Lecturas simultáneas

Tiempos felices en los que vivían mi padre, mi hermana, mi madre y Pepi. Tiempos dichosos que habitábamos la casa maravillosa de El Escorial, en pleno pinar del monte Abantos con aquella vista inefable sobre el Monasterio y la planicie, desayunando té con tostadas y mantequilla salada, que nos servía la cocinera o Encarna o Nati, a veces. “Tempo lento” en el que flotábamos arropados por el negocio de la calle de Pontejos, cuando como tantas veces he dicho éramos jóvenes todos a la vez, los padres y los hijos. En ese tesoro que no me cansaré de repetir que era y es la familia cristiana.

No sé lo que dirá mi editor, quizá que soy un poco pijo, pero sé que nos queremos pues nos une la cultura y el amor a la libertad, a la verdadera libertad. Como me educaron mis padres: liberal, individualista y moderado, como el Código civil de 1889.

Lecturas masivas, absorción de conocimientos, placer por la sabiduría, formación del “espíritu crítico” indispensable para ser persona y buen ciudadano.

De Vázquez Figueroa me sorprende (y que no se enfade) lo mal que escribe, bueno de forma trepidante y lleno de aventuras pero sin cuidar el estilo. De Peridis su habilidad indiscutible para mezclar lo visual, lo narrativo con los conocimientos históricos y arquitectónicos, como buen arquitecto que era. De C.G. Jung su sabiduría profunda, deslumbrante, arrebatadora.

Hice psicoanálisis hace muchos años, tantas cosas durante tantas décadas, pero Jung siempre me fascinó por su sabiduría y su penetración. En “Recuerdos, sueños, pensamientos” expresa la importancia que para él ha tenido siempre el mundo interior y no los acontecimientos del mundo externo, este libro que podría ser su autobiografía refleja su talante introspectivo y la fuerza de las vivencias emocionales que darían después origen a tantos de sus libros y a su famosa terapia para sanar a los enfermos mentales.

Como enfermo mental que fui (a lo largo de la vida se puede ser de todo), aprendí a valorar y mucho a los galenos del alma, a los psicólogos, a los psiquiatras y a los psicoanalistas, esas lecturas y mi propia experiencia colaboraron a formar si no mi carácter si al menos esa pátina profunda que definiría como existencialismo intelectual. Mi amistad personal con Juan Rof Carballo, con Vallejo Nájera, con Carlos Carbonell, con Enrique Rojas, con Enrique Otero. Paseos inolvidables por el camino arenoso de “La Horizontal”, entre pinos. Y mi amigo Carolo, el filósofo, el pensador.

Tanto “El último Tuareg” como “La luz y el misterio de las Catedrales” dan un color variopinto a estas lecturas de primavera desde el apartamento luminoso y forrado de libros que compré con la idea de escribir en él y que ahora cobija también a mi mujer y a mi hija, habiendo adquirido el contiguo para darle más espacio. Junto a la Gran Vía, “La calle 42” de ese Broadway que es esa zona de Madrid.

Siempre añoraré aquella época del final de la dictadura, cuando el silencio en parte glacial que imponía el General que vivía en El Pardo nos obligaba a ahondar más y más en los temas que tratábamos los escritores de entonces evitando siempre entrar en la censura, aunque en realidad el principal censor de una obra literaria es su propio autor y los desvaríos de este cuando penetra en terrenos pantanosos.

Es muy curioso porque en la actualidad a mis 72 Años recién cumplidos experimento una serenidad semejante a aquella de los años sesenta y setenta del siglo pasado, pero ahora me deja dubitativo, pasmado al llegar a comprobar que el no tener problemas del mundo fáctico, del mundo externo, y solo del mundo interior y muy escasos, vivencias a las que alude Jung en el libro que leo, puede llegar a constituir un nuevo y curioso problema.

En las portadas veo al propio Jung con su cachimba en la boca y leyendo un manuscrito cómodamente sentado en una butaca, todo en color sepia. La girola y la bóveda de una catedral de amplias vidrieras coloreadas en el de Peridis. Y finalmente los ojos y parte de la frente de un Tuareg, embozado en su turbante azul.

Benditas lecturas que siempre me han acompañado a lo largo de la vida y lo siguen haciendo.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)