Querer es poder

Hoy en mi país, todo el mundo llegó temprano a sus lugares de trabajo y de estudio y no sólo eso, llegaron más de media hora adelantados. (Ha quedado demostrado también que los empleados, trabajadores y estudiantes que habitualmente llegan atrasados, es porque no tienen un aliciente, no hay una motivación mayor que les haga sentir el encanto del trabajo o del estudio).

Nuestro país había sido programado para jugar a las 7:30 de la mañana su primer partido del Mundial de Fútbol 2010 y ocurrieron grandes milagros.

Algunos atochamientos de tránsito, pero sin insulto alguno; una ligera seña con la banderita tricolor, o un entusiasta toque de vuvuzela criolla y cada uno seguía su destino, que en el fondo era uno solo… instalarse frente a un televisor (aparatos cuyas ventas aumentaron en un no despreciable porcentaje con motivo de la “fiebre del mundial”).

Anoche había algunas radioemisoras haciendo “la previa”, estuvieron “en vigilia” todas esas horas recibiendo llamadas de apoyo de numerosos noctámbulos radioescuchas. Y que decir de algunos restaurantes y cafés, que no cerraron sus puertas esperando el amanecer y el inicio de las transmisiones televisivas alrededor de las 6 de la mañana.

Es la magia de este evento que une al mundo, une a las razas y une a los integrantes de cada país. Lástima que este fraternal bálsamo sea sólo cada 4 años…
Ha sido una mañana de fiesta en medio de una semana laboral. Se han organizado desayunos en industrias, fábricas y empresas. Se ha permitido a los alumnos de escuelas llevar un televisor para instalarlo en la sala de clases, en colegios con más recursos pantallas más grandes en los gimnasios y comedores.

Un despliegue mediático que casi me hizo recordar la también mediática llegada del hombre a la luna...

En el centro de Santiago pantallas gigantes inmortalizaban la irrupción de un aguerrido joven mezcla de Haitiano y Mapuche que ponía de pie a un país y le entregaba una risa y un grito de alegría a muchos compatriotas que se encontraban abatidos desde hacía más de tres meses a causa de un terrorífico terremoto.

Y como “querer es poder”, también nuestra selección quiso y pudo. Después de 48 años supo lo que era saborear el placer del triunfo en un partido mundialero y después de 60 años lograrlo fuera de Chile. En 1962 nos habíamos dado el lujo de ganar 4 partidos como dueños de casa, lo que a la postre nos llevaría a obtener el tercer lugar en dicho Mundial y del cual fui testigo presencial aquella lejana tarde, en que abrazado a mi inolvidable madre, mi manito de niño de 8 años también enarboló un pañuelo blanco saludando a nuestros paladines deportivos, cuando el triunfo sobre Yugoeslavia nos permitió acceder al podio de los gigantes, junto a Brasil y Checoeslovaquia). La mencionada justa pasó a ser patrimonio de todos los chilenos. La Mistral, Neruda y la Selección del 62, comparten hoy la primera fila en la galería de nuestros héroes nacionales contemporáneos.

Finalizo insistiendo en que hoy ha sido un día distinto, ha sido un día especial, ha sido un día para recordar.

Hoy hubo permiso para todo: para llegar más temprano, para llegar más tarde, para trabajar media mañana, para estudiar menos, para ser feliz…