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Opinión: “Para Librepensadores” (XXIII)

Los físicos cuánticos cuestionaron la imagen eclesiástica de Dios (I)

Vida Universal - www.editorialvidauniversal.com

viernes 24 de octubre de 2014, 02:16h
Los físicos cuánticos cuestionaron la imagen eclesiástica de Dios (I)

Desde la antigüedad la humanidad busca primero en mitos y leyendas, y luego en las grandes religiones mundiales y en la filosofía, respuestas a las preguntas primordiales de nuestra existencia, que en una ocasión Immanuel Kant resumió como sigue: ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué podemos saber? ¿Qué podemos esperar?

El mito buscaba las respuestas a estas preguntas en imágenes dramáticas y en acontecimientos que fueron transmitidos desde tiempos inmemoriales y reflejaban de forma simbólica un conocimiento primario de la humanidad: de catástrofes y salvación, de mundos del más allá y ataduras terrenales, de vida y muerte, de renacimiento y redención.

Los períodos de auge religioso de la humanidad se han desarrollado por una parte a partir del conocimiento primario mitológico, y por otra han resultado de una nueva fuente de reconocimiento que se abrió: la manifestación de Dios mismo, que se inclina hacia la humanidad y le habla a través de hombres que El ha llamado como portavoces. En el círculo cultural judeo-cristiano, se trata de los “profetas de la Antigua Alianza” y ante todo de Jesús de Nazaret, que según el convencimiento cristiano vino a la Tierra como Hijo de Dios y se convirtió en Redentor de la humanidad.

La fuente de reconocimiento de la filosofía es más modesta, por no decir más limitada: sólo en sus comienzos, aproximadamente en el siglo VI A.c., se nutre aún de la intuición, de la visión interna, que es el significado originario de la palabra “teoría”.

Para Tales de Mileto y sus seguidores filosóficos, la materia tenía vida y el Universo era una unidad orgánica; pero pocos siglos más tarde se produjo una línea divisoria entre el espíritu y la materia, mediante la “Teoría atómica” de Demócrito que descomponía el mundo en partículas de materia muerta; pero luego también mediante la filosofía de Aristóteles, que fue determinante hasta la Edad media. La conciencia unitaria se perdió a favor de una imagen del mundo que lo dividía todo: Dios y el Universo, cuerpo y alma, materia y Espíritu. Cuando Descartes en el siglo XVII, con su famosa frase “pienso, luego existo”, identificó al ser humano con su intelecto y despachó cualquier otra cosa, inclusive animales y plantas, como a materia de funcionamiento maquinal, todo había pasado definitivamente: en el tiempo siguiente, la imagen mecánica del mudo celebró sobre la base de la física de Newton sus triunfos de las ciencias naturales y perdió de vista la vida y el Espíritu. La filosofía subió en cierta medida desde el alma a la cabeza, con todas las consecuencias que se unen de ello, cuando a alguien se le sube algo a la cabeza.

Hoy día aún sufrimos bajo los efectos de esto. A partir de la prohibición filosófica del Espíritu, se desarrolló un materialismo vulgar que niega a Dios porque “no lo ve”, que contempla los sentimientos y sensaciones, al alma en su conjunto, como a un mero epifenómeno, como a una aparición acompañante de la química de nuestro cuerpo y que sólo considera real lo que puede pesarse y medirse.

Por Ana Sáez Ramírez

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