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Opinión:

Escandaloso: Las corridas de toros, esencia de los derechos humanos y de la libertad

Por Luis Méndez (*) y enviado por José Antonio Sierra

viernes 06 de noviembre de 2015, 03:27h

Un torero francés -André Viard- ha dado un pregón en Tordesillas que por lo visto ha tenido mucho éxito en esa plaza: lo comenta un diario vallisoletano en tono laudatorio. Todo lo que gira alrededor del Toro de la Vega ya no sorprende. Leyendo el pregón reseñado se evidencia que tiene unas pretensiones culturales de las que carece, y que pretende convertir en blanco lo que indiscutiblemente es negro.

Un puro sofisma (“del orbe encanallado”). Pero esto no es nuevo. Si la humanidad intentó alguna vez coger una senda de racionalidad y coherencia, con principios basados en la lógica y en la generosidad, es evidente que hay fuerzas poderosas empeñadas en todo lo contrario; fuerzas que resultan muy débiles ante la virtud de imponer autocontrol a sus propias pasiones e intereses egoístas.

Estas cosas a unos nos parecen importantes por el grado de involución que representan, ya que son discursos totalmente anacrónicos y violentos que sin embargo desparraman sus efectos ideológicos sobre todo lo demás. Si para Gandhi el trato a los animales define el desarrollo de una sociedad dada, imaginemos qué representará un país que pretenda que la tortura de un animal sea asumido por la Unesco como bien protegido por la humanidad. Uno de los grandes males del tratamiento de la violencia es que se pretenda adjetivarlo según sus sujetos, cuando la violencia es una, total, denostable y sobre todo, contagiosa. Para Freud la cultura era la erradicación de toda violencia, para ese diario, el torero Viard catequiza y habla ex cátedra.

Para mejor comprensión de lo dicho, recojamos algunas frases del ínclito pregonero y de su contexto.

Para empezar, el diario dice que el orador catequizó a los presentes. Curiosa la idea tan equivocada que tenía uno sobre los contenidos de la catequesis. No sería de extrañar que también descubramos ahora que el circo romano era un espectáculo taurino servido por toreros cristianos para mejor honrar a Dios, y que eso de que los cristianos eran víctimas de los leones ha sido un cuento más de la Historia. Debería la Iglesia aclararnos qué piensa sobre el asunto, teniendo en cuenta lo dicho por sus dos últimos papas fallecidos (Juan Pablo II afirmaba quelos animales son poseedores de un alma y que "los hombres debemos amar y sentirnos solidarios con nuestros hermanos menores. Benedicto XVI condenó su uso y maltrato innecesario).

Añade el diario que el orador sentó cátedra. Puede ser, aunque tenemos serias dudas de que la Sorbona, por ejemplo, le permitiera utilizar su paraninfo para procurar que el acto de lacerar hasta la muerte a un animal, por diversión, sea un bien inmaterial, sobre todo teniendo en cuenta los cientos de kilos que pesa un toro.

Si esta es la preparación artillera para elevar el nivel del pregón, pasemos a su contenido, que es, en el culmen de la ilustración (con minúsculas) jurídico-filosófico-ideológica. Dice el periódico:

“Además de dar algunas pinceladas sobre el debate filosófico actual entre el animalismo y el humanismo, Viard quiso ir más allá y además de aseverar que «toda cultura que no atenta contra los Derechos Humanos se considera Patrimonio de la Humanidad pues esto sucede en el Torneo de la Vega. Se mata al toro, sí. Pero de forma ética.

El párrafo suena a aquellos silogismos antiguos y absurdos que sólo eran una trampa lingüística que llevaba a la afirmación voluntarista de “porque lo digo yo”. ¿Quién le ha dicho al torero Viard y a sus taurinos catequizados que torturar a un toro es un acto cultural? Precisamente el orador afirma, sin más, lo discutible (cultura igual a tortura, y viceversa), y de ahí da un salto y lo convierte en indiscutible. Buen ejemplo de actitud cultural. Más fácil hubiera sido decir: el toro, que es masoquista, goza un montón. Por otra parte ¿hay alguna muerte innecesaria (subrayamos lo de innecesaria) que sea ética? Quienes aplastan a un insecto no se dan cuenta de la máquina perfecta que han destruido, sin valorarla. Un hombre puede hacer un Mercedes Benz, pero no, de la nada, un insecto o una célula. Incluso hay algo más que para quien no padece la tortra es superficial: ¿Y cómo lo matan? ¿Demasiado fina la cuestión para tan abstruso pregón?

Después de anunciar a los asistentes que se va a solicitar que la Unesco declare al Torneo Patrimonio Inmaterial Cultural, tal como se ha comentado, el pregonero nos anuncia lo siguiente, poco menos que las Bienaventuranzas:

«Nuestra misión es frente al animalismo integrista, no ceder nunca, y denunciar el peligro que representa para la sociedad ya que si prohíben al Torneo de la Vega, intentaran prohibir a la fiesta y después de la fiesta, la caza, y todas las actividades que los integristas consideran inoportunas».

No ceder nunca: toda una fórmula para el avance científico de la humanidad. Pura dialéctica. Si se prohíbe tal, luego se prohibirá cual. Pues estonces, para empezar, abroguemos el Código penal, que es esencialmente prohibitivo (y punitivo), incluida la materia animal. Pero ¿no ha pensado el insigne catequizador que razonablemente se le puede dar la vuelta a la idea. Es decir, que admitir una insensibilidad con el toro nos puede llevar a insensibilidades que un día rebasen el ámbito animal e incluyan a los seres humanos, esgrimiendo gradaciones mentales, es decir, más derechos al doctor que al posgraduado; más al graduado que al bachiller, etc., etc. hasta llegar al analfabeto, y de ahí pasar a los coeficientes intelectuales hasta llegar a los discapacitados mentales? No hay ninguna invención: hubo regímenes y épocas que razonaron y actuaron así, con una eutanasia sui géneris y un derecho penal muy subjetivo, donde las penas se aplicaban según el grupo social del sujeto culpable.

Y ahora pasamos al ámbito jurídico: «La libertad cultural es un derecho constitucional y el Torneo es un símbolo de la libertad de todas las minorías. Pueblo de Tordesillas, sé orgulloso de haber sabido preservar tu Torneo durante cinco siglos, y cuenta con nosotros para preservarlo en adelante ya que el Torneo es el patrimonio de todos los amantes de la fiesta. Guste o no guste, el Torneo es Patrimonio de España. Y pese a quien le pese, el Torneo es patrimonio de la Humanidad».

Es decir, que la tortura de un toro, con su dolor y su angustia prolongada, es la piedra angular de nuestro sistema constitucional, de nuestra convivencia, del respeto de los unos hacia los otros. Sin el toro de Tordesillas no hay constitución ni derecho que valga. Es decir, que cuando los británicos prohibieron la caza del zorro se quedaron sin esencias, sin historia, sin leyes constitucionales, sin derecho, sin patrimonio histórico, sin bienes inmateriales, en definitiva, sin patria. ¡Que atrocidad prohibir que se disfrute viendo como cien perros destrozan a dentelladas a un zorro vivo, hasta la muerte! Me pregunto yo, ante tal monumento al dolor: ¿será anticonstitucional sedar a los animales, lo será aplicar la anestesia a los humanos?

Si tal debacle se puede producir con una tradición así, que tan sólo cuenta con cinco siglos ¿cuál habrá sido el mal histórico al haber prohibido la esclavitud, que es inmemorial? ¿Hicimos mal al prohibir los malos usos, el derecho de pernada, la ordalía…?

Y hablando de derechos, me sorprende que ninguna organización animalista invoque el derecho de esos ciudadanos –melindrosos nosotros- que padecen con el padecimiento de cualquier ser sensible, ya sea humano o animal, y que se les obligue a saber que no hay segundo en el que un ser vivo esté padeciendo innecesariamente.

Y educativamente hablando: ¿qué percibe realmente un niño cuando asiste a ese espectáculo sangriento, doloroso, de clavadas de puyas, banderillas, estoques, donde el animal brama de dolor y se le oye? ¿Eso realmente lo convierte en mejor ciudadano de España, en mejor ciudadano del Mundo? ¿No ha exagerado un poquito nuestro pregonero, no ha retrocedido varios siglos en su ascendente declamatorio barroquismo?

Y ya puestos ellos, ¡a aprovechar la ocasión! Concluye el periódico: “En su pregónViard, también tuvo unas palabras para los miembros del Partido Animalista (PACMA) a quienes tacho de «vergüenza para la democracia» al «anteponer el bienestar animal a los derechos humanos». Asimismo, aseguró que «el PACMA no existiría sin el eco desproporcionado que le brindan los medios de comunicación a nivel nacional y a esos medios, les pido que reflexionen sobre la ayuda que ofrecen a este partido integrista animalista ya que del fanatismo a la barbarie hay sólo un paso, y de aquella al terrorismo, ni medio».

Es decir, que el Torneo –mil contra uno- de la Vega representa la democracia, los derechos humanos, el buen uso de la libertad de expresión -¿pide acaso censura contra el Pacma?- la deontología periodística, la reflexión –sólo basta ver en YouTube el grado de meditación contemplativa que se da en esa “fiesta”-- , la ponderación, la civilización, la lucha antiterrorista (¡ojo!). Todo esto desaparecerá, tal como ocurrió en Gran Bretaña con la caza del zorro, si el Torneo de la Vega desapareciera.

También puya taurina hubo para el PSOE por decir que no entendía una fiesta así en pleno siglo XXI. Es decir, que media España, según el francés Viard, sobra por antiespañola y antipatriota. Seguro que si le preguntáramos por Napoleón nos diría que fue un patriota que intentó traer la civilización a España.

Para terminar, añadir que tales argumentos demuestran que cualquier idea puede surgir en la mente humana. Que no hay que confiar en que basta que sea peregrina para que no fructifique. Que en vez de echarse a reír --¿cómo hacerlo con cualquier tortura, incluida la de un animal?—hay que ponerse a evitar que prenda o a procurar que se extinga.

(*) Luis Méndez es Funcionario de la Administración local.

FUENTE ELNORTE DE CASTILLA.COM

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