El Quijote y la sociedad de su tiempo

Eso es evidente, pues Miguel de Cervantes, gran conocedor de la España de los siglos XVI y XVII, nos muestra una panorámica de especial contenido histórico. En primer lugar, su estructura piramidal. Arriba estaban los reyes; abajo, los labriegos, pastores, arrieros, criados y otros representantes del pueblo llano. En medio se situaban, en distintos niveles, varios escalones de la nobleza, la cual se dividía entre caballeros ricos, hidalgos en apuros y escuderos que vivían al servicio de un señor. La sociedad de aquel tiempo era especialmente recelosa en el cuidado de su rango, tarea a la que dedicaba una atención especial.

Tres son los monarcas españoles citados en la obra y numerosas las referencias dedicadas a ellos. Siempre respetuosas, dando a cada uno de ellos su debido lugar y protagonismo en función del argumento narrado en esas páginas. Las rebeldías de Cervantes tienen un sentido más hondo y trascendente. Los mismos reyes bajo cuyo reinado transcurrió la azarosa vida del autor: Carlos I, el emperador, y su hijo Felipe II figuran en el relato del capitán cautivo en relación con las contiendas navales del Mediterráneo frente a los turcos; y Felipe III como firmante del decreto que ordenaba la expulsión de los moriscos, que el Quijote registra ampliamente a través de la historia de Ricote, Ana Félix y su familia, o las acciones del duque de Alba, los Villahermosa, don Fernando Velasco, etcetera.

Personajes de elevada posición económica son en la novela, también Cardenio, pretendiente de Lucinda; don Luis, acompañante de doña Clara; la hija del oidor o magistrado; y Gaspar Gregorio, enamorado de Ana Félix, la hija de Ricote. Se trata de caballeros ricos, afanosos por elevarse en la escala nobiliaria. El último, Gaspar Gregorio, es "hijo mayorazgo de un caballero que junto a nuestro lugar otro suyo tiene", como también es titular de un señorío el padre de don Luis "caballero natural del reino de Aragón, señor de dos lugares, el cual vivía frontero de la casa de mi padre en la Corte, y a pesar de que los motivos de su estancia en la capital no se hagan explícitos, es muy probable que este caballero aragonés confiara en que el volumen de sus rentas , amparado por su proximidad con consejeros y ministros, le permitieran "hacer de título a su hijo".

La frustrada boda de Camacho el Rico ofrece un grandiosos espectáculo con placeres para el gusto, el oído y la vista, quedando en evidencia el poder de ostentación en todas las clases sociales y cómo las iguala la riqueza. Cuando el estudiante informa a sus acompañantes de que las fastuosas bodas no son de un príncipe, sino del labrador más rico con una labradora de mejor linaje, agrega el informante: "ya no se mira en esto, que las riquezas son poderosas de soldar muchas quiebras".

La riqueza y el poder de la alta nobleza emanaban de la posición y el dominio del suelo, viene a decirnos Cervantes, y tenían, en consecuencia, una base fundamentalmente agraria. Por ello, en los dominios señoriales de un grande como el duque Ricardo, la propiedad de la tierra que el titular no disfrutaba directamente estaba en manos de caballeros o campesinos acomodados, sometidos en calidad de súbditos a la autoridad del señor.

Todo un panorama social e histórico de la España de los siglos XVI y XVII el que se percibe en las páginas del Quijote, tanto en lo que se refiere a los personajes de ficción como a los tomados de la realidad. Cervantes contempla los síntomas claros de una decadencia que avanzaba inexorablemente por las arterias de España. Por otra parte, también destaca la sencillez del pueblo llano reflejada en la figura de Sancho Panza, uno de los personajes mejor cortados de todas las literaturas que en el mundo han sido. Detalles todos estos que ayudarán al lector a conocer de manera más completa el valor de la gran novela cervantina en este IV centenario de la publicación de su segunda parte.