La llamada de lo salvaje (1903) narra las aventuras del perro Buck a lo largo de su vida, que atraviesa por distintos propietarios y diferentes geografías, por lo que la novela –de 169 páginas en la edición de Nórdica- va dando cuenta de la distinta tensión de la lucha por la vida, según se viva en la casa burguesa de un juez o en la dureza de la nueve, arrastrado un trineo, donde hay que manifestar el liderazgo ante los otros perros.
En suma, una novela que habla de nosotros mismos a través de una bellísima fábula animal. La llamada de lo primitivo, de lo salvaje, del bosque o de la naturaleza en definitiva, a la que todos pertenecemos y nos acercamos en todo momento de una manera más o menos intensa.
Jack London es el pseudónimo de John Griffith Chaney (San Francisco. California, 1876 – Glen Elen. California, 1916) es uno de los escritores más brillantes de los Estados Unidos. Su obra maestra La llamada de los salvaje ha conocido numerosas traducciones y ediciones de la obra, también traducida en otras versiones como La llamada de la selva.
El autor, Jack London, se embarcó hacia Alaska junto a los buscadores de oro y allí conoció personajes singulares y la dureza de sus vidas, algo que trasladó a sus preciosos cuentos como La ley de la vida, El burlado, Cara de luna, Bâtard, El pagano, El silencio blanco, La liga de los ancianos…
“Un voluntarioso periodo de formación intelectual incluyó heterodoxas lecturas (desde Kipling o la filosofía de Nietzche) que le convertirían en una mezcla de socialista y fascista ingenuo, discípulo del evolucionismo y al servicio de un espíritu esencialmente aventurero”, se explica en la biografía de London en el libro.
La escritura de Jack London es soberbia, tiene músculo, belleza en su dureza y crueldad, siempre digna, con frecuencia nihilista o desconfiada de la condición humana, porque el hombre ha de luchar por su propia subsistencia…
Sobre London se han realizado películas como Las aventuras de Jack London (1943).