Ciudad Rodrigo entre Madrid y Oporto

El Castillo de Enrique II, convertido en Parador Nacional de Turismo (que no pudimos visitar), la Catedral de Santa María, uno de los mejores complejos románicos y góticos de la comunidad de Castilla y León, y su recinto fortificado, que data de época medieval completado en tiempos modernos con el sistema de baluartes, revellines y fosos que son los que le confieren ese perfil estrellado a la fortificación.

Accedimos a la ciudad por la puerta de Amuyuelas, concretamente por el postigo de Santa María que nos llevó directamente a la Plaza del mismo nombre donde se encuentra la Catedral, que fue nuestra primera visita.

La catedral de Santa María:

La construcción de este templo, se comenzó siguiendo un proyecto románico tardío, pero como su construcción se dilató durante más de un siglo provocó que todo el abovedamiento sea gótico. Por tanto, tenemos partes de la catedral del siglo XII, aunque también del XIII, XIV, XVI e, incluso, del XVIII.

De planta de cruz latina y tres naves estructuradas en cuatro tramos. Debió de iniciarse en los años finales del reinado de Fernando II de León (1157-1188) o en los primeros de su hijo Alfonso IX de León (1189-1230). Fue declarada Monumento Nacional en 1889.

La portada norte, del Enlosado o de Amayuelas, fruto en sus dos tercios inferiores de la primera campaña de trabajos, que cabe suponer se prolongó durante las tres primeras décadas del s. XIII, se decora con motivos romboidales y florales. Perpendicular a esta portada está el muro de cierre de la crujía este del claustro.

La portada meridional o de las Cadenas, fruto en su mitad inferior de la primera campaña de trabajos y que al igual que la portada norte denota una clara asimetría potenciada por el gran rosetón abierto en lo alto, también queda precedida por un atrio configurado en su aspecto actual en 1783.

La fachada de poniente, que luce de la obra originaria el friso de siete arquillos ciegos trilobulados que adornan el exterior de la capilla del Sagrario, aparece dominada por la portada occidental y la gran mole de la torre, que se eleva sobre el Pórtico del Perdón o de la Gloria.

La primitiva capilla mayor, que amenazaba ruina, fue sustituida en el s. XVI por la actual, para la que dio nueva traza en 1540 Rodrigo Gil de Hontañón.

El Pórtico del Perdón o de la Gloria situado a los pies de la Catedral, es una obra ya gótica de mediados o finales del siglo XIII se organiza a partir de un doble acceso que, dividido por una esbelta columna rematada en la Virgen con el Niño, queda flanqueado a cada lado por seis columnas, unas con capiteles vegetales y otros historiados.

La torre de las campanas, levantada entre 1764 y 1772, fue ideada por Juan de Sagarbinaga. Consta de dos cuerpos: El cuerpo inferior de la torre, dispone de un arco de medio punto flanqueado por cuatro columnas que sustentan un frontón triangular; el segundo cuerpo con un sencillo balconcillo y dos pequeñas ventanas, finaliza en el cuerpo de campanas, flanqueado por pilastras pareadas y remata en una cúpula anillada.

Continuamos nuestra visita accediendo a la plaza dedicada al general Peréz de Herrasti que fue gobernador de la ciudad y defensor de la misma en 1910 contra las tropas napoleónicas. En la plaza se levanta el monumento a los héroes de la guerra de la Independencia.

Próxima se encuentra otra destacada plaza, la del Salvador, de un trazado interesante y lleno de sabor por el colorido de su piedra y los edificios que alberga, entre los que se destaca la Casa de los Miranda del siglo XVI aunque reconstruida en el XIX. El palacio de la Marquesa de Cartago de estilo neogótico de principios del XX.

Caminando por pintorescas calles nos dirigimos a su plaza Mayor, y lo primero a destacar es su ayuntamiento, donde admiramos la campana gorda que corona el edificio. La casa consistorial es un magnífico edificio del siglo XVI con unos elegantes arcos y torrecillas.

En la misma plaza son muchos los edificios importantes que contiene, entre los que destaca la casa del Marqués de Cerralbo también del siglo XVI con un interesante friso plateresco.

Tras todo el esfuerzo realizado el hambre hizo su aparición, y sabiendo que estábamos en tierra de buen yantar, decidimos buscar un lugar donde degustar el plato estrella en estas tierras: el cochinillo. Preguntando a los vecinos sobre un restaurante que ofrecieran un buen cochinillo, coincidieron en señalar como el de mejor cocina el restaurante Tamborino, y allí nos dirigimos.

El restaurante próximo a la plaza Mayor, parece un restaurante familiar de unas 6-8 mesas, nos dedicó una magnífica atención y nos preparó un cochinillo extraordinario a un precio muy asequible. Y así termino nuestra corta, pero densa, visita a esta monumental ciudad. Salimos de ella con la idea clara de lo mucho que nos quedó por ver y disfrutar y con la intención decidida de volver pronto.