La juventud actual y sus perspectivas

No sólo se hizo una película de gran éxito con el título de “el cuento de hadas del verano”, de 2006, mostrando la historia de la preparación del equipo de fútbol alemán, sino que sobre todo aquel cuento de verano lo protagonizaron también cientos de miles de jóvenes alemanes y alemanas, pintados y vestidos con los colores negro, rojo y oro de la bandera, danzando y divirtiéndose alegre y bulliciosamente, por las calles de todas las ciudades. Una tal juventud, que se mostraba despreocupada y desinhibida, asombró a la gente y a la prensa de muchos países, y tuvo el positivo efecto de borrar la imagen tradicional que en otras naciones se tiene de los habitantes de este país, que muy a menudo tiene aquella pátina tenebrosa de los tiempos del nazismo, tan explotada por Hollywood y por la prensa de algunos otros países. Con esta actitud de la juventud desaparecieron muchos prejuicios. Y sin embargo, las manifestaciones de euforia de los jóvenes iban mucho más allá de lo que se puede suponer, puesto que ellos no hicieron sino exteriorizar lo que también se vivió este año en los estadios sudafricanos y en las calles de los otros países que participaron con un cierto éxito en el campeonato.

Esta similitud de reacciones no es casual. La crisis que afecta al mundo, y que pronostica un futuro muy incierto para las generaciones venideras, ejerce una influencia especial en la juventud de este país. Alemania es sin duda una potencia industrial y económica, pero que está supeditada irremediablemente a obtener materias primas de otros países, las que a su vez están en peligro de seguir siendo explotadas debido al agotamiento de las fuentes, a las catástrofes y al cambio climático. La crisis mundial de las inmobiliarias, de los bancos y otras ramas de la economía, que se ha ido gestando durante muchos años, caracterizados por un consumismo sin freno y por la codicia de los inversionistas, ha cambiado las perspectivas de vida de los jóvenes.

El tema juventud y su futuro ocupa a menudo las páginas de la prensa alemana. No hace muchos años, el prestigioso periódico Die Zeit, calificaba irónicamente a los jóvenes alemanes de los últimos decenios de ser una generación demasiado relajada y conformista. Pero por su parte el denominado Estudio Shell de la juventud, del año 2009, que se publica anualmente y analiza la situación social, laboral y futura de la población alemana joven, ha mostrado una imagen muy diferente. En el mes de Septiembre se publicará el estudio para el presente año.

El autor del estudio, el profesor Klaus Hurrelmann, catedrático en asuntos sociales, de la educación y la salud, declaró que esperaba una nueva politización de la juventud alemana. Las protestas del otoño de 2008 le dieron la razón. A principios de noviembre miles de jóvenes faltaron a las clases en muchas ciudades de Alemania, protestando contra el hecho de que el bachillerato había de ser rendido ahora después de 12 en vez de 13 años de estudios, también contra el excesivo número de alumnos que integran una clase de escuela, así como para que haya más justicia en la educación. En Berlín, unos 1000 jóvenes “se apoderaron” de la Universidad de Humboldt, ocasionando caos y destrozos que hizo necesario que interviniera la policía. A esto se unen las protestas, de las que participan muchos jóvenes de menor edad, contra los transportes Castor de basura atómica, esta vez con unos 80 mil alumnos de colegios e institutos que se acostaron sobre las vías de ferrocarril para impedir el paso al tren con tal peligrosa carga. Muchos de ellos ya habían participado de las protestas contra la reunión cumbre de los países G8 en la localidad de Heiligendamm. Sin embargo, junto a la actividad política también aumenta la disposición a la violencia de muchos jóvenes. La mayoría de los Land, los Estados alemanes, han introducido altos derechos de matrícula para las universidades, la cantidad de padres que viven de la ayuda social estatal, llamada Hartz IV ha aumentado, con lo que los hijos de las clases sociales bajas de la población no tienen acceso a estudios superiores ya que viven en condiciones precarias. El número de las llamadas “medias familias”, donde los niños viven sólo con la madre o con el padre, también ha aumentado enormemente. Para colmo se constató un aumento de las actividades de los llamados neonazis. Todo esto hace aumentar el potencial de rebelión de los jóvenes, que se manifiesta a menudo de manera violenta.

No obstante, hay otro aspecto que corrobora el hecho de que este desarrollo no lo vive sólo Alemania, sino que se puede observar también en muchos otros países, sobre todo en los más industrializados. La radio de Internet para jóvenes on3, de la Radio de Baviera, un Land eminentemente católico, llevó a cabo hace unos pocos días una encuesta entre chicas y chicos bávaros de 15 a 25 años, planteándoles la pregunta básica: ¿Qué es para vosotros importante hoy y qué lo será en 10 años?, queriendo analizar así con qué optimismo ven las nuevas generaciones el futuro, en quién confían, dónde quieren tomar responsabilidad, cuán activos quieren ser en el ámbito social, qué valores son importantes para ellos ahora y cuáles lo serán en 10 años, y cómo se imaginan la relación entre el trabajo y el tiempo libre en el futuro.

Los valores que los jóvenes nombraron en primer lugar son fidelidad, honestidad, amor y el poder tener confianza en alguien, así también la vida en pareja y en el matrimonio. Sin embargo, la mayor sorpresa para este Estado tradicionalmente católico, que es nada menos que la cuna del actual Papa, la constituyó el hecho de que el interés por alguna creencia y por la religión en general ocupó el último lugar de la encuesta. ¿Por qué todo este desarrollo?

No es difícil encontrar las razones para ello. Entre éstas se cuentan la progresiva separación de las clases sociales en dos extremos, con una clase media en extinción; también los escándalos de los grandes empresarios y la codicia de los ricos por serlo cada vez más; la disgregación de muchas familias y sobre todo el que la auto denominada instancia moral más grande de Occidente, con un enorme poder en Alemania, las Iglesias católica y luterana, hayan visto como sus férreos y centenarios muros fueran derribados desde adentro a raíz de los abusos de menores por sus sacerdotes y otros escándalos más. Por otra parte, las perspectivas de trabajo se han hecho cada vez más difíciles, ya que la existencia de muchas empresas depende de los bancos y de su política crediticia, del clima, de la estabilidad de los gobiernos, de la honestidad de sus directivos, etc. Los bancos mismos están, a más tardar desde el derrumbe de Lehmann Brothers en los EE. UU., en tela de juicio. Las catástrofes de la naturaleza tampoco presagian más tranquilidad al mundo, a las que se agregan las que causa el hombre, por ejemplo el derrame de petróleo en el Golfo de México, los terremotos, la desertización y las inundaciones, la pérdida de las cosechas, el cambio climático en general y muchas cosas más.

¿En quién pueden confiar entonces los jóvenes? ¿Qué o quién les puede dar seguridad para el futuro? En la Baviera del Papa Ratzinger ya no lo es la religión, sino valores más elevados que muchos de los altos cargos eclesiales no representan, ni mucho menos numerosos políticos y directores de empresas, es decir, precisamente los que deberían dar ejemplo de fidelidad, honestidad y de poder confiar en ellos. No deja de resultar significativo que precisamente en la familia, la gente joven quiera buscar la base para su vida futura. Y de que los jóvenes están hartos de confiar en los gobernantes y en las instancias religiosas, políticas o científicas, simplemente ignorándolos y uniendo mejor fuerzas, esperanza y alegría para el futuro entre aquellos de su edad, a los que también les espera un futuro incierto, lo demuestran las manifestaciones de solidaridad con los equipos de fútbol de sus países hace algunas semanas, pero también las fiestas en masa llamadas Loveparade, la fiesta de la música techno más grande del mundo, iniciadas en Berlín en el año 1989, calificadas por sus organizadores como “convenciones de alegría y paz”, con hasta ahora más de 12 millones de participantes, y que este año tuviera un fin tan trágico en la ciudad de Duisburg, con 20 muertos y más de 500 heridos. Hay quien dice que esta actitud de la juventud es sólo escapar de la realidad, procurando más bien divertirse, pero las raíces son más profundas y los jóvenes más serios y conscientes como para que ignoren que sin ellos ningún país tiene futuro. Sea como sea, el dilema en que se encuentran las generaciones jóvenes es alarmante, puesto que el mundo que le están dejando los adultos va a la deriva.

Si ni los gobiernos ni la religión que se llama cristiana, ni políticos ni ejecutivos ni científicos pueden dar a los jóvenes una base para su vida futura, sí que se la pueden dar valores éticos y morales universales, como son los que legó hace unos dos mil años Jesús de Nazaret, pero libres de toda influencia e interpretación dogmática. Especialmente para una nueva orientación de la juventud sobre un fundamente ético y moral, en la Web se puede solicitar gratuitamente un escrito a www.das-wort.com con el título de “el Profeta n° – 10 El joven y el profeta”, que a más de una persona joven le puede resultar sorprendente por la sencillez de su lenguaje y la fácil aplicación de sus enseñanzas. Tal vez sean precisamente las nuevas generaciones las que al fin estén en condiciones de aplicar en sus vidas la sencilla enseñanza del Nazareno, sin tergiversaciones ni remiendos teológicos, ya que el que las enseñó, por ejemplo en su Sermón de la Montaña, fue un hombre pacífico, amante de todo ser, de la paz, de la naturaleza y los animales, es decir, justamente de todo lo que se anhela cuando se es joven.