosperó. Por lo menos en esa forma. Con los años, la historia se hizo mexicana y se dejó impregnar de toda la religiosidad y cultura milagrera del lugar. “Eso me permitió utilizar la figura del 'gringo bueno', un desertor de la guerra de Vietnam, que hubiera sido imposible si la novela ocurriera en la India", dice. El escritor, que ha visto como muchas de sus novelas se llevaban a la pantalla grande –escribió unas memorias al respecto, 'Mis líos con el cine'-, no pierde la esperanza de que algún día, por lo menos la primera parte de 'Avenida de los misterios' –título que hace alusión a la explanada frente al santuario de la Virgen de Guadalupe- pueda finalmente ser llevada al cine..