El copiloto

La noticia tremenda paralizó la visita de estado que iniciaban los reyes de España a la República Gala y han generado hasta ahora 3 días de luto oficial en nuestro país.

Era de extrañar que un avión recién revisado y en pleno vuelo sufriera ese accidente, dado que los momentos de riesgo especial son el despegue y el aterrizaje.

Por la cabeza de este comentarista se ha pasado la idea de un atentado pero pensaba en terrorismo y la verdad es que salvado las diferencias hasta ahora no ha andado muy distante pues el fiscal de Marsella encargado del caso ha declarado que Andreas Lubitz de 28 años de edad y copiloto del citado vuelo inició el descenso de la aeronave de forma voluntaria aprovechando la salida de la cabina del primer piloto y atrancando la puerta cerrándola por dentro impidiendo así la entrada del dicho piloto que la golpeaba cada vez más nerviosamente intentando ponerse a los mandos de nuevo. El pasaje comenzó a gritar horrorizado cuando el avión ya había descendido casi toda su altura en un periodo de unos ocho minutos, algo así como ocurriera en el caso de las Torres Gemelas de nueva York donde por sus teléfonos móviles algunos pasajeros comentaban a sus familiares que veían los edificios muy cerca, extremadamente cerca, veían incluso las ventanas y todo eso, por supuesto minutos o segundos antes de los impactos, de la colisión y con ella las muertes automáticas y colectivas inflamando además los citados edificios.

Allí los terroristas de Halcayda disponían de un entrenamiento minucioso y tan solo de unas navajitas.

Aquí, y hasta ahora, el terrorista, pues ha sembrado el terror ha resultado ser el copiloto Andreas Lubitz por lo visto altamente probado y experimentado. Otra forma de terrorismo pues: el suicidio con sus 149 compañeros hacia el otro mundo.

Por supuesto la noticia - si la primera era mala, muy mala -, esta es aún mucho peor si cabe, pues se trata de “EL FACTOR HUMANO”, como Graham Green titulaba uno de su libros magistrales.

Y al tratarse del factor humano esto es mucho peor aún que un fallo técnico o mecánico, que una bomba o lo que sea, es el propio copiloto el que lleva a la muerte a todos los pasajeros y a la tripulación con él. Esto hace mucho daño a las compañías aéreas y puede meter cierto miedo a los que usan del avión por necesidad laboral o por placer.

Pero si profundizamos aún más en el tema, después de vislumbrar que hay fallos técnicos, sin ir más lejos la imposibilidad absoluta del que el primer piloto abriera la maldita portezuela para conseguir volver a hacerse con los mandos, está la idea inquietante y pienso no equivocarme mucho, de que estamos construyendo un mundo no solo peligroso sino además poco habitable, y de esto tenemos la culpa todos nosotros. Sí oigan bien, todos y por supuesto quizá más por lo que a mí me atañe mi propia generación, la generación de los que estamos acabando nuestra vidas, los nacidos hacia la mitad del ya lejano siglo XX.

El factor humano no se puede erradicar, ¿ o no será más seguro que en el futuro piloten los aviones robots bien programados y no seres humanos sin programar?. Lo mismo podríamos decir de los trenes, los autobuses o cualquier medio de transporte.

¿Qué se habría pasado por la mente del joven Andreas? ¿ porqué lo hizo?, ¿para qué, cómo, con qué fin?

Las especulaciones sobran pues en un futuro muy breve sabremos mucho más de lo que esta firma invitada, este modesto comentarista les pueda hacer pensar. Pues el periodismo de noticia y el de comentario inmediato es así, y más aún el obituario, pues trata algo tan grave como es el tema de la muerte, la muerte temprana, súbita, inesperada y más cruel si cabe al tratarse de tantas personas cada cual importante en su cometido, en su profesión, pero mucho más aún para sus familias y sobre todo para ellos mismos que han visto esfumarse en cosa de unos pocos momentos sus sueños, sus ilusiones y sus proyectos, vamos, sus vidas, ese derecho inalienable, el más importante de todos que ya nadie les podrá restituir.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)