Carta a Pablo Iglesias

No te conocía, amigo Pablo. Bien es cierto que te había visto en algún debate televisivo, en alguna intervención que otra y, confieso, me llamaba la atención tu discurso porque coincidía exactamente con mi mismo pensamiento y eso me gustaba, pero, ni siquiera había reparado en tu nombre. Todavía no eras conocido para mí. Te descubrí al día siguiente de celebrarse las elecciones europeas y supe, entonces, que tu grupo había conseguido cinco europarlamentarios. Después, las noticias sobre ti y tu grupo han ido llenando las páginas de los periódicos y las televisiones se hacían eco de todos vuestros pasos. Y heme aquí, rendida a tus pies y con la ilusión recobrada. Por fin, alguien pretende que las cosas vayan como deben ir, contra viento y marea. Vientos y tempestades que se traducen en críticas incendiarias por parte del resto de los grupos políticos del país que, ante la evidencia de vuestro ascenso y el peligro que corren sus poltronas, magnifican vuestros errores e intentan convencer a vuestros seguidores de que con vosotros vendrá el caos, la desolación, el hambre, la miseria. El comunismo puro y duro.

Las encuestas os dan como ganadores y, muy probablemente, llegarás a la Moncloa si todos vuestros seguidores no se dejan embaucar. Yo no lo hago, Permanezco fiel a mis principios y sé que vuestras intenciones son las mías: acabar con la corrupción, procurar el equilibrio entre ricos y pobres y conseguir que la sociedad española recupere su poder adquisitivo y, sobre todo, su dignidad.

Ahora bien, comprendo que tanta porquería como se vierte contra vosotros desde muchos de los principales medios de difusión: comentaristas, tertulianos, periodistas, que viven parapetados en los pedestales de sus foros de opinión y se dedican a tergiversar y manipular la verdad para influir contra vuestro grupo y en el electorado, os saca de quicio y eso os hace perder los nervios hasta colocaros a su misma altura.

Y ahí es donde quería llegar. Creo que haces mal, amigo Pablo, pues puedes pecar de soberbia y prepotencia y eso no te favorece. Deja que viertan sus maldades contra ti y contra la gente de tu grupo. Asume su rabia con estoicismo y dignidad, sin entrar al trapo, explicando, desde tu convicción, lo que crees que le conviene a este país tan maltrecho. Deja que rabien y tiemblen sin que de tu boca salga ningún insulto o improperio. Estoy segura de que vuestras intenciones son serias y que vuestra inteligencia y formación política van a seguir los cauces que diseñasteis desde el principio y no como creen algunos, que dicen que si llega a gobernar PODEMOS, va a despojarnos de nuestros bienes, a dejarnos en la miseria, a hacernos trabajar de sol a sol por un plato de lentejas. Eso lo dejamos para el gobierno que nos asiste, un gobierno frío, indiferente, corrupto, mentiroso, amante de los ricos, que prometió la luna y nada más llegar a la Moncloa hizo exactamente lo contrario. Ese gobierno, amparado en la gran Banca, en la Troika y en los que manejan los hilos de nuestras vidas son los que persiguen la esclavitud, esclavos sumisos que se conformarán con el plato de lentejas o con el bocadillo. Los comedores sociales son vivo ejemplo de lo que ocurre en España.

Ojalá que se cumplan las previsiones y lleguéis a vuestra meta. Si es así que os lo premie Dios y si no, que os lo demande. Fuera. Con el mayor rigor.

Saludos cordiales.

Concha Pelayo

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Concha Pelayo. Escritora. Miembro de AECA.