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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

La conferencia y el público

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

sábado 24 de enero de 2015, 02:39h
La conferencia y el público

Cuando das una conferencia sin ser un comunicador u orador y yo no lo soy, aunque haya dado varias en mi vida por no decir bastantes, se pasa por tu cabeza la sensación de un cierto riesgo. Bien es verdad que en la vida todo tiene riesgo, desde levantarnos por la mañana y salir a la calle.

Pero lo de las conferencias radica primero en que si te pones enfermo o tienes el menor accidente la conferencia no se da, cosa que no ocurre como autor teatral, por ejemplo, o novelista, que son otras de mis afectas. En segundo lugar porque siempre asumes un cierto riego de que el público no te comprenda o no le guste lo que dices.

Acerca del “Cambio Climático” di en su día varias conferencias con ocasión de la publicación de mi trilogía sobre ese tema, en sendos libros de Entrelíneas Editores, y mi amigo de media vida Carmelo Segura.

Pero en otras ocasiones he hablado de algún otro tema, aunque como advertía no suelo prodigarme.

El otro día invitado por Lina Sanz y ADECUR di una conferencia en Las Rozas (Madrid) que bajo el título “LAS DIFERENTES CARAS DE UN ESCRITOR” pasaba revista al arte de hacer obras de teatro, novelas, guiones de televisión y artículos de prensa, tomado un poco como hilo conductor mi propia vida.

El riesgo era pequeño pues además de ser un tema que me motivaba lo conocía muy a fondo, por ello y porque me sabía casi de memoria lo que tenía que decir aunque fuera leyendo a ratos muy por encima, tenía la posibilidad de mirar al público con cierta frecuencia.

Parece ser que “el respetable” no rechistó durante los cincuenta largos minutos, ni tosió, ni carraspeó, ni tampoco bostezó– lo que sería un horrible síntoma- y esto porque sin ir más lejos en el teatro ese silencio sepulcral del respetable durante la función es signo de que la cosa marcha, tanto la obra como los intérpretes.

Y claro, llegado a este punto tendría que advertir que yo me transformaba mientras disertaba en el actor, intérprete y director de mi propia obra.

Es eso lo que me inquieta, quizá que no soy como Vargas Llosa, no soy premio Nobel pero tampoco he osado jamás ponerme a representar nada en un escenario. En mi juventud se distinguía clara y nítidamente el autor de un libreto, de los actores y del director, no digamos del figurinista y del escenógrafo.

Pues bien, de vez en cuando tuve ocasión el otro día de mirar hacia el público mientras hablaba y levantaba los ojos de los papeles.

El panorama no era malo del todo, algunas oyentes de las primeras filas fijando intensamente sus miradas en el conferenciante. Otras personas, algún matrimonio escuchando con placidez, algún individuo a punto de levantar la mano, otro con cara de pocos amigos y otro al final (había bastante público) pasando en sus gestos de la aceptación a la duda.

La cara de pocos amigos por supuesto que preocupa, sobre todo si recordamos el pasado remoto cuando al “respetable” le daba por tirar zapatos al escenario o reventar un estreno.

Ante esa mirara inquisidora o aquella otra cara de pocos amigos, nada más recomendable que seguir hablando sin parar un segundo y quizá con mayor determinación o fuerza. Por lo general el conferenciante pasa como una apisonadora sobre ese gesto que advierte y si en pocos segundos esa persona no se ha levantado y se ha largado quiere decir que al cambiar de tema o al seguir con el mismo pero más desarrollado o diverso ese espectador ha desistido en su idea o se ha convencido de lo contrario.

Al final y en este caso el juicio de la mujer de uno, afirmando que lo que decías era tan interesante o tan denso que obligaba a los oyentes a no perderse una sola palabra, y además el mejor acierto de no pasarse ni un segundo del tiempo calculado para no fatigar al personal.

Densidad conceptual y tiempo muy medido son condiciones indispensables para el éxito o por lo menos para que “no te revienten la conferencia”. Pues como dice el refrán “la oración corta y devota”. Es curioso que esa frase se repetía en mi mente de forma machacona durante toda la intervención.

En resumidas cuentas al final parte del público acude a felicitarte, se sienten agradecidos y emocionados… y eso ya lo has percibido porque nadie se ha marchado.

Ese puede ser el tercer ingrediente: mejor pecar de breve que de inacabable. Aunque claro, algo tienes que decir pues para eso te pagan, aunque en mi caso concreto pido la mitad de lo que pedía hace siete años, cuando comenzó esta terrible crisis económica, más temible aún si cabe que la peste bubónica.

El público al final siempre manda, tanto en el mundo del comercio como en el de la cultura. Pues al fin y al cabo lo que vendemos los escritores es cultura y lo demás , la oratoria, se va logrando con el tiempo, hasta el punto de llegar a pensar qué hubiese sido de ti y de tu vida si en lugar de haber nacido autor lo hubieses hecho como “orador – declamante” dispuesto a convencer si no con las ideas al menos con tu tono persuasivo, un poco como actor de tu propia obra.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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