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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

Mi Reloj Omega

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

jueves 08 de enero de 2015, 01:46h
Mi Reloj Omega

El “Omega Genéve” tiene larga historia, lo compré en abril de 1970 con mi primer sueldo ganado como letrado sindical en el famoso edificio rojo frente al Museo del Prado. Desde los ventanales veíamos hasta el Cerro de los Ángeles, aún no había ganado el Premio Nacional y aquel trabajo me salió por un anuncio en los periódicos.

Era y es de oro macizo, esfera, manillas, maquinaria y cadena o pulsera de oro, me lo compré porque no pensaba casarme y era el regalo clásico de pedido que hacían las novias a los novios el día de la petición, de esa forma exorcizaba aquella vaga idea, además se estilaban bastante pues mi padre y mi tío los tenían, además del “Dupond” de oro, con aquel sonido metálico tan clásico al abrirlo y al cerrarlo mientras encendían el “Camel” o el “Chester” que era lo que por aquel entonces se fumaba.

Inició así el “Omega” su andadura con su dueño, como un automóvil o un pastor alemán, el animal más noble y más fiel que se conoce.

Es automático y calendario y yo pensaba que era como una mujer hermosa, solo para contemplarla y no tocarla. En efecto, al principio lo cuidaba y mucho, lo engrasaba, lo limpiaba en la casa “Omega” de la calle de la Princesa de Madrid, pero con el paso de los años y las décadas he llegado a comprobar que es duro y resistente y veo que durará más que mi propia vida.

Cuando Prensa Española me publicó “Largo Retorno”, su director José Luis Vázquez Dodero me lo miraba y remiraba en las plácidas entrevistas que tenía con él en su despacho de la calle Padilla, muy cerca de Serrano.

Preparando su tercera de “A.B.C.” e interrumpido alguna vez por su grueso y bondadoso secretario, Antonino González Morales, especialista en novela negra, no apartaba sus ojos del “Omega” y debía pensar que cómo un chico tan joven y tan delgado podía llevar semejante joya.

Por aquel entonces el tiempo cundía más y las charlas eran más apacibles y con cualquier persona hilabas la hebra y terminabas hablando de cualquier cosa. Por otro lado salir en “A.B.C.”, en el “A.B.C.” de entonces era como reinar en un maravilloso trono, pues no es que fuera el mejor es que era el único, por definirlo de alguna manera y José Luis Vázquez Dodero anunció reiteradas veces en el diario el anuncio de aquel libro, mientras me carteaba de vez en cuando con don Torcuato, Torcuato Luca de Tena, claro, y era maravilloso todo aquello, aquél cuerpo de élite, de gente educadísima y culta de maneras refinadas y miradas agudas y bondadosas.

De ese mundo precisamente, de ese recuerdo, es testigo el “Omega Genéve”, quizá vestigio de la “grandeur” de mi propia familia, de mi padre ejemplar y de todos sus amigos.

Pero el “Omega Genéve” no solo vivió aquella época semejante a la de la “Montaña Mágica” con cuyo autor y estilo solía compararme Vázquez Dodero. También salvó algunos malos momentos, momentos críticos que no me gustaría recordar como un viaje a Inglaterra donde me robaron todo, hasta el pasaporte y que gracias al cónsul y a la preciada joya pude regresar a una España aún franquista.

Y el reloj prácticamente vio morir al dictador, pues le vio en una breve parada militar junto al palacio del Pardo, breves semanas antes de su fallecimiento.

Arrancó la democracia con sus aires liberales y el reloj coincidía con frecuencia con el añorado presidente Adolfo Suárez en la misa dominical de la Universitaria, en Cultura Hispánica donde oficiaba el padre Federico Sopeña, experto en música y académico y abanderado de los cambios en España.

Se codeó también en entrevistas con más de algún ministro de la democracia que hablaban de carreteras, de aeropuertos y del AVE, sobre todo del AVE. Asistió a entierros de personas muy queridas por mí, de mi padre, de mi madre, de mi hermana, también a fastos curiosos en escenarios teatrales y finalmente a algo insólito e impensable, mi propia boda, la ceremonia que quizá a pesar de mi edad quitó ese temor tan lógico pues como un talismán permanecía anudado a mi muñeca izquierda.

…. Pero últimamente lo más genial pero a su vez lo más humano y chocante, me acompaña hasta la Plaza de Celenque, al “Monte de Piedad” donde queda brevemente custodiado si la pensión no me llega hasta finales de mes. Pues es testigo de que su dueño siempre anduvo ligero de equipaje, jamás ambicionó dineros ni bien alguno, solo su extraño patrimonio espiritual, lo que él llamaba y sigue llamando “el mundo de las ideas”, sus ideas o argumentos.

Sabe el “Omega” que no ha buscado gente buena, que es la propia gente buena quienes se han ido acercado a él para ayudarle a vivir en momentos tan especiales. Quizá el Señor en su misericordia, quizá el alma de aquellas gentes tan buenas de verdad se hayan ocupado, se ocupen de mantenerle vivo, de cuidarle, pues saben perfectamente que no vale para nada como no sea escribir y no lo hace mal, pero tampoco demasiado bien, pues recuerda con qué meticulosidad, con qué paciencia aquel delgado y canoso editor repasaba una y mil veces su tercera de “A.B.C.” antes de darla a la imprenta.

En fin, el “Omega Genéve” sigue vivo y coleando, marcando la hora del siglo XXI, después de haber recorrido medio mundo, después de haber sido testigo de abdicaciones de reyes y de papas, después de haber dormido en las cajas fuertes del “Monte de Piedad”, después de haber vivido la “grandeur” en Estoril o Biarritz, en Paris o en Moscú, en El Cairo o en Washington, en Roma o Estambul.

Sigue en la muñeca izquierda de su amo ya añoso, tan resplandeciente y exacto como aquella mañana en que fue extraído primero del escaparate y después de la vitrina de aquella tienda “Omega” de Princesa, tienda ya desaparecida, desaparecida como todo un mundo de personas y cosas que le vio nacer en el taller y que desafiando al tiempo no dejo de latir ni un solo segundo con ese tic-tac de oro tan suave pero tan musical.

(*) Germán Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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