Navidad

Es difícil pensar lo que hubiera sido de nosotros o como seríamos nosotros ahora, si es que fuésemos de no haber nacido ese niño en Belén de Judá en aquel modestísimo portal o posada entre el buey y la mula, arropado por la mirada de sus padres terrenales, por María y por José, mientras los ángeles cantaban, los pastores descendían de sus prados y se arremolinaban a su alrededor y unos reyes venidos desde oriente en sus camellos, en sus cabalgaduras, descendiendo de ellas se acercaban hasta el humilde infante para ofrecerle sus cofres con oro, incienso y mirra.

Esta escena ha pasado una y otra vez ante nuestros ojos a lo largo de la vida, larga vida para algunos y corta para otros. Hemos visito los belenes y escuchado los villancicos. Una luz que emana de ese lugar, Belén, parece iluminar nuestros ojos y calentar nuestros miembros ateridos a la espera de esa luz inefable que es la luz de la Verdad. Lo que tan trabajosamente han buscado los políticos, los pensadores, los artesanos y agricultores, las gentes del mar y de las montañas, los habitantes todos que han poblado la tierra desde tiempos remotos hasta el futuro ignoto pasando por el presente, esa llamita, esa chispa instantánea en la que nosotros estamos instalados y a punto de partir hacia las profundidades de ese futuro intemporal pero siempre con las garantías novísimas de ese niño arropado entre pañales al que esos magos venidos de tan lejos de alguna forma sabían que era Rey, que era Dios, y que era niño camino de ser un hombre. Si no fuese esto verdad seríamos los cristianos, como dice San Pablo, los más desdichados entre los hombres.

Pero aunque las fuerzas hostiles, las fuerzas del mal o tenebrosas de este mundo condensadas por así decir en la persona de Satanás y encarnadas a su vez por tantos seres humanos que siembran y han sembrado el dolor y la muerte, siempre prevalece más esa promesa que todos los años recordamos, conmemoramos en estas fechas donde todo parece quedar limpio como la nieve y puro como el viento de las montañas y del mar.

La inocencia infantil disfruta y simboliza en estos días la otra inocencia con la que algún día purificados de nuestros errores gocemos en el reino de ese niño, junto a él, que siendo humano es también rey y en cuyo seno somos, nos movemos y existimos.

Me gustaría que esta navidad terrenal y celeste abrazara a todos los hombres, mujeres y niños de este planeta de la galaxia, del universo mundo para que todos podamos entonar algún día el cántico nuevo más hermoso e intenso que todas las músicas y las literaturas, más fuerte y duradero que todos los reinos y los imperios que han sido, que son y que todavía verán nuestros descendientes.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)