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Opinión: “Desde Mi Despacho…”

Huarte y el ingenio

Por José Manuel López García (*)

jueves 13 de noviembre de 2014, 00:39h
Huarte y el ingenio

El pensamiento de Huarte se expresa en sus obras de diversas formas. Si se piensa que su actividad intelectual se desarrolla en el siglo XVI es natural que sus reflexiones reflejen, en cierto grado, el ambiente cultural español influido por el humanismo, y también por la escolástica. Curiosamente su obra titulada el Examen de Ingenios para las ciencias dedicada al rey Felipe II, se adelanta a su época.

Ya que prefigura aspectos de la psicología científica contemporánea desde una perspectiva influida por Galeno, Hipócrates y Aristóteles, y por la teoría de los humores de su tiempo. El que Juan Huarte fuera médico explica su interés por los temas psicológicos. Las numerosas ediciones de este libro sobre el ingenio muestra que fue muy leído en su época. Incluso fue traducido al latín que era la lengua internacional del saber y de la ciencia.

Huarte da consejos sobre cuestiones que actualmente son propias de la orientación profesional. Se basa en la teoría de los humores para aconsejar sobre las profesiones más apropiadas para cada persona, en función del temperamento y de los gustos y aptitudes. Los análisis de Huarte en el Examen de Ingenios se pueden considerar como una especie de protopsicología diferencial.

Ciertamente, Huarte está convencido de la utilidad y beneficio de una muy rigurosa selección profesional para que cada individuo se dedique a la profesión para la que posee más capacidad. Porque de lo contrario pueden derivarse múltiples prejuicios para el estado o la sociedad. Por ejemplo, un mal médico puede agravar una enfermedad en vez de curar, etc.

Para Huarte es evidente que las actitudes del alma siguen el temperamento del cuerpo tal como ya había escrito Galeno en su teoría de los humores. Que si bien ya ha sido superada hace mucho tiempo por los avances de la psicología científica actualmente, en el siglo XVI era todavía afirmada por ciertos pensadores.

Respecto a los estudios de los jóvenes se expresa de modo muy claro y rotundo: «si el muchacho no tiene el ingenio y habilidad que pide la ciencia que quiere estudiar, por demás es oírla de buenos maestros, tener muchos libros, ni trabajar en ellos toda la vida». Porque considera que lo principal y esencial es la habilidad natural de la mente o inteligencia de cada individuo. En este sentido, Huarte no está de acuerdo con Cicerón porque decía que lo único que requería un don divino especial era la poesía, y que las otras artes y ciencias, con la aplicación de unos determinados principios generales pueden ser aprendidas por cualquier persona. Estimo que posee parte de razón Huarte en lo que afirma, aunque es cierto también que el esfuerzo logra vencer a las dificultades en el aprendizaje.

Indudablemente, la experiencia como indica Huarte apoya su doctrina respecto a las diferencias en la capacidad o dotes naturales para las diversas ciencias, conocimientos y artes. Aunque los tres tipos de ingenio en los seres humanos que explicita Huarte son: el inteligente, el memorioso y el imaginativo, parece que desde una perspectiva actual la capacidad creativa que corresponde a la función imaginativa es la más valorada. Porque como él mismo escribe los que poseen una gran capacidad inventiva: «de una consideración que les apunta el maestro sacan ellos ciento».

La observación de las características anatómicas de la cabeza y del cerebro le señalan como uno de los precursores o creadores de la frenología tal como afirman Menéndez Pelayo y Jaime Balmes. Las apreciaciones y reflexiones de Huarte acerca de los rasgos que dan a entender y que diagnostican, en cierta forma, el ingenio y las habilidades de cada sujeto son discutibles aunque sean ingeniosas. Por ejemplo, según Huarte los hombres de gran entendimiento escriben con mala letra, algo que no siempre es así, aunque sea frecuente.

En el ámbito político Huarte da más importancia a la capacidad imaginativa que a la memoria ya que escribe: «la República ha de estar compuesta con orden y concierto, cada cosa en su lugar de manera que todo junto haga buena figura y correspondencia (…) y esto es obra de la imaginativa». De hecho, reconoce también la función de la reminiscencia en el sentido platónico como capacidad de recordar a través de procesos deductivos. Por tanto, el entendimiento es la facultad principal algo con lo que estoy plenamente de acuerdo ya que como dice Huarte: «si falta el entendimiento con ninguna cosa se puede remediar».

La obra escrita de este pensador del siglo XVI está fundamentada en argumentaciones y razones que adaptadas al tiempo actual y a su problemática política, social, laboral, educativa y cultural pueden ser objeto de discusiones, diálogos y debates productivos.

(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor

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