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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

En el atolladero

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

martes 12 de enero de 2016, 01:30h
En el atolladero

12ENE-16.- Nunca me ha gustado meterme en política, pues no soy un político, siempre he sido independiente y de talante liberal, lástima que mi partido durara tan poco. Echamos de menos a Marañón, a Ortega, a Pedro Laín, a Unamuno. Sin duda habrían dicho cosas muy hermosas y muy profundas, cosas que pueden durar para siempre, pero el fondo del asunto de lo que ahora se cuece no creo que variase de lo que pueda opinar el hombre corriente, el hombre de la calle.

El hombre de la calle, el hombre masa en aquella acepción inolvidable de Ortega, lo que quiere es tranquilidad y que las cosas funcionen.

Tres elementos componen el rompecabezas:

España, los españoles y la Constitución.

Los españoles siempre somos los mismos, con un carácter extrovertido, más bien individualistas, de rápidos reflejos pero bastante incapaces de ponernos de acuerdo.

La actual Constitución es una armadura rígida y completa. En las últimas elecciones generales se ha manifestado como somos, cada cual ha marchado por donde ha querido, una especie de dispersión general, como el big- bang momentos después de su explosión. Masas candentes dispersadas en todas las direcciones.

La odiosa dictadura, como suele llamarse, tenía aglutinada esa masa densísima cohesionada con un corsé ortopédico; al desaparecer el dictador y su fuerza, esa masa estalla en mil pedazos y desde 1975 vemos como se va dispersando a lo largo y a lo ancho del espacio profundo. En realidad solo estamos viviendo y presenciando un momento, un instante de esa expansión, si por nosotros fuera existirían tantos partidos, tantos gobiernos, tantas naciones y tantos presidentes como ciudadanos somos.

Un país, una nación para cada ciudadano, un gobierno para cada persona; esa es la tendencia, la fuerza centrífuga que cada español lleva dentro de sí, en sus genes, en sus células. Escuchando la radio es pasmoso escuchar los razonamientos de cada grupúsculo social que aspira a tener autonomía, autogobierno, autofinanciación, bandera propia y ejército.

Es de imaginar lo que esta dispersión, está desintegración a lo largo y a lo ancho del espacio profundo de la historia puede llegar a ser.

Es de imaginar también que cada individuo se llegaría a sentir plenamente él en su autonomía, claro está que hablaríamos los unos con los otros a grandes distancias, a años luz, a voces…! pero qué voces ¡.

Y después, claro, después la Constitución, un marco jurídico, un invento para intentar contener esa fuerza centrífuga que va dentro, en lo profundo de cada español. Un sueño, vamos de regresar a los orígenes a esa masa compacta y densísima anterior a la explosión, al big bang, a la muerte de Franco.

A eso en psiquiatría se le llama “regresión”. La Constitución se puede reformar cuarenta y cinco veces, cien veces, pero siempre existirá alguien que no está de acuerdo.

Estoy convencido que en lo profundo el tema de los vencedores y los vencidos será siempre permanente mientras exista el planeta tierra, habrá ricos y pobres, como dice un familiar mío más que resignado profundamente realista, pues el marxismo leninismo, el feminismo y cuantos ismos podamos imaginar acaban degenerando y creando desigualdades, no porque hallan unos seres más inteligentes o menos, más sanos o endebles, sencillamente porque cada persona es diferente, incluso los mellizos, los gemelos, en algún momento de sus vidas podrán pensar cosas distintas. Esa es una de las cualidades que mejor definen la grandeza y la miseria de los seres humanos.

A no ser que con un esfuerzo volitivo excepcional como el de Maximiliano Kolbe o Juana de Arco renuncie a su identidad, a su propio beneficio y se resigne a desintegrarse, fatalmente o felizmente cada partícula, cada grupúsculo, cada español, por propia inercia, seguirá marchando a su aire, haciendo de su capa un sallo, de su casa su castillo, escuchando en la noche estrellada el aullido lejano de unos hermanos a los que equivocadamente cree lobos.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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