Mumis, Memos, Momios

Mi artículo, con este mismo título, decía como sigue:

“Según un estudio de campo sobre “el sistema de grandes hombres” realizado por el antropólogo Douglas Oliver entre los “siuai” de Bougainville, en las Islas Salomón, para alcanzar el estatus de “mumi” que todo “gran hombre” desea, ha de trabajar muy duro al tiempo que frugal ha de ser sus hábitos alimenticios.

Pues bien, en aquellas islas, para que un hombre llegue a ser importante, o sea,” mumi”, y que los demás así lo consideren, deben organizar su primer festín para el cual no escatimará esfuerzo, pidiendo a todos sus familiares directos, esposa e hijos, que lo ayuden pues para tal efecto ha de matar varios cerdos y confeccionar cantidad de pasteles porque serán muchos los amigos y seguidores invitados al festín, los cuales comerán hasta hartarse. El aprendiz de” mumi”, sin embargo, apenas probará bocado pues su misión es estar pendiente de que todo salga perfecto.

Si su primer festín tiene éxito, se sucederán otros y otros, cada vez más numerosos y pantagruélicos y el” mumi” alcanzará prestigio y fama ante los demás. Será un gran proveedor de sus seguidores y todos le envidiarán y desearán ser como él.

Su segundo objetivo será construir una casa/club sólo para hombres donde éstos podrán holgar a sus anchas.

El estatus de” mumi” no confiere poder para coaccionar a otros, ni para que cumplan órdenes, ni tampoco eleva su nivel de vida por encima de nadie, porque la esencia de ese estatus es regalar cosas, cuantas más mejor. Incluso tenían que proporcionar a sus amigos y seguidores, mujeres para llevar a las casas/clubs.

Como ven, amigos lectores, seguro que, inconscientemente, estarán comparando a los generosos “mumis” de Bougainville con estos “grandes hombres” de los estados modernos, los cuales se reparten el “momio” a nada que sus seguidores se descuiden; y sin descuidos porque suelen estar en la creencia de que quienes les siguen son “memos”, tontos del bote que no se enteran. Así, a diferencia de los “ mumis”, que adelgazan tanto que hasta tienen que pasar dos veces para hacer sombra, estos mamones del momio, engordan(*), se abufan tanto, que no caben en sus propios pantalones, ni en las salitas de sus casas, por eso son tan dados ellos a organizar festines en bodegas y restaurantes con el dinero de sus propios seguidores. Y al tiempo que engordan sus panzas, lo hacen sus cuentas corrientes, siempre, claro, con el dinero de sus seguidores.

Y colorín colorado, este cuento de mumis, memos y momios se ha acabado y habrá conseguido su fin si alguien se ha picado.”

(*) Ahora, nuestros hombres ya no engordan como hace veinte años, ahora se acicalan, maquillan, se tiñen el pelo, van al gimnasio, a la piscina, juegan al golf. Ahora nuestros hombres y mujeres pierden demasiado tiempo en todos estos menesteres. Cómo para dedicarse a gobernar. Si no les queda tiempo.

(*) Concha Pelayo Escritora. Miembro de AECA y FEPET.