Rajoy y su discurso: Él ya no está en este mundo…

Por otro lado, Rajoy no es un buen orador. Es un hombre de hablar cansino y siseante, repetitivo y monocorde y con clara falta de recursos oratorios que hacen de su letanía habitual algo difícil de escuchar con atención aún para sus más fervorosos partidarios. En su pobre discurso de este martes hubo sin embargo, un tinte no apreciado hasta hoy por quienes seguimos con alguna regularidad las escasas apariciones e intervenciones del presidente. El discurso de este martes careció del necesario sello de fuerza y convencimiento que hace falta para que las afirmaciones políticas tengan peso y consigan llegar a la mente y el corazón de los escuchantes. Prácticamente, no dijo nada nuevo: volvió por enésima vez a recurrir a su mantra favorito: “la herencia recibida” como manera de justificar el clamoroso incumplimiento de su programa de gobierno, justificación que a estas alturas del partido no solo resulta extemporánea sino que carece ya de toda solvencia. Un presidente de gobierno (cualquiera que sea) no está para quejarse de lo que hizo su antecesor. Por el contrario, está (o al menos eso espera la ciudadanía) para resolver las dificultades sin vivir repitiendo majaderamente, la misma excusa.

De los graves casos de corrupción, apenas nada, ni una mínima aceptación siquiera de los casos que hoy mismo involucran a cientos de militantes del PP y dando por sentado que su otro mantra favorito (aquello de “Ya di las explicaciones en su día”) proporciona un borrón y cuenta nueva para todo lo referido a la corrupción sistémica que habría mantenido el PP durante años.

Ignoró por completo el presidente la actual situación de crisis interna que vive su partido y que a juicio de los conocedores de los entresijos peperos ha hecho saltar las alarmas ya que las espadas están en alto blandidas por quienes han visto mermadas sus cuotas de poder y/o posibilidades futuras ante el inquietante panorama electoral que se avizora y del cual el único que al parecer todavía no se ha enterado es el propio presidente Rajoy.

Los barones, ejecutivos y burócratas del PP están preocupados y con razón por la agonía que vive el bipartidismo cuya desaparición minimizará indudablemente, a los dos partidos mayoritarios situación que tampoco el presidente parece tomar en serio imbuido como está, en la falsa creencia que él, es la única persona viable para sacar España de la severa crisis en que se encuentra inmersa. Son muchos (incluso dentro del propio PP) los que creen que Rajoy y su imagen pierden fuerza cada día que pasa y que el débil discurso de hoy fue un intento fallido de transmitir una solidez y fuerza que él mismo hace tiempo ya no tiene aunque –como en muchas otras cosas-, él no sea capaz de darse cuenta.

Las otras dos puntas del futuro tetrapartidismo por su parte (C’s y Podemos) se frotan mientras tanto, las manos. Que Rajoy siga enrocado en su postura sin querer ver la realidad que le circunda es para ellos la mejor garantía de éxito, sin duda alguna.