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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan”

Ceci Trad y Mi Pequeño Manhattan.

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Ceci Trad y Mi Pequeño Manhattan.

Dentro del aburrimiento que me invade, debe de ser el calor, he conocido a una mexicana que me ha hecho salir levemente del muermo. Cruzaba el paso de cebra de Princesa, junto a la Torre de Madrid, cuando una mujer esbelta y elegante con un perro atado a su correa se ofreció para acompañarme hasta la llamada Plaza de los Cubos donde suelo arrellanarme en una butaca exterior del VIPS.

No estoy muy en forma pero eso no quita para que el “tedium vitae” no me impidiera dirigirle unas atentas palabras de agradecimiento. Su acento era suave, de extranjera, quizá latina, portuguesa o francesa.

Acababa de aterrizar, venía de ver a su hijo en Bruselas, dijo, pero se la veía tan suave, tan graciosa y tan sencillamente elegante que llamaba mi atención.

Charlamos un breve espacio de tiempo, hasta que dijo ser mexana, en ese instante alguna luz de balizaje debió de encenderse en mi mente, recuerdos lejanos de un país que conozco sin haberlo visitado, que conozco por sus canciones, por su folklore, por tantos españoles exiliados tras la guerra civil, por su cocina sabrosa, por sus cócteles, por Agustín Lara, por Paulina Lascuráin, por Eugenia Cortina… por tantas cosas.

Desde entonces nos hemos visto tres veces y hemos charlado (platicado) despaciosamente. Recibe clases de idiomas, también masajes y esas gimnasias livianas que reciben las mujeres que se cuidan, porque Cecilia, que así se llama siempre ha cuidado de su persona, en realidad la han cuidado y mucho durante muchos años. Pero no quiero desvelar nada importante de ella, pues sabemos que cada vez que nos hacemos alguna pregunta personal es como si cayese un velo y se rompiese un misterio, un hechizo.

Creo que los dos damos importancia a la poesía, a la poesía que pueda encerrar la vida y que suele manifestarse en determinados momentos inefables que nunca olvidamos, momentos que no debieron de pasar.

Me habla de sus hijos, de su estancia en California, de su tío y el viaje enorme que hizo en un buque, donde conoció a la que sería su mujer; del viaje que volvió a hacer de retorno, recordando el primero, de los siete hijos que tuvo y como escondía a la mitad de ellos cuando iban a alquilar una casa por vergüenza o reparo de asustar al propietario.

Habla despacio, cadenciosamente, con ese sonido musical que tienen las mexicanas cuando hablan, medio palabras - medio sonido; mitad conceptos - mitad canción.

Su marido ha sido hombre muy fuerte, pero ella también lo es. Un hombre y una mujer cuando se conocen tantean sus almas, sus distancias, eso lo sabe muy bien mi amiga “la doctorcita”. Hasta que el hombre no está situado a la distancia exacta de la mujer la amistad no da sus frutos, es como un manzano, un cerezo, un naranjo cuya fruta pudiera cae prematuramente o se pudriera en el árbol.

Así es la amistad entre los seres humanos o te achicharras o te hielas, cuando alguno de los dos acierta o tiene el talento para hacer el milagro de  que el otro o la otra, generalmente el otro, ni se achicharre ni se hiele, ha conseguido algo muy difícil, la distancia exacta de la tierra al sol. Esa distancia que ha obrado el prodigio de generar esta gema azul e inefable que llamamos la tierra con su atmósfera y sus mares, sus continentes y sus océanos que envuelven su forma esférica, templada y grávida.

La situación de Ceci y la mía son diferentes, no hay duda. Ella se tiene que recrear, recomponer, ha hecho mucho en la vida, quizá todo, no lo sé. Yo estoy aquí con este tedium que me puede matar, eso que tantas personas desearían tener.

“Mi pequeño Mahattan” entretanto está allá arriba, bulle.  Lo intuyo desde Princesa, y el ejército de camareros del bar de “NINO” sirve las cervezas y los aperitivos,  los cafés y los Martinis mientras los pájaros revolotean entre el verdor de unos árboles que pronto se teñirán de castaño y anunciarán el principio del otoño.

(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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