Ya en la primera línea, Germán Ubillos despeja toda las dudas de su ubicación, -sitúa “su manhattan” entre la calle Conde Duque y Plaza España- y resuelto ya el misterio, dedica las 599 palabras restantes del artículo a describir lo que él aprecia en el pequeño reducto de sus querencias, como similitudes con el trepidante barrio de Manhattan, en Nueva York. Y es aquí precisamente, dónde hoy mismo, apreciamos la primera gran diferencia y digo hoy mismo, porque si Germán hubiera escrito este mismo artículo hace 25 años, muy distinto sería el panorama descrito
Me ha encantado este artículo de Germán porque por motivos de mi anterior trabajo, conocí muy bien este sector de la ciudad, en especial, todo el movimiento que giraba alrededor de la Torre de Madrid, la Plaza España y el Hotel Plaza donde había un enorme movimiento de gente a toda hora. La Torre de Madrid por ejemplo, albergaba a más de 50 compañías aéreas que tenían allí sus oficinas. El Gran Hotel Plaza era también un hervidero de gente. Decenas de agencias de viaje se ubicaban en sus torres lo que mantenía un intenso trasiego de personas desde primeras horas de la mañana y hasta muy tarde por la noche.
Hoy mismo, el “Manhattan” de Germán es apenas un pálido reflejo del “Manhattan” de hace unos pocos años. La Torre de Madrid es un elefante blanco (y no sólo por el color), el Hotel Plaza es un fantasma que tiene sus propios idems –al decir de los guardias de seguridad que custodian el edificio por la noches pero ese, ya es otro cantar- y en la zona, -con todo respeto- no existen otros edificios capaces de ser considerados “rascacielos” pero volviendo al escrito de Germán obviamente éste, es una fantasía hecha en honor al barrio en que según se desprende de su texto, el autor ha pasado algunos de los mejores momentos de su vida y su ilusión es tan grande que llega incluso, a considerar la placita de Cristino Martos como un Central Park en mini-mini-miniatura, dónde su hija hizo sus primeros juegos .
El españolísimo “Bar de Nino” (que en Manhattan sería Nino’s Bar) está al lado de la plaza de Cristino Martos y es de alguna manera, el centro de la nostálgica crónica de Ubillos que cita además, la fantástica perspectiva que le brinda un estratégico café ubicado en toda la esquina de la calle Princesa con la Plaza España, a los pies mismos de la Torre de Madrid. De allí, parapetado tras los cristales del café en la segunda planta, y mientras escribe algunos de sus artículos o corrige los borradores de su próximo libro, contempla lo que él ve como un símil, de la calle 42 en la zona aledaña a Broadway en el corazón de Nueva York, con sus cines, y teatros bullentes de un público cosmopolita, tal como es la Gran Vía madrileña a cualquier hora del día o de la noche.
Esta crónica nostálgica de Ubillos describiendo las particularidades (algunas casi domésticas) de su barrio no sólo fue publicada por “EuroMundo Global”. Ubillos, hombre de contactos y amistades de peso en el mundo del periodismo y la literatura, hizo llegar este artículo a uno de sus amigos, director de un periódico capitalino en papel y así, en el ya llamado “antiguo formato”, publicó esta crónica de la nostalgia que tuvo como inmediato resultado, su enmarcado para ser colgada en un lugar de preferencia en las dependencias del “Bar de Nino” establecimiento al cual Germán acude con regularidad.
Simpático el gesto de Ubillos e imaginamos que el propietario del Bar se habrá sentido justamente orgulloso de haber sido aludido y reconocido en esta crónica que de manera tan elogiosa, comparó uno de los barrios más señeros del centro de Madrid y de por si con una privilegiada ubicación, con el Manhattan que añora German Ubillos en su artículo que hoy mismo, enmarcado y detrás de un cristal, cuenta como ve el ojo de un insigne escritor, los recovecos de un madrileño barrio que ya considera como suyo para siempre.
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En este enlace, puede leer el artículo “Mi Pequeño Manhattan” de Germán Ubillos Orsolich.
http://xurl.es/nawva