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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

“BEN-HUR”- El bien y el mal

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

martes 07 de abril de 2015, 01:14h
“BEN-HUR”- El bien y el mal

José Ortega y Gasset, el gran filósofo, el más moderno entre los grandes dedicó una considerable parte de sus páginas al estudio del cine, lo que se definiría como el “Séptimo Arte”, junto con la escultura, la literatura, la música, la arquitectura y la pintura, etc. Séptimo Arte porque igual que en todo, puede conjugarse el talento y la creatividad de los seres humanos en su plenitud creadora y además colaborar de forma conjunta y coordinada una pléyade de ellos en la construcción de ciertas obras monumentales.

“BEN-HUR”- El bien y el mal

Una de ellas es “Ben-Hur”, el filme rodado y dirigido por William Wyller basándose en la novela el mismo título de Lewis Wallace. Es una historia de los tiempos de Cristo, para ello y con la colaboración de actores de la talla de Charlton Heston, Stephen Boyd, Haya Hareret, Jack Hawkins y Hugh Grifith, con la banda sonora de Miklós Rozsa, utilizando el buen hacer de 100 costureras, 200 camellos, 2.500 caballos, 10.000 extras, decorados monumentales, batalla naval en un estanque artificial construido al efecto, 15 millones de dólares de entonces de presupuesto, 8 meses de rodaje, 200 artistas y obreros para construir los decorados nunca vistos, con una duración total de 224 minutos, con una carrera de carros o cuadrigas de 9 minutos de duración, cosechó la friolera de 11 Oscar, solo igualada por “Titanic”, más de 50 años después y estrenada en 1959, esto es hace ahora más de medio siglo, 56 años. Se deja ver con estupor y admiración y sigue llevando públicos de todas las edades, sexos y profesiones.

La vi el día de su estreno en Madrid con 19 años y ahora la he vuelvo a ver en el cine “Palafox” con 71 años. No ha perdido su fuerza, ni su frescura, ni su modernidad, argumento ejemplar, guión ejemplar, puesta en escena grandiosa, filmación perfecta, una obra de arte que a mi modo de ver durará tanto como las pirámides y que nada ni nadie la podrá imitar ni ensombrecer.

Los espectadores anonadados, apabullados, enardecidos, salen de verla dando gracias a Dios por haberla visto y deseando volverla a ver en un futuro más o menos lejano en el Paraíso, más allá de la frontera de la muerte.

Pero quizá lo que me mueve a hacer este comentario de esta muestra imperecedera y sublime del cine es comparar las épocas en que se filmó, el mundo de entonces y el actual.

Hace décadas el cine, el “Séptimo Arte” presentaba unos argumentos y unos personajes en los que estaban claramente separados el bien y el mal. Ese bien y ese mal competían, solían luchar en singular batalla a lo largo del filme y en cuyo final solía salir triunfante generalmente el bien, eso sí a pesar de las dramáticas vicisitudes por las que pasaban los protagonistas.

Años después ese bien y ese mal fueron haciéndose más confusos en las películas y, o eran un reflejo de los tiempos o al revés, ese tipo de filmes influían en las grandes masas llevándolas a un equívoco, a una taimada mezcolanza entre los valores del bien y los del mal. Solían afirmar los guionistas que precisamente el hombre es mezcla de bien y de mal, hasta en los hombres y mujeres más perversos anida en el fondo algo del bien primigenio, o viceversa, los más bondadosos personajes hacían alguna fechoría o alguna pequeña maldad.

Esta idea fascinante por lo de realista fue muy aplaudida durante tiempo y tiempo, yo mismo la llegué a defender, hasta que en mi último libro “El cuerpo humano” haya llegado a declarar que el bien anida en todo ser humano como una lucecita indeleble y perenne en el fondo de su corazón y que no es sino el bien más puro de aquellos filmes inolvidables de hace tantos años. Mientras que es el cuerpo, el cuerpo material y carnal el que es proclive a todos los defectos, maldades, vicios y miserias.

De esa forma queda salvado el núcleo del bien de cada persona de las envolturas del mal, del egoísmo, la concupiscencia, la soberbia, la ira, la gula, la vagancia, y todo lo demás fruto del cuerpo humano llamado a perecer y a ser comido más tarde o más temprano por los gusanos.

Por supuesto que de tanta película de tono gris, mezcla del bien y del mal de cada personaje, ha terminado por florecer el mal en cada uno de nosotros. Persecuciones, muertes, latrocinios, terrorismo, corrupciones tanto políticas como económicas, para terminar apareciendo sobre la superficie del planeta esa lepra que ha sido la crisis económica mundial o global, cantada por Internet y todos los medios audiovisuales, que parecen haber sorbido el seso de las masas, aquellas a las que Ortega se refería, debacle desconocida hasta la fecha tanto por su duración como por su profundidad y extensión planetaria.

¿Qué fueron primero las películas equívocas de tono un tanto gris o los llamados ordenadores y esos miles, millones de aparatitos, de pequeñas pantallas a las que todos , mayores, jóvenes y niños miran obsesivamente sin percatarse siquiera de cuanto acontece a su alrededor, pues la realidad es la que reflejan esas minúsculas pantallas y no cuanto ocurre en lo que hace ya cierto tiempo llamábamos el mundo real, el mundo de la naturaleza y de nuestros semejantes?.

Sí, el cine ha cambiando desde entonces, también la forma de entender la vida y lo que es más llamativo la forma de relacionarnos los unos con los otros.

Por eso dan tanto que pensar aquellos filmes vistos en épocas remotas y vueltos a ver ahora en los que el bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo limpio y lo perverso estaban claramente definidos y diferenciados. En los que solía triunfar el bien después de largas e intrincadas aventuras en su pugna con el mundo oscuro, con el mundo del mal.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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