www.euromundoglobal.com

Opinión: "Carta Desde Alemania"

La Pascua de Resurrección – una fiesta contradictoria

Por Egidio Moreno

domingo 05 de abril de 2015, 20:22h

Sobre el origen de la celebración cristiana de Pascua hay diversas versiones. La mayoría de ellas establece que la celebración pascual era una de las principales fiestas judías. La expresión castellana “pascua” proviene del griego pascha, y es una traducción del arameo phasha y del hebreo pesah o pesaj, que significan “paso” o “tránsito”. Para la cristiandad se acordó en el primer Concilio de Nicea, en el año 325, una regla común para la Pascua, aunque con la introducción del calendario gregoriano la fecha de celebración cambió entre las Iglesias que lo adoptaron o no, lo que explica el carácter móvil de esta fiesta.

El hecho de que en la Biblia no haya mayores instrucciones al respecto, es una de las razones por las que para celebrar esta fiesta seguramente se adoptaron tradiciones paganas. Con el correr del tiempo, en los diferentes países la fiesta continuó adquiriendo elementos que perduran hasta nuestros días y que al fin de cuentas conforman la tradición. Algunos ejemplos: En los países de habla alemana y en Holanda los niños buscan en estos días huevos coloreados y dulces que para ellos, como se les dice, ha escondido la liebre de Pascua, lo que entretanto se ha extendido a otros países. El huevo es el emblema de la vida que germina al comienzo de la primavera, a lo que se agrega la costumbre del “Fuego de Pascua”, que se enciende en la cumbre de montañas y que significa la victoria de la primavera sobre el invierno. En Francia, Austria y en otras regiones se les dice a los niños que las campanas vuelan a Roma el Viernes Santo y regresan el Domingo, para explicar por qué estas no tañen en esos días. En países como Suecia, Rusia, Serbia, Grecia y Bulgaria los huevos duros se pintan de color rojo como un símbolo de la nueva vida que se obtuvo por el sacrificio de Cristo. En Chequia, Eslovaquia, Rumania y Hungría el lunes de Pascua los hombres rocían a las mujeres con agua, en Hungría con perfume, y las golpean simbólicamente, sin hacerles daño, con una especie de varillas adornadas con cintas de colores. En Italia, fuera de la tradicional procesión, se come la “Torta di Pasquetta” que contiene huevos, espinaca y la llamada paloma de Pascua. En Finlandia los amigos y conocidos se saludan golpeándose mutua y suavemente con una varilla de abedul, con lo que recuerdan las palmas con que se recibió a Jesús en Jerusalén. En Inglaterra se deja que los huevos pintados rueden por calles escarpadas hasta que la cáscara se rompe. En los EE. UU. muchos disfrazados celebran la tradicional “Parada de Pascua” (Easter Parade) en la 5ª Avenida de Nueva York, y en la residencia del presidente, en la ciudad de Washington, es una costumbre el “rodar los huevos” por los niños en el césped de la Casa Blanca.

Con estos y otros ejemplos más ya se puede constatar de qué modo la gran mayoría del pueblo llano festeja este suceso de Pascua, aunque de acuerdo con los cánones eclesiales con ello se esté celebrando “oficialmente” un acto inusitado en el mundo material, en que un ser divino llamado Cristo, en su calidad de hijo de Dios dejó su envoltura corporal como Jesús para volver a su reino ubicado en otro mundo no material, como lo había anunciado repetidas veces. Dicho en pocas palabras, el hombre murió y el Espíritu, el alma, renació. En este paso o tránsito de la vida en la Tierra a la vida en el Más allá las religiones cristianas no dan una explicación muy convincente. Y esto se puede comprender, puesto que hasta el siglo VI el hecho de la reencarnación era algo aceptado por los primeros cristianos. Sin embargo, en el Concilio de Constantinopla, en el año 535, se acordó oficialmente condenar lo que el padre de la Iglesia oriental, Orígenes –dicho sea de paso, considerado junto con s. Agustín y S. Tomás uno de los tres pilares de la teología cristiana–, había enseñado, cual es el hecho de que las almas de los seres humanos antes de su nacimiento en un cuerpo material ya existían como seres espirituales y que debido a la Caída del reino de Dios tenían que tomar un cuerpo humano. Junto con esto se condenó la enseñanza de que un día todas las almas y hombres regresarían a Dios. En vez de ello se estableció la enseñanza de la condenación eterna, de funestas consecuencias para la humanidad. Puesto que la enseñanza de la reencarnación está estrechamente ligada a la ley causal –de la que habló incluso el apóstol Pablo cuando dijo que el hombre cosechará lo que siembre. Con esto se explica también el sentido de la vida terrenal y la existencia de ese lugar del cual Jesucristo dijo: “Mi reino no es de este mundo”.

Volviendo a la Pascua de Resurrección, el diccionario de la RAE explica el significado de resurrección estableciendo que es la: 1. Acción de resucitar. 2. Por antonom. resurrección de Jesucristo. 3. Pascua de Resurrección de Cristo. Y bajo Domingo de Resurrección se lee en la misma obra: 1. Domingo en que la Iglesia celebra la Pascua de Resurrección del Señor, que es el inmediato al primer plenilunio después del 20 de marzo. Y sobre lo que es resucitar, la RAE explica: 1. Volver la vida a un muerto. 2. Coloq. Restablecer, renovar, dar nuevo ser a algo. 3. Dicho de una persona: Volver a la vida. Esto aclara entonces por una parte que el Domingo de Resurrección sea una celebración establecida por la Iglesia, que sin duda es la católica, aunque no se la mencione expresamente, lo que es muy explicativo, aunque contradictorio en su realización, como ya se verá. Y por otra parte que se trata de que una persona ha vuelto a la vida, lo que en la práctica solo ha tenido lugar con Jesús de Nazaret, pero no impide que se trate de una posibilidad abierta a toda persona común y corriente, como lo explica claramente la reencarnación. Pero si en esta fiesta se trata de un evento religioso, ¿se puede establecer una relación lógica entre las diversas maneras como en muchos países el pueblo celebra la Pascua y el modo como las instituciones eclesiales ven y “celebran” la resurrección de Jesucristo, al que dicen representar?

Si Jesús de Nazaret fue crucificado –lo que se celebra el Viernes Santo– y dos días después resucitó –lo que habría sucedido el Domingo de Resurrección–, ¿por qué entonces se le mantiene desde siempre colgado de una cruz, con su cuerpo flagelado y muerto, todo lo contrario de lo que debería ser un símbolo de la vida? En templos, como adorno de hábitos, en colegios y cuarteles, en el cayado papal y en muchas otras manifestaciones de la fe cristiana eclesial se muestra la cruz con el cuerpo, que ha de recordar a los fieles que tal crucificado murió como cordero de sacrificio para expiar los pecados del mundo. Y si se va un poco más allá, se llega a la conclusión de que entonces fue el propio padre de Jesucristo el que lo envió como objeto de sacrificio a la Tierra desde ese reino del que el Nazareno hablaba, deparándole además una flagelación espantosa, el escarnio de un pueblo que un domingo lo había saludado con palmas y gritos de hosanna, y que el viernes siguiente obligara al gobernador romano a que lo crucificara, para culminar en el doloroso via crucis y en una cruel y deshonrosa crucifixión en el Gólgota. Seguramente que hay pocos ejemplos de un padre que se haya comportado de modo tan cruel con su propio hijo –si la historia fuera cierto, claro está. Jesús habló siempre de un padre amoroso, con lo que la muerte en la cruz sería una contradicción de lo que él afirmó.

¿No será que aquí se empezó a tergiversar el verdadero sentido de la vida y el mensaje de Cristo, el Hijo de Dios, que tomó cuerpo humano en la persona de Jesús de Nazaret, y que en vez de ello se instauró un poder terrenal que lo reemplazara? El gran escritor ruso Fiódor Dostoievski, de quien Sigmund Freud dijo que representaba una de las cumbres de la literatura universal, da al respecto una genial explicación en su obra “Los hermanos Karamazov”, en el episodio de “El Gran Inquisidor”.

Si estas fiestas las fomentan y propagan los que dicen representar a Dios en la Tierra, no es de extrañar entonces que estas se hayan transformado en muchos lugares más bien en celebraciones en las que el pueblo ya no piensa si lo que está festejando no es en realidad un contrasentido ilógico y disparatado. Si Jesucristo realmente resucitó, lo que seguramente ningún cristiano negaría, y regresó a ese reino celestial de que habló a las gentes de su tiempo, entonces sería lógico y justo que fuera representado ahora más bien como el vencedor de la muerte y no como el hombre derrotado y clavado en una cruz, como se le muestra desde hace siglos.

En torno a esta representación de Jesucristo en la cruz se han dado muchas explicaciones teológicas en el curso de los siglos. Pero lo que es cierto es que, pasado el Domingo de Resurrección, durante el año pleno de celebraciones religiosas ya no se vuelve a hablar del tema. A raíz de ello, una persona que tenga una mente crítica se podría plantear muchas preguntas: ¿Por qué razón se mantiene desde hace siglos clavado en una cruz al que se le llama hijo de Dios, a pesar de que cada año se vuelve a celebrar su resurrección? ¿Será porque los muertos no hablan? ¿Será que Jesucristo solo fue una figura histórica que murió y ahora solo sirve para justificar un acto de redención mal interpretado? ¿No es esto un contrasentido, es más, una burla sin nombre al hijo de Dios? ¿No es un cuerpo muerto más bien un símbolo de la muerte que uno de la vida en otra dimensión, de lo que el mismo Jesús habló? Él por su parte dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Aunque la resurrección de Jesucristo lo contradeciría, ¿es el paso del mundo material al inmaterial y viceversa un invento de Orígenes y otros sabios? ¿Por qué motivo y por orden de quién se condenó realmente la enseñanza de la reencarnación de los primeros tiempos? ¿Puede ser que el padre del amor del que habló Jesús sea en realidad un ser sádico y cruel que condena por toda la eternidad a los hijos que él mismo creó? En el Antiguo Testamento de la Biblia hay muchas de sus actuaciones que lo demuestran.

En casos como el de estas y muchas otras preguntas que hasta ahora no encuentran una respuesta afín a la lógica actual, se suele responder diciendo que se trata de los misterios de Dios. Esto no es un impedimento para que toda persona sensata y libre de ataduras busque respuestas en otras fuentes.

Entre los numerosos e interesantes libros que se han escrito sobre el tema, destaca uno que explica en detalle y con profundidad lo que realmente sucedió durante la vida del Nazareno y la proyección que esta tuvo y tiene para el mundo. Se trata de la obra manifestada “Esta es Mi Palabra”, la que también se anuncia en este periódico, un libro en el que Cristo mismo explica, rectifica y profundiza lo que se ha difundido falsamente hasta ahora sobre su vida. Pero para quien quiera leerlo, también en este caso vale la declaración de Jesús de Nazaret a las gentes de su tiempo, cuando dijo: El que quiera creerlo, que lo crea, y el que quiera dejarlo, que lo deje. Con estas palabras el Nazareno demostró que su padre, con el que dijo ser uno, era y es el Dios libre, el Espíritu libre que ni condena ni castiga, que no tiene misterios ni secretos, y a quien toda persona se puede dirigir directamente, puesto que Jesucristo también dijo que todo ser humano es el templo del Espíritu Santo. Y esto sí que es algo que toda persona, si lo quiere, puede entender y comprobar por su propia voluntad y no en base a la tradición.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (20)    No(0)

+
0 comentarios
Portada | Hemeroteca | Índice temático | Sitemap News | Búsquedas | [ RSS - XML ] | Política de privacidad y cookies | Aviso Legal
EURO MUNDO GLOBAL
C/ Piedras Vivas, 1 Bajo, 28692.Villafranca del Castillo, Madrid - España :: Tlf. 91 815 46 69 Contacto
EMGCibeles.net, Soluciones Web, Gestor de Contenidos, Especializados en medios de comunicación.EditMaker 7.8