La Vieja Treta del Miedo

Esto lo saben todos los que en algún momento detentan una cuota de poder por mínima que sea: “El Miedo –solía decir un dictador latinoamericano de hace unas décadas- ayuda a gobernar porque torna dóciles a las masas que temen perder lo que tienen -por escaso que sea- o las acciones que pueda ejercer el gobierno”. Por ello y desde siempre, los gobernantes de uno u otro lado, han usado el miedo como poderosa arma para someter o apaciguar intentos de protesta o movimientos reivindicativos. Casi puede afirmarse con total rotundidad que azuzar el miedo es connatural al ejercicio del poder en cualquiera de sus manifestaciones incluida la más sólida democracia.

El presidente MR sabe y conoce perfectamente esta estrategia y por eso se ha preocupado de decir a los medios de comunicación su certeza de un “más que posible acuerdo post electoral entre PSOE y Podemos para llegar al gobierno” agregando a continuación, “no tener la más mínima duda al respecto” y dicho esto, es esperable (de eso tampoco hay la más mínima duda) que a partir de ahora mismo esa “certeza presidencial” será la cantinela y muletilla que usarán todos los peperos para conseguir infundir miedo a la población sugiriendo que ese posible pacto sería la antesala del caos, la violencia radical, el “corralito económico”, la falta de productos básicos y un largo etcétera. Baste recordar las consignas emitidas por el PP en los meses previos a las elecciones del pasado 24M que aseguraban (entre otras cosas) la llegada del comunismo mas radical (con escasez de papel higiénico incluido al estilo madurovenezolano) si PODEMOS conseguía llegar a alcaldías y/o CC.AA.

Esperanza Aguirre afirmó rotunda que de no ganar ellas las elecciones municipales, “esas serían las últimas elecciones en democracia”

Desde hoy las tertulias con participantes tan excelsos como el ínclito Marhuenda no dejarán de repetir una y otra vez -como una letanía- las terribles consecuencias de un contubernio PSOE-Podemos y demás partidos de la izquierda española para arrebatarle el gobierno al PP como si éste, fuera de propiedad y uso exclusivo de los populares..

Lo que está claro es que el PP está aterrado ante la posibilidad cierta de que no conseguirá la mayoría suficiente en las próximas generales como para formar gobierno como fue en las pasadas elecciones y una prueba de ello, es que el “gurú” Arriola ha sido defenestrado sin mayor publicidad y toda la responsabilidad de la estrategia para la próxima convocatoria ha recaído sobre Jorge Moragas que en términos reales, viene a ser lo mismo que haber nombrado responsable de la campaña para el pasado 24M al torpe y taciturno Carlos Floriano con el resultado ya conocido. Que MR haya decidido prescindir del estratega Arriola es un síntoma inequívoco que en el PP no las tienen todas consigo y que el pavor y nerviosismo comienza a cundir entre los peperos que a vuelta del verano, ya comenzarán a tirar los hilos en busca de puestos de trabajo para los próximos meses a la vista de los inciertos resultados electorales de fin de año.

Es obvio que MR ya da por perdida una mayoría suficiente (que es lo mínimo a lo cual podría aspirar ahora) y lo hace sin caer en la cuenta que precisamente el elemento que impedirá que el PP gane por mayoría suficiente es precisamente, él mismo, ya que su figura, desgastada por su timorata actitud política, su tendencia al plasma para esquivar el bulto y la atmósfera de corrupción que cada dos o tres días sacude a su gobierno, son los detalles que harán que el PP no gane.

Se dice incluso que Rajoy ha comentado a sus íntimos que ve muy difícil ganar ya que una coalición de izquierdas borraría de un plumazo cualquier pretensión de continuar en el gobierno aun contado con el apoyo de C’s que de momento, más parece un rival fuerte del PP que un posible aliado.

En el PP saben a ciencia cierta que los ciudadanos de este país están hasta el gorro de un gobierno monolítico que no ha sabido aprovechar esta condición y con seguridad se decantarán por un gobierno de coalición (aunque sea de izquierdas) porque de esta forma se aseguraría que cada decisión del gobierno precisará del acuerdo de todos los integrantes de la coalición lo cual permitirá en un mejor control del equipo de gobierno.

Todo esto basta en el gobierno, para justificar la estrategia del miedo que ha comenzado con la comparencia de este pasado miércoles en Galicia, de MR. El gobierno y el PP precisan renovar el miedo a Podemos y aunque esta campaña no dio resultados ni en las europeas ni en las municipales y autonómicas, el PP, erre que erre insistirá en aquello de ¡Que vienen los comunistas comeniños! y otra tantas tonterías que están en el argumentario ultraconservador de la derecha. El PP confía “recuperar” a los votantes perdidos y viene a decirles que el “peligro de Podemos” en el gobierno es motivo más que suficiente para que vuelvan al redil pepero.

Lo que no ha considerado el PP, ni el gobierno, ni MR y menos probablemente el nuevo responsable de la campaña Jorge Moragas, que este miedo que han comenzado a esparcir es algo ya viejo y que la mayoría del electorado –más informado que nunca en la historia democrática española- merced de internet y las redes sociales, ya no “comulga con ruedas de carreta” y que esta estrategia burda e irrespetuosa con la inteligencia de la masa ciudadana puede ser en realidad un boomerang que se volverá contra ellos. Quizás lo adecuado sería que el PP, el gobierno y MR presentaran para las próximas elecciones programas concretos de mejoras en salud, educación, disminución de impuestos pero por sobre todo, mejoras en las políticas laborales y también por supuesto, una efectiva política de lucha auténtica y verdadera contra la corrupción. De otro modo, lo tienen muy difícil incluso llevando la estrategia del miedo a los empleados públicos, funcionarios, pensionistas, jubilados y parados.

Definitivamente, el “personal” ya no se cree estas tretas electorales que en la moderna época de los WhatsApp resultan tan extemporáneas como absurdas y poco adecuadas para una masa ciudadana que va progresivamente dejando atrás el analfabetismo político.

.