Trabajo de calidad

Resulta que en la mayoría de las situaciones laborales una persona con media jornada se aproxima mucho con su carga de trabajo a los trabajadores a tiempo completo. Y esto no es reconocido. Considero que el trabajo a tiempo parcial debería ser retribuido, de forma general, no con un 50 sino con un 75 por ciento de los ingresos que se obtienen trabajando con la jornada entera.

Los bajos salarios producen otra consecuencia negativa muy clara y evidente, ya que impiden que el consumo crezca al ser bajo el poder adquisitivo de una parte muy considerable de los ciudadanos. Porque numerosas personas no pueden afrontar una vida normal con ingresos reducidos. Otros, varios millones, al estar en paro viven una situación muy difícil.

El problema del paro debe ser solucionado de una forma más rápida y eficaz. Si hay que repartir más el trabajo existente debería hacerse de un modo equilibrado y justo. El pluriempleo no me parece coherente ni racional, sobre todo, si se piensa en la gran cantidad de desempleados existentes.

Nadie debería cobrar menos de mil euros por cualquier tipo de trabajo. Los salarios en España son de los más bajos de toda Europa, y esto se agrava, porque repercute más todavía en los que están trabajando con media jornada.Ya que los ciudadanos no merecen vivir en una economía de subsistencia o supervivencia.

Además, por si fuera poco, abundan los contratos basura. No es extraño que muchos jóvenes se vean abocados a marchar al extranjero a buscarse la vida con el riesgo y la incertidumbre que esto, generalmente, implica. Y los que apuestan por el autoempleo como autónomos asumen un nivel de inseguridad muy elevado, ya que la mayoría fracasan por distintas causas. Si las condiciones laborales siguen así, se puede pensar en una posible generación perdida, ante la falta de expectativas.

Y existe otra cuestión de las muchas que se podrían comentar que es especialmente dura, y que afecta a los parados de larga duración que no disponen de unidad familiar, y están solos y desamparados. Se ven forzados a quedar en la calle, ya que no disponen de ingresos de ningún tipo. Si esto es así, el estado debe atender sus necesidades económicas, y de vivienda de modo incondicional y absoluto.

Debe abrirse paso una nueva forma de gestionar la economía española que promueva, realmente, el beneficio y el bienestar de todos los ciudadanos.

Solamente con la ingente cantidad de dinero procedente de los más sonados casos de corrupción de estos años, ya dispondría el estado de más medios para corregir los efectos de la crisis económica. Además la política económica, a mi juicio, debe estar controlada por expertos en Economía que apliquen medidas efectivas que redunden en un aumento sustancial del nivel de renta de todos, y no de unos pocos, la minoría privilegiada.

(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor