Lalibela, La réplica etiope de Jerusalén

Cuentan las leyendas que fue el rey Lalibela, en el siglo XII, quien mandó levantar una nueva ciudad, réplica a Jerusalén, en respuesta a la conquista de Tierra Santa por los musulmanes. Por eso, muchos de sus edificios toman el nombre de los existentes allí. Incluso al arroyo Yordanos, que divide en dos grupos las edificaciones religiosas, se le conoce como Jordán. Otros opina, por otra parte, que este rey se encontró ya casi con las obras acabadas. Lo cierto es que las trece iglesias llevaron 24 años de excavación.

El conjunto de iglesias excavadas en roja basáltica rojiza fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1978. Hay quien no duda en calificarla como la octava maravilla del mundo.

Las iglesias de Lalibela se diferencian en que cuatro de ellas están separadas completamente de la roca, mientras que el resto se encuentran unidas a la roca madre bien por alguna pared o por el techo. Fueron excavadas en vertical, vaciando no solo el perímetro y acceso, sino sus interiores. Las puertas, ventanas, columnas, bóvedas, suelos y techos, exteriores e interiores, forman parte de una sola y única roca.

De las trece edificaciones, solamente la de San Marcos está derruida al no poder soportar el paso del tiempo. La de San Manuel es la más trabajada, tanto por dentro como por el exterior. Se comunican por medio de túneles y pasadizos, algunos no de fácil tránsito, por lo que es aconsejable el llevar calzado cómodo y fuerte para soportar los desniveles. El túnel más largo, de 33 metros, que comunica los templos de San Marcos y Enmanuel, se le conoce como el del Infierno.

Al norte se encuentran las iglesias de Bet Medhane Alem (Casa del Redndtor), Biet Mariam (Casa de María), Biet Mascal (Casa de la Cruz), Biet Denagel (Casa de las Vírgenes Mártires), Biet Golgotha (Casa del Gólgota) y Biet Mikael (Casa de San Miguel); al sudeste, Biet Amanuel (Casa de Emmanuel), Biet Mercoreos, Biet Abba Libanos, Biet Gabriel Rafael (Casa de Gabriel y Rafael) y Biet Lehem. Separada de las demás, al oeste, se encuentra Biet Ghiorgis (Casa de San Jorge), la mejor conservada.

Biet Medhani Alem, la más alta y extensa del grupo, es una reproducción de la catedral de Santa María de Sion de Aksum, destruida en 1535 por los invasores musulmanes. Desprovista de pinturas, está dividida en cinco grandes naves. Alberga la Cruz de Lalibela, y posiblemente es la mayor iglesia monolítica del mundo.

Bet Medhane Alem (casa del Redentor) es la más grande de los complejos, está considerada como la iglesia rupestre más grande del mundo. Se la reconoce fácilmente por las estructuras metálicas que le construyeron encima para protegerla y por los grandes pilares cuadrangulares que la rodean, que le dan un aire de templo griego.

Bet Mariam, muy visitada por los fieles, está considera como la más antigua. De las trece edificaciones hay que detenerse especialmente en la de San Miguel donde se supone que se encuentra la tumba del rey Lalibela. En su interior se guarda la cruz procesional de Lalibela, y está la capilla Selassie, el lugar más sagrado de Lalibela, y donde es imposible entrar. En esta iglesia no se permite la entrada a las mujeres.

Algunos historiadores consideran a Bet Emanuel como las bellas de todas. Tiene tres plantas de altura y se accede a ella por un pequeño agujero de una pared.

La de San Jorge, santo patrón de Etiopía, se encuentra aislada del resto y es la más famosa, al estar techada por una gran cruz. Se divisa cómodamente desde el exterior metida en un cubo de 15 metros de profundidad y con sus celdas para peregrinos y nichos en las paredes de la roca.

Del gran valor patrimonial de esta ciudad de Etiopía llama poderosamente la atención como pudo permanecer ignorado hasta mediados del siglo pasado para el gran mundo, puesto que los lugareños han mantenido viva su actividad religiosa. De hecho, hoy en día, todas las iglesias están custodiadas por monjes, que oran pacientemente y se muestran prestos a ser fotografiados y a mostrar sus cruces a los turistas, eso sí, insinuando alguna dádiva económica.

Las entradas, que se sacan en las taquillas situadas en el grupo norte y son válidas para 4 días, cuestan 50 dólares la normal y 25 para niños entre 9 y 13 años. Los complejos están abiertos de 8 a 12 y de 14 a 17 horas.

Es muy recomendable llevar una linterna, buen calzado, aunque hay que descalzarse al entrar en todas las iglesias. Se advierte de la conveniencia de no usar el flash para no dañar los murales y frescos.

En las paredes laterales de los patios abundan cavidades y cámaras que contenían, -algunas aún las tiene-, momias de monjes y peregrinos. Se siguen utilizando, hoy en día, por anacoretas, o guardas.

Nuestra visita a este conjunto de iglesias rupestres, la dividimos en dos jornadas y nos fue muy provechosa, en parte, gracias al buen hacer de nuestro guía, Marti, un etíope que con nueve años embarcó en el mar Rojo con destino a Cuba. Tras 21 días de navegación llegó a la isla del Caribe donde permaneció trece años. Regreso a su tierra con el título de veterinaria.

Durante la estancia en aquellas tierras del norte de Etiopía, a mediados del mes de mayo, detectamos la presencia de pocos turistas. Allí nos encontramos con una pareja de la localidad gallega de Sanxenxo, que llevaba varios meses recorriendo África. Y, también, con tres chicas de Madrid y Alicante, un tanto cansadas de las largas caminatas de autobús para desplazarse de una ciudad a otra.

Pero, todos, tanto ellas, como nosotros, como todos los que han llegado hasta este lugar regresan felices de haber podido conocer Lalibela, la antigua Roha, la segunda ciudad santa de Etiopía después de Axum, y considerada la octava maravilla del mundo.