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Opinión: Beatriz Talegón

O nos unimos, o nos comen

Reflexiones tras un encuentro con Podemos: a nosotros nos importa que caiga la derecha del gobierno

miércoles 28 de enero de 2015, 02:24h
O nos unimos, o nos comen

Hace unos meses recibí una propuesta que me sorprendió. Una invitación para conversar en un encuentro con gente perteneciente a Podemos. Querían que hablásemos sobre democracia interna, sobre la necesidad de la autocrítica en los partidos políticos -al menos los de izquierdas- y compartir experiencias que pudieran ser de utilidad.

O nos unimos, o nos comen

El pasado fin de semana tuvo lugar el encuentro. Habíamos quedado en Parla, Madrid, un lugar muy significativo para hablar de resistencia, de valores y de ética, pues desde hace muy poco Beatriz Arceredillo gobierna contra viento y marea, aguantando un injusto chaparrón que agitan los del “fuego amigo”. Todo un ejemplo de fortaleza y coherencia que hacían del lugar una buena señal.

Lo cierto es que cuando iba de camino pensaba que no sabía bien qué me encontraría. Fue justo antes de llegar cuando me planteé que la invitación era sin duda un gesto muy interesante que, bien podía ser una bonita experiencia o todo lo contrario. Aunque estoy muy acostumbrada a acudir donde me invitan, sin importarme demasiado las siglas o la ideología -creo que cualquier momento y lugar es bueno para aprender y escuchar- teniendo en cuenta cómo se está calentando la relación entre el PSOE y PODEMOS últimamente, quizás estuviera metiéndome en la boca del lobo.

De hecho, cuando lo comenté con mis compañeros y colegas se sorprendían. Una media sonrisa y acto seguido el soniquete del “para qué me metía en esos líos”. Pero en el fondo algo me decía que iba a merecer la pena. Y, efectivamente, así fue.

Cuando llegué allí me encontré a gente que venía de toda España. Me recibieron bien, con prudencia, y me observaban mucho. Como yo a ellos. Pero la verdad es que no sé cuánto duró esa sensación. Puede que no llegase a cinco minutos. No recuerdo en qué momento comenzamos a conversar, con fluidez, sinceridad. Y el tiempo empezó a volar.

Algunos de ellos habían militado en el PSOE. Era lógico entendernos mutuamente. Sabían lo difícil que era para mí dar la batalla desde dentro y yo comprendía perfectamente que hubiesen dado el paso de construir algo nuevo.

Si algo hubo fue respeto. Durante todas las horas que estuvimos charlando hubo un profundo y sincero respeto. Entre nosotros, y por nuestros partidos. Sabíamos diferenciar perfectamente dónde se encontraban los problemas. Y poco a poco, según íbamos comparando, descubrimos que estábamos a gusto juntos.

No encontré ni una sola diferencia con ninguno de mis buenos compañeros del partido socialista. Ninguna. Y eso que estuvimos hablando largo y tendido de mil cosas: república, sanidad, educación, democracia interna, transparencia, participación, propuestas concretas, historia, inmigración, política internacional, federalismo, el respeto de las distintas nacionalidades, igualdad, maternidad… No hubo manera de discutir. Tampoco lo pretendíamos.

Después de tanto hablar nos dimos cuenta de que algo o alguien había querido ponernos en bandos diferentes. Algo o alguien alimenta cada día una división que no existe. No sé si sería casualidad, pero todos los que allí estábamos nos reconocíamos con orgullo de izquierdas. Nada de jugar al “ni derecha ni izquierda”. No. Éramos todos absolutamente de izquierdas. Y orgullosos de serlo. Todos nos hemos alegrado de que ganase Siryza. Y eso significa ya mucho para saber si se es o no se es…

Como no podía ser de otro modo (bueno, sí, podíamos habernos tirado los trastos a la cabeza sin sentido, como parece ser el objetivo de algo o alguien), terminamos buscando el modo de sumar fuerzas. Yo no me iba a ir a Podemos, ni ellos iban a afiliarse al PSOE. Ahí estaba el respeto. Pero no queríamos dejar de sumar. Teníamos muy claros nuestros objetivos, y en ese momento descubrimos que se multiplicaban las posibilidades de ser más fuertes.

Decidimos que no íbamos a contribuir en la competición alimentada por los dirigentes de nuestros partidos. No, a nosotros nos importa que caiga la derecha del gobierno. Queremos recuperar los derechos que nos han robado. Y no vamos a aplaudir enfrentamientos que pongan en riesgo un Estado de Bienestar que tanto costó conseguir.

Hicimos un pacto, remar juntos por alcanzar objetivos comunes de la izquierda. Sumar a gente de todas las formaciones de izquierdas. Preocuparnos por el qué y el cómo y no por el quién. Hacerlo posible.

Hoy hemos empezado a dar los primeros pasos. No estamos dispuestos a pelearnos. Y esperamos, a ver si conseguimos que funcione, que nuestros partidos y en los demás de la izquierda, reaccionen ante este intento de unión de sus bases. Queremos cambios, y estamos dispuestos a intentarlo. Desde abajo. Como se construyen las cosas. Dependerá de las ganas que tengamos de alcanzar esos objetivos comunes. No hay lucha más noble que la que se da por unos ideales. No hay batalla más perdida que la que nunca se da. Vivimos un momento en el que hay que tener claro que o nos unimos, o nos comen. Y ya nos han dado buenos bocados.

Fuente: elplural.com - 27/01/2015

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