Balugo decidió dedicarse a pintar profesionalmente hace un lustro años, -aunque siempre lo había hecho de modo libre- cuando la vida requirió sus ajustes económicos por la crisis. Primero fue el pigmento, óleos y acrílicos, los que le hicieron plasmar su mundo libre de color y fantasía, después el computador, con sus programas especiales, le permitieron ver que la ejecución mente/mano era de una precisión, rapidez y efectividad asombrosas.
Los títulos de sus obras recorren los lugares, estaciones, figuras o los tiempos festivos: Amanecer, Cambio climático, El viejo castaño, Arrecife, Ave del paraíso, Colibríes, Primavera, Navidad…
Antonio García Balugo (Tiemblo. Ávia, 1956) es capaz de sumergirse en una orgía cromática, donde los colores se arremolinan para emerger en formas que aluden sin pretenderlo a corrientes y vórtices marinos, profundidades abisales, ágatas imposibles, luces fosforescentes, fuegos fatuos, llamaradas artificiales, nubes lúdicas… Una visualidad interesante, real, prometedora.
La obra de Balugo ya se encuentra en colecciones definidas y sus proyectos cruzan la frontera.
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