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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

Edel

Por Germán Ubillos Orsolich

sábado 18 de julio de 2015, 01:22h
Edel

Cuando vi a Edel me percaté que era una mujer fuera de serie, por lo menos para mí. Para mí era una mujer fuera de serie, una mujer con la que puede haber un buen transfer, una mujer divertida, ingeniosa y profunda, una mujer que me motiva y que yo la motivo a ella, que hay transfer y hay feeling por muy distintas edades y profesiones que tengamos.

El otro día en el tren de alta velocidad una adolescente que iniciaba su pubertad mantuvo conmigo un cruce de miradas a cual más provocadora, más turbadora y más pecaminosa por decirlo de alguna manera. Aquella niña púber era todo un poema, me provocaba y expresaba con la mirada cuantos sentimientos y arrebatos pueda tener una mujer adulta, me provocaba e interpelaba, y la contestaba con bombas atómicas que ella quedaba pensativa o meditabunda mientras esas bombas iban de tonando en sus tiernos órganos internos y en su cerebro en formación. Creo que ha sido el cambio de miradas más complejo y turbador que he tenido hasta la fecha o sea hasta mis setenta y dos años. Lo curioso y tremendo es que su madre, un asiento adelante y mi mujer sentada junto a mí, no se dieron cuenta de aquel cambio de miradas durante más de una hora en la abulia que provoca un “Intercity” lanzado a 300 kilómetros por hora y con la certeza de que cualquier pequeño error de esa máquina podía transformarnos en virutas en cosa de segundos.

Bueno pues Edel, sin ser la púber en formación, de los ovarios pequeños y los ojos penetrantes y provocadores, es algo parecido pero por supuesto en completa formación y experiencia.

Edel ha sido esquiadora de élite pero un par de caídas desafortunadas en la nieve, una rotura de ligamentos o de menisco y una operación de rodilla la dejaron en el dique seco, ahora se dedica a algo así como la hostelería con un par de cafeterías o mejor dicho de tiendas de copas, helados, bebidas variadas, cocteles, limonadas, horchatas y mil inventos gastronómicos ideados por ella y por su compañero de viaje llamado Enrique Llacer, su pareja, vamos. Enrique tiene muy buen aspecto, es arrogante, elegante, alto, profundo con pedigrí y según ella el alma de los negocios y además el que la mueve y remueve, el que inventa viajes un poco hippies, como aquel viaje a Paris en la caravana, como cama, patés, baño y salón como aquella que condujera en mi juventud con Sera, a través de las montañas y de los valles de Suiza.

Edel nada más verme se interesó por mí, creo que hubo un cruce de miradas suficiente, se enteró que era escritor, que había sido famoso y muy corrido y fotografiado, eso la interesó de salida.

Como una leona vestida de negro se fue acercando lentamente dando vueltas y revueltas hasta sentarse en mi mesa.

Bien es verdad que mi mujer incordiaba un poco y creo que esto fue hasta el último momento del segundo veraneo, del que ahora les hablo.

Pero en este segundo veraneo que acaba de terminar hemos ido contándonos más cosas, algunas desafortunadas que no debí de contar, la última tarde nos cogimos los dos con ganas, no sé exactamente lo que pasó pero fallamos los dos.

Los ojos de Edel (39años) son negros, profundos, aterciopelados, expresivos, dulces y muy fuertes a la vez.

El año pasado fue el del escaneo. Y este segundo año o veraneo ha sido el de la mejor comprensión y conocimiento.

Creo que la he decepcionado en bastantes cosas. El tema del “Diana” en la M-40 desvío 19 creo que la afectó bastante, aunque después reconociera que no estoy ni mucho menos muerto el todo y que el cerebro, la pluma y la picha me siguen funcionando a las mil maravillas.

Su característica fundamental es la independencia, tiene dos cosas muy claras, su independencia y su sentido práctico o pragmático de la vida, esto es quitarse de en medio lo que no la sirve para nada, lo que no la sirve a ella, por supuesto, no a otras personas que he conocido a lo largo de mi vida o a mí mismo. Pero aquí se trata de definirla a ella, aunque reduzca sus apetencias o sus intereses no por eso deja de ser una hembra interesante, primero por supuesto porque es muy guapa, Edel es guapa sí, lo digo con el permiso de su chico pues aunque ella diga siempre que es él quien la mueve y la define, qué sería de él sin ella, ¿Quién es más importante de los dos para el otro?. Este es un enigma que envuelve a cuantas parejas he conocido, algunas les llaman “compañeros de viaje”, otras “marido”, en una época algo cursi, cuando estrenábamos libertades, les llamaban “compañero sentimental”, era un término que ciertamente me repugnaba, cursi y miserable.

Los términos amante, concubina, son decimonónicos y aluden a la conciencia de pecado judeo - cristiana.

Edel trabaja dos meses al año y de forma intensiva, después se dedica a viajar por el mundo, a vagar, eso la hace una “chica rara”, ella sabe que yo soy un “chico raro”, es lástima que nos llevemos más de treinta años, que yo esté casado y que ella tenga a su lado a esa especie de genio de las empresas y de los negocios rápidos, como verán casi nada, pero salvado esas distancias de haber coincidido en el espacio y en el tiempo hubiésemos podido formar pareja, pues los dos somos en algo semejantes, somos prácticos y algo egoístas o mejor dicho comodones.

Cuando me mira de frente sus ojos, sus pupilas son como dos cámaras de cine , como dos objetivos cuyos diafragmas, girasen, se centrasen, se abriesen y cerrasen, me está observando, está penetrando mi mente y mi alma, pero adquieren un expresión bellísima pues sobre todo te das cuenta que le interesas y una de las cosas más gratificantes que tenemos los seres humanos es el momento o los momentos en los que alguien se interesa por ti, se olvidan de sí mismos, se vuelcan hacia fuera y se centran ti.

Esos momentos, breves momentos, no muchos, han hecho de Edel alguien importante para mí. Eso y su generosidad proverbial, una generosidad que muy raramente he visto en seres humanos ni a lo lago de los 32 países de la tierra que conozco ni a lo ancho de mis 72 años de vida.

Edel me dio dinero cuando verdaderamente lo necesitaba, cuando me movía con dificultad, cuando ya era como viejo a consecuencia de este Parkinson dichoso, aunque mi mente y mi corazón fuesen todavía jóvenes y eso fue lo que el talento de esa muchacha morena, rápida de reflejos, antigua esquiadora de élite, con un corazón que no la cabe dentro, esa muchacha de la heladería en el Mareny Blau, junto a la playa, frente al mar, reconoció. Con gran capacidad de relaciones públicas, amante de su libertad, la chica risueña que una tarde fue dando vueltas y revueltas hasta ponerse a tiro para hablar con un hombre venido de lejos, de aspecto intelectual eso que quizá le hubiese gustado ser a ella en alguna de sus reencarnaciones o vidas pasadas, un hombre gastado por la vida y ahora localizado en su “Internet” y “desactivada” ella por la otra que aparecía y desaparecía según le daba la gana… y esa frustración con tanta gente como tenía y tan pocos camareros…

En fin, esa es otra historia. Este breve apunte, este esbozo de semblanza literaria, este retrato al óleo o al pastel es algo que repetidamente prometió el autor hacerle cuando llegara a Madrid.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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