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Por qué el turismo de Londres supera en un 30% a París en visitantes

Por Jaime Amador y Remitido por Quino Moreno

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Londres tiene 15 millones de visitantes anuales, lidera el ranking europeo, mientras que París, con 10, es segunda, pese a que hay razones para que al menos estuvieran empatadas. ¿El éxito británico guarda relación con su política liberal en relación con las aerolíneas y con los aeropuertos, que les ha permitido contar con mucha más oferta que Francia?

Estuve estos días en Londres, una ciudad que en agosto parece Madrid, de tantos españoles que hay. Pero no le demos importancia a esta impresión carente de rigor, sino a los datos estadísticos. Según Euromonitor, Londres es hoy la cuarta ciudad del mundo que más turistas recibe, por detrás de Hong Kong, Singapur y Bangkok. Algo más de 15 millones de extranjeros visitan la ciudad del Támesis cada año. Por detrás de Londres están Macao, Kuala Lumpur, Nueva York y París. Aún más atrás está Roma, mientras que ninguna ciudad española figura entre las diez primeras.

Aquí es donde quería ir. París por poco no llega a los 10 millones de viajeros al año. ¿Cómo es posible que Londres, una ciudad que no difiere tanto de París, tenga un tercio más de visitantes que la capital francesa? Las dos acceden a los mismos mercados, las dos tienen precios similares (si acaso, puede que Londres sea un poco más cara) y, por supuesto, las dos tienen atractivos comparables, si no es que París supera a la capital británica. La oferta hotelera, en los dos casos, es bastante deficiente, antigua y desfasada. El producto bueno o es carísimo o está en la periferia, alejado de los centros de atracción turística. Disneyland prabablemente debería inclinar la balanza en favor de París, si es que los museos y la arquitectura no lo hacen antes.

Los viajeros que constituyen esta diferencia no son los transoceánicos, sino los europeos. La masa de turistas son de corto recorrido. En el caso del viajero de largo radio, probablemente París tenga ventajas, dado que las visas que expide son para toda Europa mientras que las británicas son sólo para las islas. En definitiva, es el viajero europeo el que constituye el grueso de la distancia entre las dos grandes capitales de Europa, entre París y Londres.

Pregúntese por qué usted probablemente viaje más a Londres que a París. Pregúntese por qué miles de personas optan por la capital inglesa y no por la francesa. ¿Por qué ha oído a mucha más gente comentar cómo lo pasó el fin de semana pasado en Londres que en París? La respuesta, a mi entender, es muy sencilla: decenas de vuelos baratos unen Europa con Gran Bretaña, mientras que París tiene infinitas restricciones a este tipo de vuelos. Y un viaje de fin de semana empieza por un vuelo accesible, simple, sin complicaciones, a un aeropuerto desde el que se opera sin problemas.

Desde siempre, los franceses han puesto toda clase de trabas a las compañías low-cost. De hecho, no existe ni una compañía de bajo precio que sea francesa o que se haya expandido a partir de ese país. Ahora, muy tardíamente, parece que el grupo Air France KLM quiere hacer de Transavia un competidor en este terreno, pero el proyecto está aún en fase de rodaje.

El emblema de esta lucha francesa contra los vuelos baratos probablemente es Ryanair, que hoy en día no tiene bases en ese país; Easyjet se las vio y deseó para lograr una cuota de mercado considerable, teniendo que superar infinidad de problemas para trabajar en Orly o en Charles de Gaulle, mientras que prácticamente no existen otras aerolíneas compitiendo por ese público.

En Londres las cosas son y han sido siempre diferentes: es la base de Easyjet y Ryanair, desde hace mucho; tienen una competencia muy amplia (Norwegian, Wizz, Monarch) que no tiene restricciones en la realidad, y el mercado funciona con bastante libertad. La oferta es superabundante, al punto de que incluso en verano es posible encontrar vuelos a 50 euros por sentido. Y no es que para los británicos no tuviera su precio. British Airways prácticamente no gana dinero en los vuelos europeos desde hace décadas; BMI, la segunda operadora de este mercado ha terminado por desaparecer y Flybe, la tercera operadora regional, está ahora saliendo una profunda reconversión, que es como se le llama a las crisis derivadas de la irrupción de las low cost.

Los aeropuertos, por su parte, compiten entre sí para captar estos vuelos y ofrecer más servicios. La transformación que ha sufrido Gatwick y que ahora empieza a verse en Stansted no tienen comparación en otras ciudades europeas, gracias a la política de libre competencia.

Se puede decir que los trabajadores de Air France han podido limitar durante unos cuantos años el impacto de la entrada de las low cost. Seguramente los salarios en este sector son superiores a los de otros países, pero no hemos de olvidar que al final, en el balance global, quien está perdiendo es Francia. Porque cinco millones de viajeros anuales (con sus cinco millones de operaciones aéreas, consumos a bordo, pasos por los aeropuertos, transfers a sus hoteles, alojamientos y comidas) son mucho dinero, son muchos puestos de trabajo, son mucha riqueza.

Probablemente algunos hayan conseguido retrasar una década la reconversión de su puesto de trabajo, pero los efectos turísticos van a tardar años en corregirse. Para mí, París tiene todos los elementos como para empatar con Londres en número de viajeros, si no superarla. ¿Por qué entonces esta situación?

 

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