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La Obra de Pedro Calderón de la Barca: La incidencia en Toledo y su provincia

Nuevo libro de Alfredo Pastor Ugena, Doctor en Historia y Presidente de la Academia Iberoamericana de Escritores y Periodistas AIDEP)

martes 28 de abril de 2015, 00:31h

Alfredo Pastor Ugena, historiador, analiza en este libro, de forma general, lo esencial de la personalidad y obra de Calderón, y en particular su estancia y labor literaria desarrollada en Toledo y para esta ciudad y su provincia. Señala el autor cómo los retos que el XVII español planteó a los hombres de letras, recibieron distintas respuestas. Esa pluralidad de posturas destruye el tópico de que los escritores del Barroco fueron meros intelectuales orgánicos al servicio de la Monarquía.

La Obra de Pedro Calderón de la Barca: La incidencia en Toledo y su provincia

Prolífico y longevo, Calderón de la Barca escribió dramas y comedias, autos sacramentales e historias mitológicas. Su obra abarca, además de la poesía, todos los géneros teatrales practicados en la época: piezas cómicas, obras trágicas, de tipo filosófico (todas pertenecientes a lo que en la época se llamaban comedias) piezas de teatro religioso (los denominados autos sacramentales) y obras de teatro breve.

Triunfó en palacios y corrales y encarnó como nadie el espíritu polifacético del Barroco español. Ningún sentimiento ni escenario humano queda fuera de la exploración moral e intelectual de Calderón.

Junto con Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) es el dramaturgo del Siglo de Oro español de mayor reputación internacional.Fue un gran erudito que supo representar el espíritu de la época que le tocó vivir, quien refleja “la vida como sueño” unida a la idea del mundo como teatro, en La vida es sueño.

La enorme popularidad del autor hizo que pronto su obra circulara en todos los territorios de la monarquía hispánica, que reinaba no sólo en la Península Ibérica, sino que en el siglo XVII controlaba también grandes partes de Flandes, Italia y los Países Bajos Meridionales y otras partes del mundo, que le dieron el estatus de“clásico internacional”.

Será un gran paladín para reivindicar la literatura española frente a la extranjera. “Es el más sublime entre los poetas dramáticos de España y aún entre todos los del mundo, salvo los trágicos griegos y Shakespeare que con él compiten” (Juan Valera- 1888). Supo encuadrar el fervor católico en la pluralidad de sus obras, así como la exaltación de lo trascendental y de lo característico de un gran momento histórico.

Soldado en su juventud y sacerdote en la vejez, fue testigo de los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Conoció a Cervantes y Velázquez y fue contemporáneo de Góngora, Quevedo y Gracián. Su etapa más fructífera se produce durante el reinado de Felipe IV y su nombre está unido a la inauguración del palacio del Buen Retiro de Madrid, en 1635, y a gran número de representaciones palaciegas que allí se representaron.

A esta década de plenitud creativa, sucede la crisis. Los sucesos de 1640 llevan en 1644 al cierre de los teatros públicos durante cinco años y aunque en 1649 se reabren, Calderón atravesará una crisis tanto espiritual como profesional. Se ordena sacerdote en 1651 y desde 1653 ocupa la Capellanía de la Catedral de los Reyes Nuevos de Toledo, comenzando una nueva etapa creativa.

Para demostrar la fecundidad de nuestro inmortal poeta y dramaturgo, bastará indicar que escribió durante treinta y siete años, los Autos Sacramentales que se representaron en Madrid, Toledo, Sevilla y Granada, cuyo número se hace llegar a 100, y a 111 las comedias, según una lista formada por el mismo Calderón en julio de 1.680, y remitida al Duque de Vergara, que le pedía desde Valencia “nota cabal de ellas” y de sus autos. La primera comedia que compuso fue El carro del cielo a la edad de trece años, y la última Hado y Divisa, ya octogenario. Escribió, además multitud de loas, poemas, sainetes, romances, y otras obras que le dieron fama.

Tres son las cualidades que resaltan en las obras de Calderón: la religión el honor y el respeto y consideración hacia la mujer, que Calderón consideraba como primera condición del buen caballero.

El “caballero de Calderón” fue defensor acérrimo de su mágica divisa: Dios, Rey y Dama, de tal manera que los tres sentimientos básicos del más grande de los poetas cristianos afloran en su obra: el del honor, el monárquico y el religioso, consecuencias de su triple personalidad de dramaturgo, soldado, y sacerdote.

El espíritu religioso y eminentemente católico que le animaba, se ve especialmente en sus comedias La vida es sueño; La exaltación de la cruz; Los dos amantes del cielo, y, en general, en sus numerosos Autos Sacramentales.

El sentimiento de honor se descubre en las comedias: A secreto agravio, secreta venganza; El mayor monstruo, los celos, y especialmente en El Alcalde de Zalamea, donde no un noble, que esto nada de extrañar sería, sino un oscuro villano, el alcalde de Zalamea, lo invoca con altivez y orgullo. Y por último, en cuanto al respeto, destacar: Casa con dos puertas es mala de guardar.

Calderón, como señala Diez Borque, oculta celosamente su intimidad, “parco en hablar de sí mismo y de sus aventuras y dolores”, hasta el punto de que cierto período de su vida, a partir de su ordenación sacerdotal, podría calificarse, de acuerdo con Valbuena Prat, como “biografía del silencio”.

Reunió en su persona las virtudes que estructuran su personalidad y la verdadera personificación de su siglo, el XVII: militar arrogante en su juventud, venerable eclesiástico más tarde y gran poeta siempre.

Por lo que se deduce de la lectura de sus obras, se puede asegurar que fue valiente, honrado, discreto, enamorado, en extremo religioso, leal a toda prueba y, como sus galanes, algo pendenciero. Español ante todo, tuvo que dar siempre a sus personajes la fisonomía de su patria.

Al referirse Alfredo Pastor, a la presencia y la obra que realiza Calderón en Toledo, nos indica cómo en los comienzos del siglo XVII, era todavía esta ciudad la reina urbana de España. Una ciudad con un gran poder de seducción y atracción cultural. Ejemplos significativos de esta antesala que se adelanta al Siglo XVII toledano, estuvo magnificada por la presencia de artistas y grandes hombres de la cultura de la época. Por ejemplo, es necesario reseñar hechos como estos: antes que El Greco, llegara a Toledo desde Italia, lo hizo el humanista Castiglione, autor de El cortesano y amigo de Rafael. Garcilaso fue el gran poeta de la ciudad del Tajo. Berruguete, el mejor escultor español, se formó en Italia con Miguel Ángel y se afincó en Toledo. Su obra cumbre es el sepulcro del cardenal Tavera. Covarrubias fue el gran arquitecto toledano —Alcázar, Hospital de Santa Cruz y Hospital de Tavera ; es la época de la edad de oro de la ciudad imperial. El propio Cervantes se pasó media vida entre Toledo y Madrid.

Toledo, cuando vivió en ella Calderón, mantenía el recuerdo del esplendor de haber sido capital del Imperio y también de sede de gran importancia religiosa.

La ciudad florece y es el centro de la vida política y religiosa hasta que Felipe II decreta el traslado de la capital del reino en el año 1560 a Madrid. Nunca perdió Toledo su condición de capital eclesiástica, siendo aún hoy día sede arzobispal y primada de España. Durante el siglo XVII sufre las consecuencias de la pérdida de capitalidad política además de la fuerte crisis del sector textil, una de sus industrias más importantes, con lo que la ciudad pierde gran parte de su población.

A partir del siglo XVII pasa de ser una ciudad palaciega a conventual. Proliferan en ella las órdenes y congregaciones religiosas, que en la mayoría de los casos estaban financiadas por la monarquía y la nobleza, con donaciones de rentas y tierras, monopolios, por su relación con el ingreso de sus hijas e hijos no primogénitos en estas congregaciones donde se aseguraban un futuro y una buena educación. Hay órdenes que reciben un beneficio mayor por la especial devoción de sus mecenas como es el caso de San Juan de los Reyes que recibe una especial atención de los Reyes Católicos y en especial de la reina Isabel.

Calderón de la Barca, poco tiempo después de ser ordenado sacerdote, en 1651, año en que estrena El Alcalde de Zalamea, es nombrado, en 1653, capellán de los Reyes Nuevos de la catedral de Toledo.

La Capilla de los Reyes Nuevos de Toledo es la segunda capilla real que construyeron los reyes de Castilla en la catedral de Toledo.Para obtener esta capellanía tuvo que probar su limpieza de sangre, escribiendo él mismo su propia genealogía. En ella, el dramaturgo nos revela, por ejemplo, que su bisabuelo paterno, Francisco Ruiz, fue uno de los más importantes espaderos de Toledo, ciudad de la que Calderón siempre guardará un grato recuerdo a pesar de que durante esta estancia- cerca de una década: 1653 a 1662- muere su hijo Pedro, en 1657, a la edad de diez años. Por entonces ya era el dramaturgo más famoso de la Corte.

Calderón vivió en Toledo un ambiente de arte, de recuerdos, de retirada meditación, al desempeñar el cargo de capellán de los Reyes Nuevos. Su estancia en esta ciudad es quizás su etapa más creativa, más concentrada, abstracta y oficialista.

Su curioso, bello y largo poema Psalle et Sile (“canta y calla”), es otra de las joyas que Calderón elaboró en la ciudad imperial. Se trata de un discurso métrico-ascético compuesto por 545 versos polirrítmicos donde alaba y exalta la impresión que le causó la Virgen del Sagrario y la historia religiosa de la catedral.

Dentro de la obra desarrollada por Calderón en Toledo, destacamos también la denominada: Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrarioque puede ser considerada como la más antigua de las que se conservan de Calderón (según A. Valbuena), compuesta en 1617-18 cuya tesis defiende fundamentándola en razones históricas, estructurales y estilísticas.

También escribió para Toledo- ciudad mítica a la que denomina en sus autos “plaza de armas de la fe”- cinco autos relacionados con ella, en la que el Corpus se distinguía por la riqueza de sus celebraciones. El primero, por orden cronológico, debió ser el de Psiquis y Cupido, hacia 1640, que más tarde reescribirá una segunda versión para las fiestas de Madrid. Para las fiestas del Corpus toledano escribió, en 1643, Llamados y escogidos. Un año más tarde, en 1644, escribe La humildad coronada y El socorro general, y en el marco de la canonización de San Fernando, escribe El santo rey San Fernando, siendo la primera parte la que afecta a Toledo. La relación que Calderón establece entre estas obras y Toledo es diversa.

Las cuatro primeras están hechas para ser representadas en esta ciudad, sin que su temática tenga una relación directa con ella.

Dos comedias de Calderón, una de capa y espada y otra hagiográfica, dejaron en la provincia de Toledo una huella relevante en su obra como dramaturgo: en Ocaña, en la que ubicó la comedia de capa y espada: Casa con dos puertas, mala es de guardar ,y Yepes, villa para la que escribió la comedia hagiográfica de trascendencia universal conocida como: El mágico prodigioso.

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