La engañosa imagen de Ingrid

Hay imágenes que dan la vuelta al mundo. Una Ingrid Betancourt extremadamente delgada, demacrada, envejecida y encadenada a una silla durante su secuestro en la selva colombiana conmocionó hace unos años a la opinión pública. Presentada como una heroína de la libertad política, una de las primeras cosas que hizo tras su rescate fue peregrinar a Lourdes. Pero hasta los santos tienen su lado oscuro, y a la ex candidata a la presidencia de Colombia le llueven las críticas.

El pasado día 9 Betancourt interpuso dos solicitudes de conciliación -que retiró el martes- al Ministerio de Defensa de su país en las que exigía el pago de unos seis millones de euros por los daños sufridos durante su cautiverio. Sostiene su petición en que las fuerzas de seguridad no la protegieron, por lo que fue secuestrada el 23 de febrero de 2002, cuando se dirigía a un acto electoral en una región tomada por la guerrilla.

Aunque sus escoltas tienen otra versión. El ex agente de inteligencia Nelson Burgos explicó a RCN Radio que «en el retén del Ejército a la salida de Florencia le comunicaron que ningún civil podía salir por esa vía. Ella insistió en que haría el desplazamiento, momento en que decidimos dejarla». Y hay pruebas de ello.

El Departamento Administrativo de Seguridad divulgó el lunes un documento que firmó la francocolombiana -que acaparaba el 0,8% de los votos en las encuestas- en el que se responsabilizaba de su seguridad durante su viaje a San Vicente de Caguán desoyendo las recomendaciones.

Su imprudencia también arrastró al cautiverio a Clara Rojas, abogada y aspirante a vicepresidenta. Como hermanas, se distanciaron en el infierno y Rojas no ha dudado en censurar a la candidata a Premio Nobel de la Paz. «Tuve una actitud generosa y por eso esperaba algo diferente de Ingrid (...) Pensaba que era mi amiga, pero me ha demostrado que no lo era tanto».

En cuanto a las declaraciones de Betancourt sobre el bebé que Rojas tuvo en el 'Campamento Caribe', su antigua colaboradora le pide prudencia. La ex política y el antiguo senador Luis Eladio Pérez 'Lucho', colega de cautiverio, relataron que la abogada intentó ahogar al niño en el río y que la Premio Príncipe de Asturias de la Concordia lo salvó. Su ex compañera de plancha cree que la actitud de la entonces candidata es «teatral» y acusa a ambos de falta de solidaridad durante el secuestro.

Rompecorazones
'Lucho', por su parte, no la critica. Tuvo una relación muy estrecha con ella durante los años que compartieron en la selva. Tanto que los tres contratistas norteamericanos que también vivían allí -Keith Stansell, Tom Hawes y Marc Gonsalves- publicaron en el libro 'Fuera de cautiverio. 1.967 días de supervivencia en la jungla colombiana' que ambos políticos compartían lecho.

Y confirman los temores de su ahora ex marido, Carlos Lecompte, que la acusó de haberle sido infiel y que lamenta haber recibido una «bofetada pública» cuando la ex rehén fue recibida por sus familiares y no le mostró aprecio alguno. Además, Betancourt se fue sola a Seychelles unos días y pese a no querer ver a Lecompte aceptó que la visitara Dominique de Villepain, ex primer ministro francés que envió un Hércules C-130 para rescatarla.

El periodista Jacques Thomet, autor del libro '¿Historias del corazón o razón de Estado?' tiene una explicación para este interés, una supuesta relación en 1981, cuando él era su profesor de Ciencias Políticas. Pero no es el único idilio amoroso de Betancourt. Esta misma semana Stansell aseguró que ella y Gonsalves «son pareja». El primero, contratista estadounidense, fue el más crítico de sus compañeros de prisión. «La jodida princesa se cree que las FARC construyeron un castillo para ella solita», arremete. Y es que acusa a Betancourt de mandar una nota en la que le pedía que se llevasen de allí a los americanos «porque eran de la CIA». «Nos podían haber matado simplemente porque Ingrid quería más espacio para ella», recuerda.