Vidas que pasan por un “Mall”…

Otros de caminar cansino, volviendo una y otra vez sobre sus pasos, dejando pasar los minutos, como si la esperada compañía fuera a llegar pronto a su lado.

Solitarios padres contándoles maravillas a sus hijos, para que después llegaran a comentar “el recado” donde su separada madre, mensaje que conllevaba la tácita información que para él la vida siguió girando y girando muy bien.

Otros llorando penurias, para que “el recado” los eximiera de algunas responsabilidades económicas.

Niños con “pataletas”, queriendo manipular la obtención del preciado y gigante helado de chocolate, único combustible que pareciera poder ponerlos en marcha nuevamente.

Parejas con rostros enemistados, porque la compra no fue tan económica como lo habían presupuestado.

Personajes intranquilos, como si no quisieran ser vistos en aquel sector de la ciudad.

Jóvenes parejas de adolescentes, felices por aquel caminar juntos, sin querer soltar sus manos, sabiendo que se viene una ardua semana de trabajo o estudio que no les permitirá verse hasta la próxima caminata por aquel inerte bosque comercial.

Furtivas transacciones junto a una máquina dispensadora de bebidas previamente escogida como punto de encuentro para tan discreta entrega.

Grupos familiares disgustados porque el lento caminar de sus parientes de la tercera edad, les puede hacer perder la oferta de sólo cinco minutos que se publicita en la entrada de la multitienda contigua.

En fin. Una tarde de mall.

Un mundo de ofertas. Un mundo de novedades. Un mundo de caprichos. Un mundo de banalidades. Un mundo de vidas.