Me dio felicidad, por sobre las contingencias habituales de todo ser pensante. Le dio salud a mi familia. Me permitió disfrutar de momentos muy agradables. Me dio la dicha de conocer nuevas personas, porque aunque algunos no lo crean... después de los 60 años aún quedan personas por conocer. Me dio la posibilidad de hacer algo por el bienestar de algunos, enriqueciendo mi espíritu tras la sonrisa de cada paciente agradecido. También sufrí al ver a mi padre gravísimo (corta pesadilla de la cual desperté en una olvidada madrugada de Noviembre).
Me dio tantas cosas, así como otras veces me las ha quitado.
Una vez, hace largos años vi partir a mi inolvidable madre en una tarde de un 31 de Diciembre como hoy... fue un Año Nuevo diferente, triste, muy triste, lacerante; pero Dios así lo quiso. Estaba dispuesto, como también para los que partieron el 2014 y para los que partirán (o partiremos el 2015). Nada podemos decir ni nada podemos hacer ante los designios superiores; sólo en este momento disfrutar la felicidad que nos da la vida. Acostumbrémonos a disfrutar por lo que tenemos y no a sufrir por lo que podríamos tener o haber tenido. No nos olvidemos que tenemos aún el bien más preciado: La Vida..