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Opinión “Desde Mi Despacho…”

Schelling y la realidad

Por José Manuel López García (*)

miércoles 12 de noviembre de 2014, 21:22h
Schelling y la realidad

Este filósofo alemán que es uno de los grandes pensadores del idealismo germano que nació en 1775 y murió en 1854 fue un prodigio de precocidad ya que, entre otras cosas, fue nombrado profesor de la Universidad de Jena a los 23 años de edad. La lucha entre la multiplicidad de las intuiciones que son aprehendidas de la realidad a través de la experiencia, y su voluntad de organización metódica de todo este material empírico es algo presente en el joven Schelling, y también en su etapa de vejez.

Para este pensador la separación entre la naturaleza y el espíritu es artificiosa y, en último término, indeseable, porque es mejor la unificación de estos dos ámbitos. Es una forma de volver a la unidad perdida representada por lo absoluto en la filosofía schellingiana. El espíritu es la expresión de la conciencia y de la libertad.

Ahora bien escribe Schelling en su Filosofía del Arte de 1802: «Lo absoluto en y para sí no ofrece multiplicidad alguna, y es, en esa medida, para el entendimiento un vacío absoluto, sin fondo. Sólo en lo particular hay vida». Por tanto, lo natural es la manifestación de lo múltiple que puede ser analizado por el espíritu o la inteligencia.

Ya en sus años de formación Schelling, concretamente, en sus Cartas sobre dogmatismo y criticismo que son de 1795 ya entra en la discusión de las Críticas kantianas,y se muestra partidario de una interpretación no conservadora de las obras kantianas. Quiere superar o hacer más amplia la concepción de la libertad desarrollada por Fichte. Se puede afirmar que Schelling sostiene, en este periodo, un kantismo de izquierdas de tinte irreligioso. Lo que pretende es la consecución de un hombre no escindido entre el yo teórico y el práctico. Lo que es posible, si se piensa en una dimensión estética, que es lo unificante respecto a la realidad humana. Sobrepasando de este modo el panteísmo spinozista.

Ciertamente, las etapas filosóficas se suceden a lo largo de la existencia de este pensador. En la última parte de su producción filosófica adquiere un mayor protagonismo Dios y el mundo, en clara oposición al racionalismo o idealismo hegeliano. Aunque, a mi juicio, existe una afirmación de lo infinito, que se manifiesta en el orden de la naturaleza y la historia, en lo que concuerda con Fichte y Hegel.

Schelling está en contra de un Dios moral en el sentido propuesto por Kant, porque es una especulación que no es necesaria desde una perspectiva estética como la afirmada por él. Porque debe primar la libertad humana respecto a la divinidad ya que como escribe Virginia Careaga: «Admitir una causalidad absoluta, debido a razones prácticas, nos conduciría, según Schelling, al fatalismo, es decir, “al abandono y serenidad en los brazos del mundo”, impidiendo la autarquía del hombre, principio esencial de la estética». Y es que la libertad volitiva del ser humano no precisa de un Dios moral que la preserve y la apoye, viene a decir Schelling.

La significación de la belleza está muy presente, tanto en el pensamiento de Schelling, como en el de Hegel y Schiller. Porque la plasmación de lo infinito en lo finito se produce por causa de la belleza. Y la contradicción entre estos dos mundos es superada por el goce del sentimiento estético.

Evidentemente, Schelling considera que la reunificación del espíritu y la naturaleza puede realizarse a través del arte. En relación con esto escribe Virgina López Domínguez: «Ya en el Sistema del Idealismo trascendental, Schelling comprende que semejante reunificación sólo puede realizarla el arte, con lo cual la actividad estética representará el momento culminante más pleno de la existencia humana, por cuyo medio el propio universo consigue en cada obra reconciliarse a sí mismo».

Además, conviene señalar que para Schelling la filosofía de la naturaleza posee rasgos espirituales, y el espíritu características naturales como muestra su filosofía trascendental. Porque no existe la pura objetividad de la naturaleza según su planteamiento, y tampoco una pura subjetividad espiritual sin elementos naturales.

La cantidad y calidad de las obras escritas por Schelling le convierten en uno de los grandes filósofos clásicos. Y las etapas de su evolución filosófica siguen abiertas a la investigación.

(*) José Manuel López García es Doctor en Filosofía y Profesor

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