En la historia de Cristóbal Colón hay muchas invenciones, contadas mil veces, que se tienen por verdad. Si a ello unimos que los libros de texto no reflejan, en la mayoría de los casos, las investigaciones recientes, nos encontramos en que la idea que se tiene es errónea y antigua. Se estudia y promociona lo aceptado oficialmente hasta principios del siglo XX.
Hay muchas casualidades y golpes de suerte que ofenden cualquier inteligencia y que niegan la realidad, o certeza, en unos hechos necesarios para poder lograr la hazaña más importante que hombre haya realizado, el Descubrimiento del Nuevo Mundo.
Sólo con una base histórica y científica podía lograrse tal acontecimiento.
El Colón oficial no cuadra con las necesidades científicas e históricas que precisaba para poder ser el descubridor.
Las bases del Descubrimiento empezaron con Aristóteles al indicar que la tierra era redonda.
Continuaron con Eratóstenes al medir la longitud de la circunferencia terrestre.
Estrabón, en su Geografía (siglo I a. C.) y basándose en Eratóstenes, dice:
“si no fuese un obstáculo la colosal extensión del Océano Atlántico, se podría llegar fácilmente por mar, siguiendo el mismo grado de latitud, desde la Península Ibérica hasta las Indias. La parte media de este grado comprende más de una tercera parte de la circunferencia terrestre.
En el año 150 de nuestra era, TOLOMEO trazó en veintisiete mapas el primer atlas del mundo, que dividió en líneas horizontales, y señaló ocho mil puntos que podía localizar en latitud y longitud según las referencias dadas por navegantes antiguos. Trescientos cincuenta de esos puntos constaban de manera segura, según el cálculo de coordenadas astronómicas”. (Pascale Rey. El Maestro Cartógrafo. P.309)
Con el libro de Esdras que indicaba, equivocadamente, que la tierra estaba compuesta por seis partes de tierra firme y una de mar océana.
Con el sabio mallorquín Ramón Llull perfeccionador de instrumentos navales, de la cartografía e iniciador del lulismo tan presente en el hacer y pensamiento de Colón. Copiemos lo escrito por Dn. Bartolomé Escandell Bonet, en AMERICA Y MALLORCA. P. 15:
La intuición luliana del Nuevo Mundo.
“...En cambió Ramón Llull alude y razona directa y expresamente, la existencia empírica y concreta de una orilla continental opuesta a la atlántica de Francia, Inglaterra, Iberia, o África. Recordemos sus intuitivas frases escritas en 1287 en su obra Questiones per Artem Demostrativam solubilis”:
“Toda la principal causa del flujo y reflujo del Mar Grande o de Inglaterra es el arco de agua del mar que en el Poniente estriba en una tierra opuesta a las costas de Inglaterra, Francia, España, y toda la confinante de Africa...Porque el arco que forma el agua como cuerpo esférico, es preciso que tenga estribos opuestos en que se afiance... La parte opuesta de Poniente estriba en otro continente que no vemos ni conocemos desde acá...” Quiero destacar el que en 1287 Ramón Llull nombra España refiriéndose a toda la Península Ibérica. España era toda