BUENOS AIRES: FEPET, celebra su Congreso Internacional en Argentina y Uruguay,

Las librerías, muchas de ellas abiertas hasta altas horas de la noche, también forman parte del paisaje ciudadano. Abundan por doquier y algunas de ellas, como “El Ateneo” una de las más famosas del mundo, se muestra en el interior del teatro que lleva su nombre. Un teatro bellísimo y conservado exactamente igual como cuando estaba en plena actividad, con la diferencia de que ahora, el escenario se ha convertido en cafetería donde los muchos asiduos que lo visitan a diario pueden tomar un café o una copa mientras en los palcos se lee tranquilamente sentado en su butaca. Un ambiente único, señorial y cosmopolita, un lugar imprescindible que el foráneo absorbe con placer. Los libros se disponen en las numerosas estanterías que se distribuyen uniformemente, mientras la gente mira, indaga, consulta y se detiene ante un rótulo que dice que está prohibido “ingresar” a los servicios con libros. Cosa más que lógica.

En el Teatro Colón, uno de los más bellos y con mejor acústica, está considerado como uno de los mejores teatros del mundo. Está ubicado en el centro de la ciudad, entre Cerrito, Viamonte, Tucumán y Libertad y fue inaugurado el 25 de mayor de 1908 con la ópera Aida. Su construcción duró 20 años y el proyecto se debe al arquitecto Tamburini.

El Teatro es de una belleza espectacular, tanto en su exterior como en el interior. Los artistas más importantes del mundo han pasado por su escenario y han saboreado los aplausos de los mejores espectadores del mundo, auque también han recibido las pitadas más vehementes. No olvidemos que el público argentino, por su sabiduría, es el más exigente. Este detalle hizo decir a Pavarotti que el público argentino era el peor del mundo, el que le producía mayor ansiedad. Su interior nos muestra influencias germanas, italianas o francesas. Las españolas las hicieron desaparecer por motivos obvios.

Caminar por las calles de Buenos Aires es dirigir la vista casi al infinito porque no se divisa el final. Como ejemplo, la Avenida Corrientes, eje principal de la vida nocturna y bohemia. En esta avenida se acuñó el tango, ese ritmo sensual y apasionado en el que los bailarines mueven sus cuerpos y sus piernas en inverosímiles pasos mientras sus rostros casi se aspiran sin tocarse. El tango, hoy, se muestra en muchos lugares de la ciudad sorprendiendo al viajero. En el Barrio Caminito, colorista y arrabalero, cada restaurante, bar o cafetería, atraen al viandante con una de estas parejas que bailan tango. La belleza acá y allá, el erotismo a pie de calle. Los ojos atónitos y el alma que se transforma a ritmo de tango.

La Avenida Corrientes se denomina así desde 1822 en homenaje a la ciudad argentina de Corrientes en reconocimiento a su fervor por la cusa de la Revolución de Mayo. Hasta 1931 fue una calle angosta hasta concluir su ensanchamiento en 1936. En su recorrido de 8,6 km la numeración varía desde el 1 al 6.900, y entre sus 70 cruces se cuenta el que tiene con la Avenida 9 de Julio, donde se alza el ícono porteño por excelencia, el Obelisco. Desde la octava planta donde se encontraba mi hotel, frente al mismo obelisco, conté veinte carriles por donde los vehículos no dejan de circular en ambos sentidos. Desde allí también pude ver algunas manifestaciones reivindicando dignidad para el pueblo. Se suceden en el mundo este tipo de actos que nos hacen tomar conciencia de la globalidad en la que vivimos y que a todos nos pertenece.

La Casa Rosada", oficialmente conocida como "Casa de Gobierno", es el edificio oficial del poder ejecutivo del gobierno Argentino, aunque cuando el presidente no trabaja en la Casa Rosada, reside en una quinta en Olivos, en la Provincia de Buenos Aires. El edificio de estilo italiano corriente, se remonta hasta 1873. Construido a finales del siglo XIX, sobre las bases de la antigua Aduana, Correo, y la Fortaleza, ubicadas en el extremo Este de la Plaza de Mayo. En su interior, retratos de los presidentes anteriores, donde las figuras de Perón y su esposa Eva alcanzan gran protagonismo. Allí también grabados e inscripciones de la sangre derramada como consecuencia de la limpieza étnica. Se debe su color rosado a una mezcal de cal, vísceras y sangre de animales –nos comentó el guía-.

El balcón principal asoma sobre la gran plaza y ha servido como podio para muchas figuras como el Papa Juan Pablo II, que habló a la gente desde allí. También Madonna cantó la famosa canción “No llores por mí, Argentina” tras una reunión con el entonces presidente Carlos Menem.

Otro de los lugares más visitados es el El Cementerio de la Recoleta, una obra de arte en sí mismo. La entrada principal es un pórtico formado por cuatro columnas de orden dórico griego sin base, concluido durante una de sus grandes reformas ordenada en 1881 por el entonces intendente de la Municipalidad, Torcuato de Alvear. Tanto el frontis exterior como el interior poseen inscripciones en latín. Caminar por las calles, bien trazadas, de este cementerio es toparse con la propia historia de Argentina. Muchos son los personajes con los que nos encontramos: almirantes, escritores, políticos, abogados, marinos, exploradores, ingenieros, profesores, diplomáticos…demasiados para relatarlos aquí, pero la belleza en cada mausoleo, en cada figura, dejan en el curioso una sensación especial, un deseo de conocer a fondo la historia de este país, de esta ciudad inmensa, bella, cosmopolita, cuyas influencias europeas nos llevan a Francia, Alemania, Portugal, España.

La visita a la ciudad de Buenos Aires ha sido breve pero de una gran intensidad, tanta que el deseo de volver se hace imperioso.

(*) Concha Pelayo. Escritora. Miembro de AECA y FEPET.