La sentencia se pronunció un día después que la hallaron culpable de asesinar a Els van Doren saboteando su paracaídas para que ni este ni el de emergencia se abrieran durante un salto el 18 de noviembre del 2006.
Un jurado en un tribunal en Tongeren aceptó la argumentación del fiscal de que los celos fueron el móvil. Clottemans y van Doren eran miembros del mismo club de paracaidismo. La asesina y su víctima intimaban con el mismo hombre, un paracaidista holandés.
El jurado dijo que la acusada actuó con premeditación y que, como experta en saltos, sabía bien cómo alterar un paracaídas. En el juicio se demostró que había enviado cartas anónimas sobre la vida amorosa de van Doren a amigos mutuos y que era sicológicamente inestable. Clottemans enfrentaba una pena máxima de prisión perpetua.
El juicio se abrió el 24 de setiembre y la acusada se sentó nerviosa cerca de la bolsa del paracaídas y el casco que van Doren usó el día de su muerte.
El jurado vio imágenes de una cámara montada en el casco que van Doren filmó en el que sería su último salto.
Ella y Clottemans estuvieron entre los cuatro últimos que saltaron desde un avión Cessna.
El video muestra cómo la víctima mira hacia arriba, tironeando de las cuerdas, esperando ver abrirse el paracaídas. Ninguno de sus dos paracaídas se abrió y se precipitó sobre un jardín en el pueblo belga de Opglabbeek para morir
instantáneamente.
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