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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

Pedro Pérez Oliva

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

domingo 10 de abril de 2016, 04:07h
Pedro Pérez Oliva

10ABR-16.- De la época en la que trabajábamos para Televisión Española realizadores como Pedro Amalio López, Manuel Aguado, Gustavo Pérez Puig y que comandaban el departamento de dramáticos José María Rincón; la época en que Carlos Gortari arrimara el hombro a esos departamentos, cuando en Prado del rey o Prado, para los amigos, hacían realidad en aquel edificio blanco tan pequeño e inverosímil y en sus platós los famosos programas como el mítico “Estudio 1” o el espacio “Novela”, con originales y adaptaciones de los mejores autores de los siglos XIX y XX.

Cuando Thomas Mann o Stefan Zweig y Graham Green, o Paul Heyse o Tagore se transformaban para el medio televisivo gracias a unos pocos guionistas que podrían contarse con los dedos de una sola mano y yo iba y venía en mi coche “Mini” – blanco con el techo frambuesa -, y recorría una y otra vez la carretera serpenteante atravesando la Casa de Campo hasta llegar a los despachos de “Ficción”, llevando mis adaptaciones, mis guiones, que una vez aprobados por Rincón o por Gortari, digo aprobados cuando en realidad no aprobaban nada sino que aceptaban como decreto ley las ofertas que yo les hacía.

Reinaba entonces una camaradería hoy día inimaginable que no sé de donde vendría si del Movimiento, del falangismo, o del estilo de vida, una vida infinitamente más sencilla, o posiblemente que éramos muy pocos, algo así como la Iglesia en Roma que al decir de Ratzinger era dirigida por muy pocas personas, unos cuantos. Y qué curiosa sociedad, por no decir increíble, en la que funcionaba todo a las mil maravillas si la comparamos con la actual, donde tantos partidos políticos, líderes, autonomías, gobiernos y administraciones no se ponen de acuerdo. Sin embargo por aquel entonces sin conciliábulos, ni ruedas de prensa, ni convocatorias se realizaban programas visuales de una gran calidad literaria, manejando argumentos de una gran belleza destinados a elevar el nivel cultural y espiritual de los espectadores.

Sí, de aquella época viene a mi memoria un hombre singular, cariñoso y cercano como pocos e inolvidable para mí. Se llamaba y se seguirá llamando para siempre Pedro Pérez Oliva.

Con este realizador, venido de Murcia (a los directores teatrales o cinematográficos se les llamaba realizadores) trabamos una amistad mi mujer y yo muy intensa, y por supuesto también con Julia, su esposa. Mi hija aún no había nacido.

Pedro preocupado por todo y por todos salió en el bombo de los elegidos para realizar un pequeño guión mío de 30 minutos de duración que titulé : “El Condenado”.

Se trataba del último día en la vida de un guerrillero en la América Latina capturado por los militares del gobierno vigente y condenado a muerte, en su celda de castigo, horas antes de la ejecución. El papel lo interpretó magistralmente Antonio Iranzo y Pérez Oliva lo llevó a la pequeña pantalla magistralmente con su mano increíble. El programa no se llegó a emitir pues el gobierno de Franco o doña Carmen o qué se yo quien lo prohibió y quedó allí en Prado del Rey hibernado en un disco de aluminio en los sótanos, en el almacén de los censurados y en espera de mejores tiempos.

Pero Pérez Oliva se desquitó llevando a la televisión años más tarde y ya en color mi obra “El Reinado de los Lobos”, con Manuel Gallardo y Maite Blasco en los principales papeles.

De aquella época y posterior data, como digo, esa amistad tan humana e inolvidable que compartíamos a menudo Julia, su mujer, con la mía y conmigo.

Hablábamos de programas, del mimo, del teatro, de balnearios que a él le encantaban, de lecturas, de autores y de textos, a veces en el monte de El Pardo en algún restaurante o en cualquier chiringuito o en su casa, en un octavo piso muy luminoso en una torre de la calle Arroyo Fontarrón en Madrid.

Fue verdaderamente una relación inolvidable. Un buen día estando yo muy apartado de todo, con esa digamos medio mala salud que he tenido siempre se me ocurrió pedirle por teléfono que localizara a Gérard Depardieu con la idea de protagonizar un guión de mi novela titulada “Malín”. Le cayó tan mal la idea y se molestó tanto que prometió no vernos nunca más.

Fue para mí muy penoso y sin embargo no infrecuente a lo largo de mi vida.

Así han pasado muchísimos años. ¡Cuánto me acordaba de Pedro, sobre todo cuando conducía por la carretera de Andalucía hacia el Levante y pasábamos con el coche mi mujer, mi hija y yo frente a la torre donde él vivía!.

Bien, hasta que ésta mañana estando en casa y guardando reposo por una dichosa gastroenteritis recibo la noticia en el ordenador de que llame a un teléfono. Lo hago y se pone Julia, su esposa. Pensé que había muerto Pedro, que sería para eso… Pero no. Julia entre sollozos me dice que murió hace nueve años, en mayo de 2009.

Para mí ha sido tremendo. Quedamos hablando ella y yo por el teléfono un largo rato y decidimos vernos después de mi cumpleaños. Pero el impacto emocional que he recibido ha sido tan fuerte que es como si de pronto hubiese saltado la barrera altísima que separa el presente del pasado, la vida de la muerte. Un pasado tan distinto, tan lleno de color, tan lleno de vivencias, de emociones, de recuerdos a un “tempo lento”, a un tiempo mucho más relajado, donde se paladeaban y se disfrutaban las amistades de una forma diferente pues había más tiempo para todo.

Su voz grave, cariñosa, sus ojos claros, muy abiertos, a veces algo saltones o chispeantes cuando rompía en una sonrisa o cuando frotándose las manos me hablaba de tal o cual secuencia. Mis padres en una ocasión fueron a ver una grabación y vimos como Pedro corría de un monitor a otro mirando las pantallas en busca de la mejor imagen.

Después, al cabo de un rato nos acompañaría hasta el pasillo lateral que bordeaba el Estudio.

“La noche antes de una grabación, no duerme”, nos decía Julia.

Ahora, así, abruptamente sé lo que supone la pérdida de un amigo al que creía vivo y que sin embargo hace ya muchos años, nueve, que nos había abandonado.

Dios le tenga en su gloria pues era un hombre bueno, sincero, sin doblez, dado a todos, muy unido a su mujer y a sus hijos, un buen amigo de los de verdad, de los inolvidables, de los que tenías a tu lado tanto cuando te iban las cosas bien como cuando se torcían o tu salud quebraba.

Así era Pedro, así era aquella época que recuerdo con emoción y nostalgia.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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