Séneca

La formación de Séneca fue rica y amplia. Se interesó, especialmente, por la cultura humanística. Cultivó la filosofía, la historia y la literatura. Pero dedicó su atención a cuestiones muy diversas, consecuencia de su curiosidad universal. Por ejemplo, en sus Naturales Quaestiones muestra su interés en la comprensión de los fenómenos naturales. Además, los temas relativos a la geografía, y las costumbres de los diversos pueblos también ocuparon su mente. Por tanto, posee una gran cultura, y puede situarse a Séneca en la tradición de los enciclopedistas romanos, como es el caso de Varrón y otros.A todo esto se añaden las grandes cualidades oratorias de Séneca que se muestran en su estilo de prosa, y en su lograda fama como orador.

Además del estoicismo que es la escuela filosófica que más le convence, también discute y analiza el epicureísmo, en clara contraposición crítica y reflexiva con la doctrina de la Stoa.

A todo esto se une la gran variedad de actividades que desarrolló a lo largo de su existencia. Séneca fue filósofo, jurista, político, pedagogo, literato, y director de almas, por decirlo de alguna manera. En lo relacionado con su reflexión ética sus Tratados Morales son realmente brillantes, y demuestran un profundo conocimiento de la naturaleza humana. Porque poseía una gran capacidad de observación y una fina valoración psicológica de sus semejantes. Algo a lo que se añadía un temperamento realista, y una gran experiencia de la vida.

Séneca es un filósofo estoico, aunque está abierto en su búsqueda de la verdad, a las enseñanzas verdaderas de cualquier doctrina filosófica. Reivindica la libertad de pensamiento y, en este sentido, no acepta todas las tesis de la Stoa.

En su escrito De la brevedad de la vida escribe Séneca: «No observáis el tiempo que se os ha pasado, y así gastáis de él como de caudal colmado y abundante, siendo contingente que el día que tenéis determinado para alguna acción se el último de vuestra vida». De todos modos, es consciente de que, si se sabe aprovechar razonablemente sin derrochar el tiempo a manos llenas, la vida es larga.

En lo concerniente a la felicidad, Séneca considera que está determinada por una razón perfecta en el ser humano. La vida feliz es la que está en consonancia con lo natural, y con lo virtuoso. La tranquilidad del alma o del pensamiento es la condición de la felicidad. Y para el logro de este equilibrio y paz espiritual según este filósofo los deseos son un problema, porque nos apartan de la serenidad, ya que suponen un cierto grado de incertidumbre. Considero que es mejor un adecuado control de los deseos, y no su eliminación, porque son necesarios en el curso de la existencia humana. Dice Séneca: «Es feliz, repito, aquel al que ninguna cosa lo hace menor; tiene lo supremo y en nada se apoya sino en sí mismo». Es la autonomía del sabio que afirma el estoicismo, y que es lo deseable para todos los seres humanos. El pensamiento ético de este filósofo tiene mucho que decirnos en pleno siglo XXI, y en los siguientes siglos.

(*) José Manuel López García es doctor en Filosofía y Profesor